Quince grumetes de Jerez surcando la Gran Final del Falla
Carnaval
Hace veinte carnavales que la comparsa labrada en San Miguel 'Grumetes gaditanos' consiguió meterse entre las elegidas para disputar los premios.


Tras el telón: ¿Quién es esta gente?
En el verano de 1994 el insigne autor de comparsas Antonio Bustos recibió una encomienda de su amigo José Manuel Prada Durán. "Escríbele a los niños del grupo de Jerez que yo este año no puedo". Bustos no andaba convencido. Un autor de su categoría, que en los 80 había competido de tú a tú con un pletórico Antonio Martín y hasta en alguna ocasión le arrebató el primer premio, escribiendo a un segundón sólo porque viviera allí. Hubo una reunión. A un lado de la mesa, Bustos. Al otro, Miguel Ángel Romero, un chaval de la Cruz Vieja en la veintena, director de la comparsa jerezana que había llevado Prada al Falla y antes Luis Ariza. Con ‘Caleseros’, dos años antes, habían participado dignamente en semifinales. "Si queréis que os escriba", lanzó Antonio, "tenéis que dejaros todo ensayando". Romero ya andaba cansado pero aprovecharon la oportunidad. "Éramos unos chavales y de Jerez, nos faltaba la disciplina de Cádiz y Bustos nos la dio". Unos meses más tarde, ‘Durse y reondo’, con su ceceo y su pasodoble melódico se quedó a un pasito de entrar en la final. Premio cajonazo por aclamación. "Hubo mano negra", clama Bustos 21 años después. Los componentes son algo menos viscerales, porque reconocen que Cádiz premia la constancia. "En el 94 le dices a cualquier experto del carnaval que un grupo de Jerez iba a entrar en la final y te dice que estás loco", hila Pepe Dorantes. En 95 acertaron los derrotistas. Un año más tarde...
Presentación: Arriba telón
Segundos antes de las 3 de la madrugada entre el 16 y el 17 de febrero de 1996 subía el telón del Teatro Falla para que los quince niños jerezanos en camiseta de rayas horizontales rojas y blancas cantaran en una Gran Final. Casi tiritaban por los nervios –Youtube les delata–. Frío sentían sobre las tablas y frío hacía fuera. Frío era el ambiente en el estreno porque "las finales, con tanta cámara y tanta prensa en comparación con otras sesiones del concurso no te da espacio para congeniar con otros grupos", lamenta Miguel Ángel. Él y su hermano eran la caja de máquinas de Grumetes, caja y bombo, ese que pellizcaba el aire despacio pero seguro en cada 3x4 y en cada cuarteta. "Mi hijo es el tío con más suerte del mundo, acababa de dejar yo la comparsa y me cogió el sitio para meterse directamente en la final", explica Manuel, padre de Rubén Algeciras, que tenía 16 años. Poca edad le sacaban aquellos chaveas de San Miguel o de La Granja con los que compartía tablas, que apenas empezaban a casarse. "En el 95 llegamos con ilusión y nos fuimos picados. Antes, el resto de grupos nos había tratado bien. Ahora casi nos temían. Sé de buena tinta que alguno paró su ensayo para encender la radio y escuchar lo que llevábamos", cuenta Pepe Dorantes. Se acabó el compadreo porque los aficionados ya eran rivales a los que Bustos convirtió en comparsistas salidos de la mili del papelillo. La presentación de los Grumetes empezaba con un grito. "Quiera Dios que haga buen tiempo". Con la subida de las cortinas salió el sol de madrugada para quince chavales de Jerez.
Primer pasodoble: "¿Qué habría querido mi padre?"
A 15 días del pelotazo que volcó el Falla, de aquel ‘Durse y reondo’ del 95 que nadie se explicaba, el padre de los hermanos Romero falleció en Sevilla durante una intervención coronaria. No era un hombre cualquiera. "Fue nuestro primer fan", dice Miguel Ángel. "El que llevaba las cuentas, el que organizó la venta de papeletas para pagarnos los gastos de la comparsa, que eran muchos", repica Carlos Calderón, otro componente. Los trece marcharon a Sevilla al velatorio y se pusieron a disposición de los dos Romero. "Haremos lo que nos digáis, si no queréis carnaval este año lo entendemos, todavía podemos quedarnos en casa". Pero aquellos hijos no cogieron el guante, el barco tenía que zarpar. "Vosotros lo conocíais". Se miraron. "Ahora es el momento de echarlo todo cantando. ¿Qué habría querido él? ¿Cómo no vamos a ir al Falla?", replicaron los hermanos. "Se ve que mi padre nos tuvo que echar una mano desde arriba", evoca hoy Miguel Ángel.
Segundo pasodoble: ETA mata a Tomás y Valiente
Si frías eran las noches de febrero, gélidas eran las portadas de los periódicos españoles que retrataban el lamento nacional por el asesinato de Francisco Tomás y Valiente, el jurista español más ilustre del siglo XX. Cuando un pistolero de ETA le abordó en su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid, prendió la pólvora de una sociedad que salió con tanta fuerza a la calle como no lo había hecho desde la respuesta al golpe de Tejero de 1981, como ilustran las hemerotecas. Desde el fondo de esa indignación escribió Bustos un pasodoble de ‘Grumetes Gaditanos’. Lo llevaron a semifinales. Era una agresión frontal al agresor, directa, sin poesía, sin simbolismo. "Y si es que quieren guerra esos mierdas de etarras, aquí tenemos gente [a la] que le sobra[n] agallas, pa ponerle fin a ese nío de ratas, que pa medirse a un cabrón, le sobra huevos al resto de España". En la Final, la finalísima, repitieron esa letra. En el bombazo de remate musical agacharon la cabeza, como manda el reglamento de las comparsas clásicas. El público rugió saltando de la butaca. Pasaron unos segundos y se quitaron el gorro de marinero como los toreros, agradeciendo al tendío del Falla. Pasaron, 20, 30 segundos. Se miraron entre ellos. Los ojos comenzaron entonces a girarse sobre los de Bustos, que sabía de reventar el ambiente. "Yo les hacía así para que se quedaran quietos". Pasaron 30, 35. Se volvían a colocar el gorro y a quitárselo. Sonreían entre ellos desde una profunda timidez. 40, 45. Sonaban pitos de aprobación. "Esto no lo hacen las comparsas de hoy en día", cuenta Carlos. 50, 55. "20 años después no sé explicar lo que sentí ahí". 55 y 60. Un minuto en pie el Falla a una comparsa de Jerez.
Cuplés: ‘Ya estamo en Cai’
Antonio Bustos explica que se había llevado a los niños de Jerez a pasear por los barrios gaditanos unas semanas antes del debut para que "supieran de qué iba el popurrí, el pasodoble...". "Hay comparsas de fuera que se hartan de cantarle a Cádiz sin saber dónde está la Alameda Apodaca y esto no se puede hacer así. Bustos nos dejó claro que teníamos que apuntarnos a los concursos, los de popurrís, de pasodobles... Hacer el carnaval de Cádiz en la calle", recuerda Carlos. "Yo he estado a las cuatro de la mañana en las peñas de la Viña cantando", dice Pepe. "He tenido que enseñar el DNI en Cádiz para demostrar que era de Jerez, porque la gente no se podía creer que con lo que llevábamos no fuéramos una comparsa de cualquiera de los barrios del centro".
Estribillo
"Mi barquito se hace a la mar,/por la mar en barquito vengo,/y a babor, y a babor, y a babor,/ que está esperando mi niña, no llores más,/porque ya está en Cai tu marinero, tu marinero".
Popurrí: Duende de Jerez
"Metimos mucho flamenco, era una cosa muy trabajada, muy difícil de hacer", defiende Miguel Ángel. Llevaban tangos, alegrías... "Yo en el 96 lo dije claro: ‘señores, este el mejor conjunto de voces que hay en el concurso’", sigue peleando Bustos. LuisRipoll, el autor que heredó el grupo en 2002 y que siguió coqueteando con Jerez en diversas comparsas hace un lustro, señala que "tenían unas voces magníficas, con un gran deje flamenco que se daba la mano con el carnaval. Esa era la forma de cantar de Jerez, de San Miguel, que es donde habían estado ensayando muchos años"
La resaca de las mareas
Después de Grumetes Gaditanos llegaron algunas comparsas más con Bustos que no tuvieron el mismo aplauso. Miguel Ángel reconoce que "al año siguiente, con ‘El duende de Cai’, nos equivocamos con el disfraz, porque llevábamos una barba que nos tapaba la cara y perdimos uno de nuestros fuertes, la gestualidad con la que cantábamos. Hubo cosas muy buenas, comoLa Herrería, pero ahí acabamos ya cansados, era cada vez más difícil coincidir para ensayar". Tres años se quedaron las gargantas al relente. En 2002 se alinearon los planetas y Jerez volvió a enmudecer al Falla. ‘La Pájara Pinta’ fue una propuesta seguidora del clasicismo, esta vez de la pluma de otro histórico, Ripoll. Aquel grupo mantenía la estructura de componentes y se quedó a las puertas de la Final pero ni por esas se animaron a seguir intentándolo. De hecho, la hemeroteca revela que Diario de Cádiz la daba por finalista segura. Quizá podría haberse repetido la historia del 95 y el 96. Una decepción primero para alcanzar una final después. Porque en 2003, en plena guerra entre los autores Martínez Ares y Juan Carlos Aragón surgió un autor de juveniles que les robó la gloria, Luis Rivero. De haber concursado, se habrían encontrado a uno de los jurados más valientes que se recuerdan en el COAC.
En aquel 2002 de la ‘Pájara’, seis años hacía del acceso a la final y otros seis tuvieron que pasar para el último ramalazo del grupo. En 2008 ‘Al tran tran’ se quedó en cuartos por un manojito de puntos que le hubieran vuelto a meter en una semifinal, de nuevo con Bustos. Gustó mucho ‘Esto me suena’, otra vez de Ripoll, en 2011. Aquel estilo clásico de Jerez seguía en pie de guerra, con una leve adaptación a los nuevos tiempos, el de las comparsas modernas que incorporan propuestas rítmicas importadas de otros géneros. "Cada diez años va cambiando el estilo y hay veces que gusta más una cosa y otras veces otra", lamenta Ripoll.
"Los años de Al tran tran en adelante fueron el empeño de Manuel Otero y Rubén Algeciras sobre todo. Se cansaron y ahora cantan en Cádiz –esta noche ambos actúan en la Final con la comparsa de Kike Remolino y Faly Mosquera ‘Los camellos’–, pero se han partido la cara por sacarlo adelante", subraya Miguel Ángel. El que fuera el director de ‘Grumetes’ apostilla que "el otro día leí en una entrevista que hicisteis a Alberto Domínguez que enJerez no se puede volver a sacar un grupo de nivel.No estoy de acuerdo. Cuando empezamos en el 88, que yo tenía 22 años y fui director siendo el mayor, sí que era complicado. Había dos tipos de personas que podían entrar en nuestra comparsa, o aficionados o gente que supiera cantar. Sólo unos pocos reunían las dos cualidades. No valen aficionados que no dan el nivel, porque es un concurso, lógicamente. Hicimos el esfuerzo de traernos a gente que supiera cantar a la que ir convirtiendo en aficionados.Hoy es mucho más fácil encontrar a jerezanos que mueren por el carnaval. Yo lo veo. No me embarcaría otra vez porque es muy difícil de llevar con mi trabajo, sólo haría el esfuerzo si veo que volvemos con la ambición de ganar, no para quedarnos en cuartos de final. Lo que hace falta es creérselo en serio, como hicimos en los 80 y a principios de los 90, y que haya alguien que diga que sí se puede, que palante".
Es el único optimista. La mayoría se pliega a que por más que se haya intentado los últimos años, no hay nada que haga pensar que puedan volver a navegar por el Falla otros grumetes. Quizá no basten, ni siquiera, otros 20 años.
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