ESTÁ más que demostrado, desde siempre, que los gitanos de fuera de Andalucía, ninguno canta ni baila flamenco. Y que si el gitano andaluz canta o baila es porque nació en esta tierra, en Andalucía. Por lo tanto, canta y baila flamenco, indudablemente, porque antes que gitano es andaluz. Gitano y andaluz. Porque el flamenco no es de ellos, ni lo trajeron ellos, porque lo que los gitanos hicieron fue aportar su innato sentido del ritmo y el compás, para darle una personalidad propia en sus interpretaciones a lo que aquí ya había, sabe Dios desde cuantos siglos atrás. Pero, lo que no se puede decir, y menos afirmar de forma categórica, que el cante que interpretan los gitanos es cante gitano andaluz y lo que cantan los demás no lo es. Efectivamente es gitano, más que nada porque el gitano que lo canta es andaluz. Si hubiera nacido en otro sitio, en Hungría, en Rumanía o en Sebastopol, no tendría ni puñetera idea de este cante, ni de este baile, y mucho menos de lo que es la guitarra española, que si es flamenca es por ser andaluza. Aunque en este último caso se den casos excepcionales, fuera de nuestra región, como fueron los de un Ramón Montoya o un Sabicas, pongamos por casos más que archisabidos; porque Montoya era madrileño y Sabicas de Pamplona, por más señas. Pero, eso, ya digo, son las excepciones que confirman la regla.