Primos

Á. Espejo / Jerez

24 de julio 2012 - 15:28

Entre las muchas definiciones de primo que recoge el diccionario hay una que define perfectamente mi estado de ánimo, imagino que compartido por la inmensa mayoría de los españoles. “Dícese de la persona incauta que se deja engañar fácilmente”. Ayer fue otra jornada de infarto, y el corazón empieza a resentirse porque van unas cuantas. No nos engañemos. España no está al borde, está dentro del abismo al que nos empujan los mercados por las dudas que genera el país para pagar su deuda, a la que sirve de termómetro la prima de riesgo, que cerró en la posición más alta desde que se implantó el euro, 632 puntos básicos después de tocar en la sesión los 640 puntos. La pregunta es: ¿De qué sirven los ingentes sacrificios que estamos haciendo desde el primero hasta el último de los españoles?. Si es cierto que España no puede caer –léase no la pueden dejar caer– porque si iría a pique todo el sistema euro, creo que somos primos y estamos siendo primos. Y no sé que es peor.

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