Jerez

Gallardo ofreció ayer un gran pregón, en gitano y de Jerez

  • Durante algo más de dos horas, el Teatro Villamarta, lleno hasta su última fila, siguió con atención una exaltación que fue sobre todo poética y que hizo un recorrido cronológico de la Pasión según Jerez

Se levantó la mañana caprichosa, con nubes jugando en el cielo ocultando el sol que todos deseaban para el Domingo que señala el horizonte de los siete días para el inicio de la Semana Santa. Fue un día encapotado que dio más pares y nones a lo que pueda suceder desde el 28. Pero la cita de ayer tenía una localización exacta, El Villamarta y una excusa, el pregón que este año puso de manifiesto que no es absolutamente imprescindible ser un habitual del mundillo cofrade para saber exaltar la Semana Santa con enormes dosis de sensibilidad, hondura, conexión con la realidad y capacidad de versificación. José Gallardo fue artista, gitano, 'jondo' y capaz de transmitir sus sentimientos a una audiencia que siguió de cabo a rabo el hilo conductor de su obra que se ajustó a una cronología de la Pasión según se ve en Jerez de Sábado de Pasión a Domingo de Resurrección. En ese recorrido incluyó a todas las hermandades que ponen en las calles a sus devociones, mandando el verso sobre la prosa y sin ocultar una clara impronta aflamencada, pegando pellizcos que le salieron del corazón y plasmados en los folios de su pregón, en lo que fue un acto de sinceridad con él mismo y con la herencia recibida de su abuelo y su propio padre. No cabe duda alguna que José dejó ver los profundos sentimientos que tiene hacia la Semana Santa de Jerez, por encima de conocimiento o implicaciones, reconociendo la obra de los cofrades que lo hacen posible. Fue un mensaje implícito en su pregón. Dejó de lado la tentación de pontificar y aconsejar sobre lo bueno o lo corregible del mundo cofrade, pero sí transmitió la necesidad de trascender hacia Dios. La cita del Domingo de Pasión en el Villamarta llenó hasta arriba el teatro en un cita que provocó una gran expectación. Todo se abrió puntual al mediodía con un prólogo musical de excepción ya que la banda municipal se entonó en gitano ella misma y el ambiente, algo que ya era explícito en muchos de los rostros que se vieron en las butacas, nombres de la flamenquería jerezana que no se perdieron la creación del Gallardo de 'Los Juncales'.

La música de autores de aquí dieron un primer toque para hacer más evidente esa condición gitana de todo lo que sucedió ayer. Orellana ordenó con su batuta que sonara Reina del Angostillo, de Moraíto; y el Himno de la Semana Santa de Jerez, del progenitor del pregonero. Y para terminar ese introito, un popurrí con algunos fragmentos de marchas consagradas: Virgen del valle, el arranque de Estrella Sublime, las campanillas de Campanilleros, Amargura de Font de Anta, y Soleá, una entrada musical singular e inédita en la que la banda cumplió muy bien con su cometido. La jerezanía pura y sin ambages empezó a mandar sobre lo que estaba sucediendo. El escenario fue una composición alegórica compuesta con los candelabros de la Soledad, una túnica bordada del Prendimiento, la peana del Mayor Dolor, y una vez más en el escenario, la Cruz y la Vela del Cristo. En los asientos de protocolo el obispo, la alcaldesa, el presidente y consejo de la Unión de Hermandades, y por supuesto el pregonero acompañado por su hijo y presentador, Antonio.

Fue éste el que inauguró el tiempo para la palabra y el verso con una presentación que incluso se llevó un aplauso del respetable. Antonio habló de su padre con mayúsculas y con una justificación sobre el por qué no ocupaba esa responsabilidad su abuelo Antonio, "que tiene la vitalidad y la mente de un joven de 30 años pero encerrado en el cuerpo de un anciano". Ya se sabe que sus piernas no pasan por su mejor momento y ante las dudas de soportar el tirón del pregón sobre el escenario prefirió dejar paso a su nieto. De todas formas estuvo en el teatro ocupando un proscenio junto a su mujer Rosario. El presentador dijo del pregonero que es un hombre de gran espiritualidad "con una sensibilidad artística que le viene de herencia". Desveló al niño que vivió una infancia flamenca, artística y cofrade. Presentó al pregonero experto en flamenco, al hombre inquieto por la expresión del arte, al que se decidió por estudiar ingeniería informática, al compositor de numerosas piezas para afamados artistas de la copla y el flamenco. Y por supuesto al cofrade, trayendo al Villamarta el recuerdo del gran Pepillo, que tenía en José a alguien muy querido: "estoy convencido de que Pepillo en el cielo está tan contento como si fuera él mismo el que da hoy el pregón". Defendió -aquí aplaudieron a Antonio- la virtud de que su padre no sea un ultra cofrade, "que no va el Sábado Santo a Sevilla donde no tiene nada que aprender y que no va a mirar como están de mustias las flores del paso el lunes de Resurrección, ni entra en críticas de quién fue la mejor o la peor". Así presentó Antonio Gallardo Monje al pregonero, con sinceridad y como un hijo que quiere a su padre la que cogió de la mano y con la voz casi rota por la emoción le ofreció el atril.

José Gallardo abrió su pregón con unos versos que fueron una llamada: "Venid a Jerez venid, que Jesús viene a salvarnos". Invocó a La Merced y se presentó a sí mismo; exaltó el arte por el arte citando la encíclica de Juan Pablo II sobre esta materia y de esta forma el pregonero introdujo a la audiencia en su "Jerezsalem". Desgranó versos a todas las hermandades conforme a su día de salida procesional. Fue honesto con su propósito de cantar a todas las cofradías y regaló el fruto de no pocas noches rebuscándose en el alma hasta encontrar la inspiración, esa magia tan necesaria que impregna la creatividad de los que gozan de un espíritu dotado del don del arte. Estuvo en gitano, se defendió como creyente en los milagros y que su pregón era uno de ellos.

Lo dijo con parsimonia, gesticulando a lo gitano, dándole en algunos momentos un tono coloquial y cómplice con el público. Salpicó los momentos de recuerdos y referencias a sus mayores, familiares, y amigos, sin dejar de lado menciones a la actualidad como el padecimiento del Perdón por la situación de la Ermita de Guía que incluso ilustraron los versos dedicados a esta cofradía. Recordó al padre Carlos, muy presente en su pregón, citando una de sus muchas frases cargadas de sabiduría: "La fe es un salto al vacío esperando que Dios te recoja". Y el padre Carlos fue la inspiración de sus versos, pidiendo el mejor de los reconocimientos hacia él. San Marcos, La Cena y un homenaje a la gente de abajo, a las cuadrillas a las que pertenece hijo Antonio. Fue también un pregón apegado a lo que viven las cofradías como la referencia a los 400 años del copatronazgo del Socorro; los deseos y el esfuerzo en La Clemencia por conseguir el palio para Salud y Esperanza. Recordó el hospedaje para ensayar de un pedazo de la antigua casa de la hermandad del Amor y del incendio de San Juan, usando a Los Remedios para evocar tiempos de juventud. Tenacidad y fuerza para la gente de La Granja, "prueba viviente de que no hay obstáculo que la fe no pueda vencer".

Dentro de ese criterio de establecer contactos con la actualidad, hizo referencia al Consuelo y su recién estrenada presencia en El Pelirón: "el barrio te abrió las puertas para Ti de par en par". Y La Amargura, con ella el Miércoles Santo, supuso una referencia especial para el pregonero. No en vano el rostro de esa Dolorosa y la gente de esa cofradía forman parte importante de Gallardo: "Tengo un jardín andaluz/que riego en mi desvelo/flores de pasión y cruz/pero la que yo prefiero/la que tiene más virtud/la flor azul del romero/ésa, Amargura, eres Tú". Llegó a Santiago y desplegó mucho de su ser gitano con referencias a recuerdos, nombres y evocaciones que desembocaron en unos versos que no podían ser por menos que una referencia en su pregón: "Por Santiago viene el aire/oliendo a clavo y canela./Hoy ha puesto El Prendimiento/por las esquinas banderas./ Por eso tu pueblo entero/al verte se pone en pie/gritando a los cuatro vientos/sin poderse contener:/Prendimiento, Prendimiento/Al compás de mi Jerez". Siguieron sucediéndose, entre verso y verso, las historias de gente cercana al pregonero, gente sencilla pero de enorme sabiduría que ofrecían lecciones que José trasladó a su pregón como excusas para la reflexión, todo junto a sus recuerdos de niño y de padre, en unas vivencias desveladas y compartidas a viva voz con la audiencia. En la "noche de oscuras guirnaldas", una de las definiciones que dio Gallardo a la Madrugada, habló a Jesús Nazareno: "Cristina parece el delta/de un Nilo egipcio morado/con luciérnagas violetas/que avanzan por sus dos lados".

El pregonero siguió idealizando la Semana Santa y sus cofradías. Especialmente singulares fueron los versos a La Esperanza que para el pregonero mereció una invitación a venir a ver a la cofradía: "Y como le explico a usted/ si usted mismo no lo ve/que ese palio de la Yedra/está para echarle almendras". En ese mismo barrio miró a San Telmo para decir al Cristo: "Colorró de cuerpo entero/que en la palma de la mano/lleva escrito un letrero/que dice Yo soy gitano". Otro momento especial en el Viernes Santo encontró cobijo en la advocación de La Soledad, devoción de su abuelo y su padre: "Ni hay cante en este mundo/ que se pueda comparar/a ese cante tan gitano/que el duende quiso llamar/como Tú Reina y Señora/Soleá, mi Soleá".

Como no podía ser de otra forma, su recorrido pregonero terminó con La Piedad situándola en el Sábado Santo y con un canto a la Resurrección no sin antes recordar que "Jesús resucitó y por lo tanto, la nuestra es una fe alegre y confiada". Todo concluyó a las 14:35 horas. Fue un pregón inevitablemente largo porque José Quiso hablar y versificar a todas las cofradías. La sentida ovación la recibiò un agradecido pregonero, palmas que en Jerez y en este pregón tenían que ser al compás de bulerías. Y una voz surgió entre el público: "vivan los gitanos y los payos. Y tu pare y tu mare".

14:35

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