"La Junta se equivoca de 'pe a pa' al abandonar al pequeño viticultor"
Manuel Galán, viticultor y vicepresidente de la Cooperativa Virgen de la Caridad de Sanlúcar, asegura que a los viñistas "nos empujan al aburrimiento, a la desesperación y al arranque"
A los ocho años recuerda que hizo su primera vendimia. Y a los 13 ya empezó a trabajar podando en la viña. Su apellido está indefectiblemente ligado al cultivo de la vid en la zona de Sanlúcar.
Y es que Manuel Galán es hijo, nieto, biznieto… "y me pierdo en la memoria -dice" de viticultores. El amor a la viña le viene de tradición familiar, "desde pequeñito he estado alrededor de este mundo. Hasta los 24 años estuve trabajando en la viña de faenero, y luego entré a trabajar en la cooperativa, en el almacén de fitosanitarios, más tarde me dediqué a asesorar como técnico a los socios".
Hoy, jubilado ya con 61 años, Manuel Galán sigue manteniendo su viña de dos hectáreas en el Pago de Paganillas de Sanlúcar. Una viña que siempre ha tenido como segunda actividad y que, gracias a aquellos añorados años de mayor esplendor de la uva en los que el cultivo era rentable, "me sirvió para pagarle los estudios a mis tres hijos". Un arquitecto, empresaria e informático a los que nunca les llamó la atención seguir con el oficio de su padre, "ni yo les he obligado a ir al campo -dice Manuel".
"He roto con la tradición de los Galán en ese sentido -añade-, pero tenía claro que esta profesión de viticultor es muy sacrificada y no se progresa. Y yo no he querido para mis hijos esa vida. Y lo he logrado, porque me siento muy orgulloso de cómo han estudiado y montado sus vidas".
A pesar de que los sinsabores del campo no los quería para sus hijos, Manuel Galán sigue apegado a la tierra albariza sin remedio, "porque ahí tengo mis raíces". Y tiene la viña como un primor, como la mayoría de los pequeños viticultores de la zona de Sanlúcar y Trebujena, los 'jardineros' de la viña. "Aunque hoy por hoy no valga dinero -comenta-, la tengo bien laboreada y con sus tratamientos. Puedo presumir de mi viña".
La viña la tiene de dulce, pero de dinero poco. "Ahora, como está la cosa, no me deja nada. Más bien me cuesta el dinero. Pero la sigo manteniendo por seguir en la cooperativa, por el compromiso social y sobre todo por el apego que le tengo, que lo llevo en los genes".
REIVINDICATIVO
A los 24 años Galán se fue a la ciudad a trabajar a la bodega y allí ha estado cerca de cuarenta años. En la actualidad, fiel a su espíritu inquieto y luchador, es vicepresidente de la Cooperativa Virgen de la Caridad de Sanlúcar, vocal del pleno del Consejo Regulador del Vino y miembro del pleno de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos -COAG- de Cádiz.
Y es que Manuel Galán no se calla nada y continúa reivindicando y defendiendo a los pequeños viticultores del Marco de Jerez, los que pueden llegar a estar en peligro de extinción tal y como está la situación: "Prácticamente vamos a desaparecer, y se van a quedar las bodegas y las viñas más mecanizadas. ¿Y dónde va a quedar la esencia de un vino que, tradicionalmente, era auténticamente artesanal? El vino no es lo que era, exceptuando a algunas marcas, porque las labores han cambiado, ahora está todo más mecanizado y, al haber tanta competencia en precios, se saca el vino más comercial, con menos mimo".
A este viticultor de raza le duele la situación de crisis que vive el Marco y lo mal que están llevando los responsables políticos la gestión de la misma. En primer lugar hace referencia al desastre que viene dictaminado de Europa y afirma que "a los pequeños viticultores nos están empujando al aburrimiento, a la desesperación y al arranque".
Para él, la OCM es un auténtico despropósito "que empeora la situación de crisis que estamos padeciendo, ya que las cooperativas encuentran grandes dificultades para vender los mostos y pagar. Hasta el punto de que hay en el Marco más de dos cooperativas con dos cosechas pendientes de abonar a los socios".
Por ello entiende y apoya activamente que los viñistas digan basta ya y se organicen para exigir un poco de sentido común en todo lo que está pasando en el Marco de Jerez. Y hace referencia a la desacertada y sorprendente decisión de los responsables políticos del Gobierno andaluz: "Para los viñistas ha sido un fracaso que la Consejería de Agricultura aceptara el reglamento del Consejo y el acuerdo sectorial de Fedejerez, Aecovi y Asevi. No se entiende de ninguna manera el cambio de opinión de la consejera, que en un principio manifestó estar al lado de los productores, abusados por los comercializadores. Y luego ha abandonando a los pequeños viticultores, que son el origen y el alma del Marco de Jerez. Arruinar al viñedo es arruinar el origen y, por tanto, empobrecer la Denominación".
En este sentido, Galán recuerda las promesas del anterior presidente de la Junta de Andalucía: "Aquí mismo, en Sanlúcar, prometió que el reglamento del Consejo no se aprobaría sin unanimidad. Y lo mismo hizo la consejera Clara Aguilera quien, finalmente, tiró la toalla, abandonó su promesa y aceptó el reglamento con los votos en contra de COAG. Y está claro que no es el mejor reglamento para los viñistas".
Sobre esta cuestión, añade un comentario con mucha carga: "Nos extraña que el único vocal de Aecovi diera su voto a la aprobación del reglamento, porque ellos también son pequeños viñistas".
Para Galán, el Consejo nunca ha mirado por los viñistas y, debido a ello, sigue habiendo una distancia entre el propio Consejo y los viticultores, que sienten que es un instrumento más de algunas bodegas.
Hablando de lo mal que se están haciendo las cosas por parte de los políticos, también hace referencia al "fracaso" del plan de viabilidad: "De las mil hectáreas previstas para productos complementarios sólo se han apuntado 600. Esto es un fracaso. Es normal si tenemos en cuenta que el único compromiso firmado es que serán 'preferentemente' del Marco y, para colmo, se habla de precio de mercado. Y éste cuál es… Pues el que dicta La Mancha. Es decir, precios de escándalo, de ruina".
Manolo Galán no se muerde la lengua: "Como viticultor y representante de viticultores creo que, en esta ocasión, la consejera de Agricultura se ha equivocado de 'pe a pa' y ha abandonado al pequeño viticultor". Y apostilla: "Además, está poniendo en peligro muchos puestos de trabajo. El Marco daba un millón de peonadas al año hasta hace dos años, cuando teníamos 10.500 hectáreas en producción. Ahora tendremos unas 9.500 y va a la baja como las cosas se sigan haciendo así de mal".
Aparte de los sinsabores que vive este hombre, al que le duele lo que se está haciendo con la viña y con el Marco, a Manuel Galán le queda el regocijo de seguir presumiendo de sus vides, de disfrutar con su mujer, Regla, también de familia de viticultores y conocedora de la vendimia, de sus hijos y de su nieta Marta, "que a sus diez años es campeona de ajedrez en varios campeonatos", dice con orgullo el abuelo.
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