Papas que renunciaron (II)
Tribuna libre
Alo largo de la historia han sido muy pocos los papas que, una vez elegidos y sentados en la Cátedra de Pedro, han renunciado a su cargo. Seguimos enunciando aquí aquellos de los que queda constancia histórica.
3.- GREGORIO VI (1045-1046)
Se llamaba Juan Graciano Pierloni y había nacido en Roma. Era un clérigo de bastante cultura y costumbres edificantes y había alcanzado el cargo de arcipreste. Cuando Benedicto IX, que era ahijado suyo, ofreció su renuncia si se le resarcía de los gastos empleados en alcanzar el solio pontificio, Juan Graciano, pensando que era un gran servicio a la Iglesia librarla de Benedicto IX ofreció dar la cantidad exigida y lo hizo en efecto. Benedicto presentó la renuncia y seguidamente Juan Graciano fue reconocido como papa con el nombre de Gregorio VI.
Gregorio fue reconocido como pontífice legítimo por la nobleza romana y por los mejores hijos de la Iglesia, que veían en él al reformador que anhelaban. Gregorio pronto vio que sin la ayuda del emperador no podría acabar con los desórdenes que asolaban la vida de Roma y se decidió a llamar al emperador Enrique III para que bajara a Italia. Éste así lo hizo y en Italia fue informado de que Gregorio había obtenido la sede papal luego de pagar una fuerte suma de dinero, lo que escandalizaba incluso a quienes reconocían las virtudes de Gregorio. Enrique III pidió a los obispos que se reunieran para deliberar sobre este asunto y en efecto se tuvo un sínodo en Sutri en diciembre de 1046. En este sínodo se declaró antipapa a Silvestre III y no se le reconoció otra dignidad que la de obispo de su antigua diócesis, pero se le mandó recluirse en un monasterio a hacer penitencia. El sínodo no se atrevía a juzgar a Gregorio por si era verdadero papa, pero Gregorio se adelantó a confesar la verdad y decir cómo había llegado al papado. Entonces el sínodo le pidió que abdicara y Gregorio lo hizo sin demora y de buen grado el 20 de Diciembre del año señalado pidiendo perdón por lo que había hecho equivocadamente pero de buena voluntad. En 1047 pasó a Alemania acompañado por Hildebrando, el futuro papa Gregorio VII. En Alemania estuvo confiado a la custodia del arzobispo Hermann de Colonia. Allí falleció en noviembre del dicho año. Es claro que Hildebrando lo tenía por verdadero papa y por ello cuando ascendió a la sede pontificia se puso Gregorio VII.
4.- SAN PEDRO CELESTINO (1294)
Su nombre de pila era Pedro, y había nacido en la aldea de Molise, en los Abruzos, hijo menor de un campesino que tuvo once hijos. De joven sintió la vocación religiosa y profesó en un monasterio benedictino pero, deseoso de la vida eremítica, se estableció en el monte Morrone, cerca de Sulmona y allí fundó una nueva congregación eremítica, con normas muy severas. Su casa central estaría en Maiella.
Muerto el papa Nicolás IV el 4 de Abril de 1292, los cardenales, divididos en los partidos de los Orsini y los Colonna, estuvieron veintisiete meses atascados en el cónclave sin llegar a un acuerdo sobre a quién elegir. La Iglesia estaba escandalizada de aquella tardanza y Pedro de Morrone desde su celda se permitió escribir una carta a los cardenales recordándoles su responsabilidad y amenazando con un castigo divino. Y entonces los cardenales, reunidos en Perusa, llegaron por fin a un acuerdo: elegir papa al monje ermitaño Pedro de Morrone, que les había escrito aquella carta, y así lo hicieron el 5 de Julio de 1294. Una delegación del colegio cardenalicio fue a buscar al elegido y le ofreció la tiara. Pedro, espantado, intentó huir pero sus monjes se lo impidieron y al aceptar la elección tomó el nombre de Celestino V.
Era evidente la absoluta falta de preparación de Celestino para su alto cargo y su total inexperiencia en los asuntos así eclesiásticos como temporales, lo que se puso de manifiesto en las primeras medidas que tomó o aprobó, plegándose a la voluntad del rey de Nápoles.
Muy pronto la bondad que había en él o por mejor decir su santidad le hizo plantearse si de verdad a la Iglesia le convenía un papa tan falto de preparación y experiencia que gobernara “ex plenitudine simplicitatis” (desde la plenitud de la simplicidad), y entonces pensó en la abdicación. Tuvo la lucidez de consultarlo con estupendos canonistas, los cuales le aseguraron que podía en conciencia dimitir del pontificado si entendía que ése era el mejor servicio a la Iglesia. Hizo primero redactar una bula en la que se afirmaba la legitimidad de una renuncia libre y hecha en conciencia. Publicada la bula, reunió a los cardenales en público consistorio el 13 de Diciembre de 1294 y delante de todos ellos hizo renuncia formal a la dignidad de pontífice romano. Los cardenales pudieron pasar a elegir un nuevo papa que fue el canonista Benedetto Gaetani, que tomó el nombre de Bonifacio VIII.
El nuevo papa, temiendo con razón que el dimitido cayera en manos interesadas y lo hicieran bandera de un cisma lo recluyó en Monte Fumone. Allí murió el 19 de Mayo de 1296. Fue canonizado por Clemente V el 5 de Mayo de 1313, y se le conoce como San Pedro Celestino.
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