La liturgia es incesante. Cada semana, cada tiempo previo a una gran solemnidad, la Iglesia invita al pueblo de Dios a la preparación. Como un peregrinar en el que se avanza poco a poco en la fe. Si hace escasas tres semanas, el año litúrgico acaba con la solemnidad de Cristo Rey del Universo, el comienzo del siguiente no se hace esperar con la Adviento que es una preparación a la primera venida del Hijo de Dios hecho hombre. La recientemente vivida solemnidad de la Concepción viene precedida del privilegio que la Iglesia de las 'Españas' tiene concedida por la Sede de Pedro, donde se reconoce un especial respaldo a este Dogma que ya se juró siglos antes de la bula papal 'Ineffabilis Deus' en el que Pío IX alcanza este reconocimiento de la concepción pura de María. Es por ello por lo que los ornamentos litúrgicos para el día ocho de diciembre es azul purísima, no por capricho, sino como un signo del privilegio alcanzado.

Ahora, la Iglesia ya mira a la expectación de María. La Virgen ya está encinta. Ha aceptado la misión que le ha traído el arcángel Gabriel y en su seno nacerá el Hijo de Dios. Es por ello por lo que María es el primer sagrario, al tener en su seno a Jesucristo vivo.

Las cofradías vivirán también intensamente cultos y celebraciones litúrgicas entorno a esta expectación de la Santísima Virgen. Desde la Plazuela hasta San Francisco. Desde San Benito hasta el Carmen, pasando por la guapa O -que es esperanza- que también aguarda a sus cultos. Se irá dando debida cuenta en estas páginas cofrades.