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Libros para hacer, que ya es hora

No paramos de oír a muchos adultos quejarse de la inactividad de los pequeños, de cómo pasan horas y horas con ordenador, tablet, videojuegos,… de lo poco que interactúan con otros, especialmente con la familia, o de que son habilidosos con los dedos pero que no son nada mañosos y se están estropeado la vista. Pues bien, la mayoría de los que se quejan son quienes provocan esta situación, resulta muy cómodo dejarlos haciendo algo de "eso" con tal de tener tiempo para sí.

Pues es hora de cambiar la actitud y de emplear más tiempo con ellos y ellas y ponerse a hacer algo juntos. Y para ello una propuesta muy interesante es la de hacer un huerto o la de hacer un jardín. Seguro que hay muchos tutoriales en Internet para coger las ideas necesarias, pero entonces estamos en lo mismo. Nuestra propuesta está en los libros, libros para hacer, que ya es hora.

De Marta Ribón, texto, ilustraciones y diseño. Colección: Manualidades creativas. Editorial Susaeta.

Las tapas cubren una encuadernación tipo block de alambre que da más idea de su carácter de manual. En esto coincide con los demás de su colección donde hay muchas pistas para lo que estamos hablando: disfraces, máscaras, juguetes). La idea de fabricar un huerto casero tiene muchas connotaciones al apreciar el esfuerzo, la salud alimenticia, la responsabilidad, la constancia, la ecología, la cooperación,… Por eso lo hemos escogido como estrella para esta idea de hacer en conjunto.

El libro es un "paso a paso" ilustrado con fotografías con muchísimas ideas donde no puede faltar empezar con un cuaderno para hacer un buen seguimiento de todo el proceso. Se completa con temas como el germinar semillas para ensaladas, las plantas aromáticas o ciertos experimentos divertidos e interesantes.

Esta editorial también tiene un "Atlas. El huerto mediterráneo", con el que podríamos completar el manual.

De Jordi Font. Il. de Mariam Ben-Arab. Editorial Larousse.

En la misma línea que el anterior, combina fotografías (en menor cantidad) con los dibujos (excesivos a veces). También paso a paso va desgranando técnicas, tareas, cuidados, así como descripciones y calendario "del pequeño hortelano". A veces los textos sobre fondos de color y el tamaño de las imágenes que terminan llenando toda la página, provocan cierto "ruido" que no hace muy cómoda su lectura. No obstante está bien secuenciado el proceso y podría ser una buena herramienta de guía.

Volvemos a la editorial Susaeta con este libro, ahora en la colección "Mi primer libro de…", donde volvemos a encontrar el formato con alambre, explicaciones paso a paso y un buen número de ideas. Hay que tener en cuenta que la jardinería tal vez necesite de más tiempo si queremos resultados muy vistosos, pero también va a reunir muchos de los valores que antes apuntamos para abordar el huerto.

Especialmente si se dispone de un espacio al aire libre conseguiremos algo más al "sacarlos" de casa. Si no, están bien las macetas y la terraza.

De Jordi Font. Il. de Mariam Ben-Arab. Editorial Larousse.

Del mismo tándem que el título paralelo del huerto, en esta editorial catalana, por lo que nos encontramos con una propuesta prácticamente idéntica pero en versión jardín. Tal vez es más amable de lectura y fácil de seguir ya que todas las dobles páginas presentan un único elemento de trabajo, presentado por una pizarra a la izquierda del todo, con una síntesis y los materiales necesarios listados y dibujados.

Luego, las ilustraciones están mejor planteadas y, aun siendo unos centímetros más pequeño de ancho, tiene tanto contenido como el anterior citado.

Y si se motivan con esta actividad, tanto con un huerto o un jardín, tengamos presente que hay más de divulgación asociada. A modo de ejemplos:

"Todo empieza con una semilla" de Emily Bone, con ilustraciones de Sally Elford y el asesoramiento del experto en alimentación Rupert Aker., editado por Usborne. Mucha información y muy bien presentada, aunque organizada por lo llamativo, lo exótico, y no con una organización temática que responda a un planteamiento concreto (aunque tampoco hace falta).

"Había una vez una semilla", de Judith Anderson, ilustrado por Mike Gordon. Colección Milagors de la Naturaleza. Editorial Anaya. Fundamental como lectura previa con los pequeños si vamos a montar un huerto o un jardín. Estupendo.

Lo mejor de esta entrega es el continuará del final de la historia. Ya habíamos traído el episodio 1 y comentado con muchas ganas pues nos pareció muy divertido, muy fácil de leer, tipo cómic a dos viñetas apaisadas por imágenes combinándose con alguna a página completa y otras variantes, que le dan un muy buen ritmo para leer. Enganchará hasta a los menos lectores y también se quedarán esperando el episodio 3. En esta entrega se les une una tarántula para salvar a montones de gallinas, y lo consiguen. Fobias, amenazas, lanzamientos peligrosos, sándwich de piraña con mayonesa, coche tuneado, tecnología… y el aviso de que tendrán que enfrentarse con una cobaya muy malvada próximamente.

Rocío Bonilla sigue experimentando con alternativas al texto clásico, al contenido clásico, al formato clásico… bien con textos de otros o bien con sus propias ideas y textos, como en esta ocasión. Un libro que se empieza y al llegar al centro nos viene a decir que le demos la vuelta y empecemos por la tapa de atrás que ahora será la de delante de una nueva versión del mismo relato leído antes de llegar a la mitad. Y es que se trata de dos hermanos, chico y chica, que nos cuenta cada uno su visión de la relación. Así caminamos de lo odioso que es el otro a lo de bueno… a veces…bien… pero se oye llorar justo en el centro del libro. ¡Oh, no! ¡Un tercero!

Continúa la serie sobre mitología griega que R. Gómez tiene adaptar siendo fiel al mito, ofreciendo todos los datos significativos y trascendentales para ser comprendidos y valorados, pero a la vez con la delicadeza necesaria y suficiente como para que no supongan para los jóvenes lectores la tragedia humana que representan con todos los odios, adulterios, intrigas, maldiciones, papel negativo de los dioses,… pero con sus símbolos. En este caso es más difícil ya que tras la historia de la esfinge está la de Layo, Yocasta y Edipo, todo un ejemplo de que la familia podría ser, en vez de un valor, un infortunio. Las ilustraciones consiguen momentos brillantes.

A veces al traducir un libro se cambian los nombres de los protagonistas por considerarlos más oportunos con los nombres nuevos aunque mantengan la misma sonoridad. De ahí que a Ernesto y Celestina algunos los recordemos como César y Ernestina, como aparecieron en español hace años. Y siguen siendo unos libros deliciosos, donde las emociones -que son las protagonistas- se expresan con los colores, con los gestos, con la actividad de los personajes. El oso que adoptó a la ratoncita formando una familia, es capaz en esta ocasión de coser un muñeco como el que Celestina ha perdido. La pena, el enfado, el esfuerzo, la ilusión, el amor, la gratitud… todo recogido en tan bellas imágenes.

El planteamiento, para el niño que nos cuenta la historia, es muy sencillo: si la lata con imagen de guisantes tiene guisantes dentro, y sardinas la de la etiqueta de sardinas, entonces el tetrabrik de la leche que tiene una vaca por fuera, también tendrá una vaca dentro. A partir de aquí todo son elucubraciones, hipótesis disparatadas, suposiciones, ideas espontáneas…y variantes según el color del brik de leche por la dieta de mamá (los colores en Francia parece no coincidir con los españoles). Y este ejercicio de fantasía infantil escrito por una escritora ién tamde novelas para adultos, está ilustrado con una enorme genialidad, humor, delicadeza y mil detalles para leer más de una vez.

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