Jerez

Mr. Smith, vuestro hombre en La Habana

Unos 200 alumnos de la Universidad de Cádiz abarrotaron el salón para escuchar al conferenciante invitado en el 'Ágora de Seguridad/UCA-Eulen'.

Unos 200 alumnos de la Universidad de Cádiz abarrotaron el salón para escuchar al conferenciante invitado en el 'Ágora de Seguridad/UCA-Eulen'. / OSCAR LOBATO

Fulton Armstrong nació a poca distancia del estadio de los Yankees, el famoso equipo de beisbol, pero no puede decirse que esto marcara su destino como típico chico neoyorkino. Tras graduarse en Analisis Linguístico Comparado realizó un posgrado en Georgetown y, con poco más de 20 años, aprendió a hablar mandarín.

Fue hacia 1975 cuando tuvo sus primeros contactos con la CIA, que le ofrecería un puesto en sus filas. Él decidió, sin embargo, decantarse hacia el periodismo y optó por irse a un lugar exótico, la antigua isla de Formosa, donde trabajó en la puesta en marcha de una emisora de radio que el Kuomitang -partido nacionalista taiwanés de corte democrático y liberal- tenía en Taipei.

Tras ingresar en Langley fue asignado a Hispanoamérica, desarrollando su vida profesional en Panamá, Venezuela o las propias calles habaneras. Al contrario del espía de aquella irónica novela Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene, jamás vendió humo a sus oficinas centrales. Sus informes reflejaron el progresivo declive económico-social del régimen castrista en la Perla de las Antillas, recomendando aprovecharlo, destensar las relaciones entre ambos países y ahorrar a los cubanos las fatigas de la ley Helms-Burton.

Eso acabaría costándole caro. Un notorio halcón de la camarilla Bush, John Bolton, subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad (el coautor de aquella falacia sobre las armas de destrucción masiva de Iraq), acabó chocando con Armstrong y durante una audiencia senatorial lo acusaría públicamente de haber infravalorado las capacidades militares cubanas en armamento biológico.

Bolton, un auténtico neonazi, sostenía que una red de espías castristas había dispersado por el territorio de los EEUU el llamado virus del Nilo Occidental, causando 30 víctimas humanas.

En realidad, y según evidenciaron los análisis de la Organización Mundial de la Salud, aquel episodio había sido causado por un brote de epizootia equina que afectó a seres humanos, cuyo foco original se dio en Túnez y que llegó a Norteamérica a través de unas importaciones que tuvieron su origen en Israel.

Durante su comparecencia, Bolton usó el apodo Mr. Smith para referirse a Fulton, pero en el fondo consistió en un ardid para ponerlo bajo el foco de los medios. La identidad real del agente de la CIA fue filtrada luego a varios periodistas afines, acabando con la cobertura de Armstrong como captador de inteligencia.

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