El patrimonio de la droga

El refugio rural del ‘narco’

  • Traficantes construyen sus casas de campo entre La Guareña y Magallanes

  • Urbanistas advierten que puede convertirse en un nuevo barrio de El Zabal

Una panorámica de la zona entre La Guareña y Magallanes captada el pasado jueves.

Una panorámica de la zona entre La Guareña y Magallanes captada el pasado jueves. / Miguel Ángel González

Que a un narcotraficante le dé por construir una vivienda de lujo en una zona determinada puede ser casualidad. Que lo hagan dos ya llama poderosamente la atención y el hecho de que las grandes edificaciones proliferen enciende todas las alarmas. Eso es exactamente lo que está sucediendo en la zona rural comprendida entre El Puente de la Guareña y Magallanes, una amplia franja del Jerez Rural que antecede a la pedanía de La Barca de la Florida.

Según informan portavoces autorizados del Cuerpo Nacional de Policía a este medio la barriada rural “del Puente de la Guareña de Jerez es una zona en la que sus vecinos temen que se convierta en una narco-urbanización dada la cantidad de nuevas viviendas de lujo que se encuentran en construcción”.

La zona en cuestión es peculiar. Según informan los vecinos de La Guareña, históricamente se da una circunstancia curiosa. “Al estar en alto el viento de levante pega muy pero que muy fuerte y es por ello que es tradición en la zona instalar muros altos para que el impacto no se note en las viviendas”. Todos apuntan a una finca cercana, llamada 'La Florida', “la cual arrastra gran cantidad de polvo y arena”.

Esos muros son un verdadero problema urbanístico que no pasa de largo para el delegado municipal de la disciplina, José Antonio Díaz, quien confirma que “en muchas ocasiones lo primero que se levanta es el muro para acto seguido construir en el interior lejos de las miradas”.

Conocidos urbanistas han alertado del elevado riesgo existente de que esa franja de terreno se convierta en una narco-urbanización, como El Zabal en La Línea, si no se adoptan medidas a tiempo.

Díaz apunta que en el área que dirige, Urbanismo, “hacemos inspecciones contantes de disciplina urbanística acerca de las construcciones ilegales que se levantan en la zona y ponemos los datos en conocimiento de la Policía”. Obviamente, esas inspecciones no se realizan a cuerpo gentil “sino con el auxilio, ayuda y presencia de efectivos de la Policía Local”.

Entre Urbanismo y la Policía -destaca José Antonio Díaz- “hay una sinergia para evitar que determinadas prácticas urbanísticas ilegales pueden derivar en la construcción de casas francas para uso de determinados delincuentes. Tenemos rutas por esa zona y se van haciendo inspecciones. Sin ir más lejos hace poco paramos una”. De otro lado es importante destacar que además de los cargos de narcotráfico que se imputan a los propietarios de esta 'mansiones', que no pueden demostrar de dónde han sacado dinero de cauce legal para financiarlas, se unen además acusaciones por delitos urbanísticos.

En la zona son habituales los muros altos para que no se vea qué se hace dentro

Un paseo por la zona deja bien a las claras que algo extraño sucede. La presencia de presuntos 'aguadores', atentos a dar la alarma, ya hace sospechar y el hecho de que las cámaras de vigilancia proliferen da mucho que pensar.

Esta zona es de difícil acceso, los carriles están en mal estado y entre los muros y la vegetación alta que rodea la zona cualquier intento de observación es complicado. Si a todo ello se unen los muros la sensación de inexpugnable se hace patente.

Los vecinos de la zona prefieren no dar sus nombres cuando hablan con este diario. La última actuación desarrollada por el Cuerpo Nacional de Policía tuvo lugar en la zona conocida como el Cortijo de los Horcajos. Quienes allí viven dicen “sentirse indignados por estar en el candelero y en boca de todos por gente que viene de fuera”. Asegura que La Guareña “siempre ha sido una zona tranquila” a la vez que reconocen que “últimamente se han vendido muchas parcelas en una zona que es una vía pecuaria”, es decir, un suelo de uso público que no se puede ocupar.

Urbanistas temen que si no se ataja se pueda convertir en una nueva narco-urbanización

En la actualidad en la barriada de La Guareña viven unas 150 familias que reportan unas 400 personas a la comunidad. Sobre los dos detenidos en la zona en los últimos meses los vecinos destacan que “la verdad es que no se han metido con nadie” si bien se asombran por la celeridad con la que han sido construidas algunas viviendas de grandes dimensiones.

El problema, en estos momentos, se puede considerar como algo incipiente, una tendencia entre los 'narcos' que cabe atajar cuanto antes. El alcalde de La Barca, Alejandro López, destaca a este respecto que “en la ELA no hay alarma social a este respecto”, si bien apunta que “ciertamente están lejos de La Barca”. También apunta la necesidad de que arreglen los viales de la zona de Magallanes que conectan con La Guareña. Quizás si la zona fuera más accesible se evitarían, por decirlo de algún modo, 'tentaciones'.

A finales del pasado mes de noviembre, en una operación contra un clan de la droga radicado en Estella, los agentes ya registraron una casa de campo en Magallanes propiedad de un joven que presuntamente se dedica al tráfico de drogas y que fue detenido en el transcurso de una fiesta ilegal en El Arroyo en plena pandemia.

El último chalé registrado por las fuerzas del orden lo fue a comienzos del mes en curso. Las indagaciones realizadas por la Policía Nacional consiguieron detectar la adquisición por parte del 'narco' de un terreno de 2.000 metros cuadrados y posterior construcción de un chalet de lujo compuesto por tres edificaciones de gran calidad y una piscina de más de 80 metros cuadrados, en la pedanía del Puente de la Guareña. Como ya se ha destacado esta construcción se asienta sobre suelo no urbano, y por tanto se encuentra prohibida su construcción, motivo por el que son acusados por el delito de ordenación del territorio.

Indicativo de la barriada rural de La Guareña. Indicativo de la barriada rural de La Guareña.

Indicativo de la barriada rural de La Guareña. / Miguel Ángel González

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