Patrimonio

Finalizadas las obras del Claustro Grande del monasterio de La Cartuja

  • La intervención, iniciada en julio de 2020, ha consistido en la consolidación estructural de dicho claustro, construido a principios del siglo XVI

A la derecha, estado actual de las obras, y a la izquierda, antes de ellas.

A la derecha, estado actual de las obras, y a la izquierda, antes de ellas.

Un año después del inicio de las obras, y con varios meses de adelanto porque el plazo de ejecución era de 18 meses, el Claustro Grande del Monasterio de La Cartuja de la Defensión, donde habitualmente residen las Hermanas de Belén, luce de manera espectacular.

La intervención, avalada por el Ministerio de Fomento (dentro del Programa de Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico), comenzó oficialmente en julio de 2020, y ha sido finalizada días atrás, y en ella se ha incidido especialmente en la consolidación estructural de dicho claustro, una misión que ha sido realizada por MALBArquitectos (Miguel Ángel López, Delia Villaverde, Manuel Aranda y Ernesto Rodríguez) junto con la también arquitecta Belén de la Cuadra y la empresa especializada Condisa.

El Claustro Grande de La Cartuja, una edificación declarada Monumento Nacional en 1856, es una de las zonas más emblemáticas del monasterio. De enormes dimensiones, se trata del lugar en el que se distribuyen las celdas de los padres y se construye a principios del siglo XVI hasta 1599.

Estamos ante una construcción de planta cuadrada con bóvedas de crucería simple cuyos nervios apean en el interior sobre ménsulas y al exterior en contrafuertes rematados por pináculos.

Para llevar a cabo la consolidación estructural, según asegura Miguel Ángel López, de MALBArquitectos, “se ha realzado las pilastras para solucionar los fallos de cimentación y evitar el vuelco, utilizando diversas soluciones debido a la diversidad en la tipología”.

Asimismo, se ha procedido a la “reintegración de volúmenes no estructurales, sustituyendo retacados de ladrillo y elementos sueltos mediante morteros de cal y limpiando las superficies de piedra para eliminar elementos orgánicos que podían hacer daño a la misma”.

Del mismo modo, se ha llevado a cabo “el cosido y sellado de grietas y fisuras, y la reposición de llagas, eliminando morteros de cemento existentes y sustituyendo por mortero de cal”.

Por último, se han efectuado “tratamientos para garantizar la durabilidad de la piedra, junto con otros tratamientos herbicidas, fungicidas y de hidrofugación”.

En lo que respecta a las cubiertas del claustro, al encontrarse en buen estado en general, sólo se han ejectuado intervenciones puntuales donde se han detectado humedades en las bóvedas, y en las salidas de las gárgolas para favorecer el buen funcionamiento de los mismos.

Sí se ha procedido a realizar diversas intervenciones en la solera y la solería al encontrarse muy degradada. Precisamente en la solera se ha insertado un sistema de drenaje interior, y se ha colocado solería de ladrillo prensado sevillano a espiga, tal y como estaba colocada originalmente, con una cenefa de barro vidriado copiadas de los restos existente.

Esta intervención en el monasterio es la segunda que se lleva a cabo en los últimos años bajo este mismo programa, toda vez que en diciembre de 2017 se finalizó la adecuación de diferentes espacios para su uso como dependencias. La ejecución de las obras se realizó en el mismo espacio que originariamente ocuparon las antiguas celdas cartujanas. Además, los trabajos sirvieron para intervenir en la galería norte.

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