A la vuelta de la esquina

Justicia y caridad

El Estado de Bienestar se encamina hacia un estado de beneficencia y asistencialista, certificando así el paso de una cultura de los derechos de los ciudadanos a una cultura de la caridad, la humillación y el estigma. Esta idea la expone el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, premio Príncipe de Asturias en Humanidades del año 2010.  Afiliado al Partido Comunista polaco, se exilió en 1968.

Justicia quiero y no caridad. Es buena la asistencia y solidaridad con los más necesitados, como hace Cáritas. Pero si  España  fuera católica, como dicen los obispos a la hora de reclamar financiación, con que  hubiera Justicia sería más que suficiente.

La iglesia católica tiene muchas y buenas intervenciones teóricas que son tapadas para no molestar a los ricos y a los poderosos que financian grandes concentraciones. Un ejemplo:

“... Salta a los ojos de todos. En primer lugar, que en nuestros tiempos no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos. Que la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores, de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio.

Dominio ejercido de la manera más tiránica por aquellos que, teniendo en sus manos el dinero y dominando sobre él, se apoderan también de las finanzas y señorean sobre el crédito, y por esta razón administran, diríase, la sangre de la que vive toda la economía y tienen en sus manos el alma misma, de modo que nada ni nadie puede respirar contra su voluntad...

... Últimas consecuencias del espíritu individualista en economía, venerables hermanos y amados hijos, son esas que vosotros mismos no sólo estáis viendo, sino también padeciendo: la libre concurrencia se ha destruido a sí misma; la dictadura económica se ha adueñado del mercado libre; por consiguiente al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poderío; la economía toda se ha hecho horrendamente dura, cruel, atroz...”

Esto lo dijo Pío XI en 1931 en la encíclica Cuadragésimo año, año que el mundo estaba sumergido en una gran recesión. Hoy se podría afirmar lo mismo, pero lo que dicen los dirigentes católicos son cosas de la moral sexual y la vida familiar. El obispo de Córdoba hace afirmaciones que rozan la mentira, socavando la credibilidad de los representantes católicos, no electos, sobre todo por la actuación económica con Caja Sur.

Hay muchos católicos que salvan la imagen de los dirigentes episcopales: organizaciones de caridad, contra las drogas, ayuda a Mozambique, Perú... presentes en las Ampas, en organizaciones solidarias, en sindicatos, en barrios. Laicos presentes en la sociedad.

Católicos trabajando por la justicia distributiva, la contributiva, la conmutativa y la social, con poco cultismo, coronaciones  y poco incienso.

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