Palabra de amigo

MIGUEL RUIZ RUIZ. cOFUNDADOR DE ‘LOS KARCOMEDOS’, COFRADE, PREGONERO, rociero... Y AMIGO

Cerca de setenta años compartió Miguel junto a su esposa Carmen Retrato de una mujer irrepetible

Miguel observa, pensativo, a través de las ventanas de su hogar sentado en su sillón favorito.
Miguel observa, pensativo, a través de las ventanas de su hogar sentado en su sillón favorito.
Juan P. Simó Jerez

28 de abril 2013 - 01:00

Ahí está nuestro amigo, 'tocado' que no hundido, encajando su oronda humanidad en su sillón favorito, desde donde recuerda y observa pasar el tiempo a través del cristal. Veréis: A sus 85 años, Miguel arrastra desde hace semanas la losa de la pérdida de su mujer Carmen. Carmen Zaldívar Sánchez fue una extraordinaria mujer a la que una maldita neumonía se la llevó a la tumba. Y, ¿qué decir de Miguel? Una auténtica institución en Jerez, agente comercial del negocio familiar de fabricación de fundas para botellas, devoto cofrade, cofundador del Club de Amigos Karcomedo, pionero en 'plantar' una caseta en la Feria, 'Jerezanísimo' en 1976, rey mago en 1981, pregonero de El Rocío en 1991, de la Feria, de la Navidad, del Caballo... pero, por encima de todo eso, amigo. Este será el primer año que no pisará el albero. La feria más penosa. El ruido del bullicio llega hasta su hogar.

-¿Cómo se encuentra?

- ¿Sabes? Esto es duro, muy duro. Yo no era nadie y Carmen fue la que me dio la vuelta como un calcetín. He estado enamorado, enamorado hasta su último respiro. Y ahora me ha dejado como eso, como un calcetín. Pero mira, ahora me siento acompañado por ella. No sé... parece que me acompaña. ¡Es que la veo por aquí...!

- Cuénteme. ¿Quién fue Nicolás Sánchez?

-¡Uff! Eso es muy largo: Nicolás era tío de Carmen, que la acogió a los tres meses, un hombre importante que descubrió a Lola Flores. Nicolás fue un hombre hábil y con ojo para el negocio del espectáculo. La primera ocasión que Nicolás logró que Lola actuara en el Villamarta, aquello fue un revuelo. Lola quedó consagrada para su público en Jerez y cambió su nombre de Imperio Flores por el de Lola Flores. Protagonizó después por una carambola la película 'Martingala' y fue tal el éxito que vio entonces el momento de marcharse y triunfar en Madrid. Vivió junto a nosotros; recuerdo que yo, de chiquillo, me encargaba de cobrarle la renta cada mes.

- Y se conocen entonces.

- Mi madre era profesora de piano. Pero el piano no daba más de sí. Un día, Nicolás y su hermano Manolo se presentaron en mi casa, en Sancho Vizcaíno, con un nuevo piano, junto a su sobrina Carmen. Era yo un quinceañero. Yo ya la había visto en los retablos infantiles que hacía Luis Gómez en el Villamarta. Esa mujer bailaba de todo, era una alegría, tan extraordinaria que el teatro se venía abajo. Yo entonces estudiaba francés en la Escuela de Comercio y Nicolás, que dominaba el inglés y el francés, se ofreció a darme clases en su casa. Y entonces, los contactos con Carmen fueron muy frecuentes.

-Y, como en el cuento, se 'hablan', se casan y son felices.

- Después de quince años de noviazgo. Y en 2007 cumplimos las bodas de oro. Fíjese, casi setenta años juntos, una vida entera. Renovamos los votos en la ermita de San Telmo ante el mismo Cristo de la Expiración que nos vio casarnos. Mis relaciones con la cofradía eran muy fuertes, fui hermano mayor, y Carmen sintió siempre especial devoción por la Virgen del Valle. Yo, muchas veces, le observaba cuando hablaba a la Virgen, le llamaba, le 'humanizaba' de tal forma que parecía hablar con una amiga. Fue camarera de la Virgen, pero después relevada. Hasta que años después fue reconocida con el diploma de camarera honoraria perpetua.

- Este año no ha habido suerte.

- Sí, la lluvia pudo más. Gran pena para Carmen, que había colocado una rosa en las manos de la Virgen junto a los costaleros. Esa misma 'madrugá', me había dado Carmen un diurético. Nos sentamos y, con el tiempo, mira, cuando tenía que levantarme para ir a un aseo, no sé porqué me acordaba del Xerez y pensaba: '¿Será posible que haya perdido otra vez? ¡Hay que ver!, ¡veintitantos partidos...!' Y cuando volvía, me sentaba y como si nada. Y, de pronto, otra vez me tenía que levantar y otra vez el Xerez, así unas cuantas veces. ¡Anda que estoy sufriendo! Yo se lo decía a Carmen: 'Si gana el Xerez, yo soy muy feliz, contigo mucho más, pero es que cuando lo estoy viendo ahora...'

-1946 es una fecha que le suena, ¿no?

-Fue un 12 de febrero, cuando nueve animosos jóvenes formalizaron su sincera amistad con la creación del Club de Amigos Karcomedo. Éramos Juan Carlos Mateos, José Tirado, Juan Vázquez, Diego Asencio Perico, José Epifanio Sandoval, Francisco Letrán ('El Rizos'), José Luis Flores 'Poncho', Juan Luis Domínguez y yo. Pero todos entendían que, aunque no fuera posible, mi novia Carmen, que era entonces la que aportaba la alegría y la simpatía del grupo, podía quedar como 'novia' sempiterna del club.

-¿Cómo era Carmen?

- Alegre, tan alegre... Era de una alegría tremenda. La he visto sacar a bailar en nuestra caseta de feria de los Karcomedo, donde frecuentaba el buen flamenco, a gobernadores, a artistas de cine, de teatro... Verle bailar sevillanas era un espectáculo, y más si tenemos en cuenta que fueron sus 'maestros' los sevillanos 'Regalito' y Enrique Jiménez 'El Cojo'... Si fue ella la que me hizo. Me mandaba siempre y yo loco de contento. Me hizo ser más sociable, buscar amigos... Yo solo no hubiese hecho nada. Lo que hacía era porque Carmen me espoleaba.

-Recordará la ilusión de Carmen cuando le pidieron que pregonase El Rocío.

-Decía que fue su mayor satisfacción en su vida, el día más feliz aparte de su boda y el nacimiento de sus dos hijas, María Inés y Soqui, verme en La Concha pregonando El Rocío. Cuando llamó a casa el entonces hermano mayor, Antonio Camacho, se hincó de rodillas como pidiendo que esa fuera el motivo de la llamada. Me presentó mi gran amigo Andrés Luis Cañadas, que siempre colaboró mucho conmigo desde Radio Popular, junto con ese gran periodista que fue Manolo Yélamo. Así lo hicieron, por ejemplo, cuando inventamos el Pregón de la Navidad. Yo pensaba que aquello no era espectáculo, que había que hacer a los espectadores partícipes de la fiesta. ¿Qué mejor que con la zambomba, entonces casi perdida? Así lo hicimos. Había zambombas con sus lumbres de todo tipo: De gutifarra, de pan de telera, de garrafa de vino, oloroso y anís... Creo que conseguimos rescatar la zambomba, con su sabor, su historia y su cultura, que ahora se han perdido.

- Y por último: ¿Cómo el pionero de las primeras casetas decoradas de la Feria nunca se ha echado una copa al coleto?

- Pues sí. Eso es cierto.

Dije adiós a Miguel. Me preguntó si volvería. Le prometí que así lo haría. Palabra de Karcomedo. Palabra de amigo.

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