Jerez

Rocierismo del número uno

  • Las familias Domecq y Bohórquez conservan la primera casa de la calle Almonte desde la década de los cincuenta

Luis Domecq y Fermín Bohórquez están en el porche de la casa. Santiago Domecq Bohórquez se encuentra también viendo cómo entra Sanlúcar para presentarse ante la Blanca Paloma. Ana María Bohórquez Escribano, también, sentada tranquilamente ante la puerta. Ella ya sabe mucho del Rocío. Fue hace ya muchos años atrapada por la Reina de las Marismas; tanto es así que la hermandad entregaba este año, junto con 'El Lupi' y Francisco Pereira, la insignia de oro de la hermandad del Rocío el día de la función principal.

Todos ellos están en el porche de la casa que es número uno de la calle Almonte, algo así como hablar de los tuétanos del Rocío. Santiago Domecq Bohórquez narra la historia de la casa. "Esta casa la compró mi abuelo Fermín Bohórquez Gómez junto con Álvaro Domecq Díez, Toto y Fernando León Manjón, Manolo Maestre, Juan Pemán Domecq, Jaime Domecq Ibarra y Salvador Díez, entre otros", recuerda ahora Santiago Domecq. También rememora como apenas llevaban dinero en metálico para señalarla. "Se fueron a Almonte, hablaron con algunos de los que te he nombrado que no vinieron y por teléfono se pusieron todos de acuerdo. Se señaló con poco dinero y la operación se cerró días después", asegura. Era la década de los cincuenta cuando así, de esta forma, la Reina de las Marismas sellaba a través de la compra de una casa, la presencia de estas familias tan jerezanas y tan rocieras.

Han pasado ya muchas décadas. Pero el sentimiento rociero sigue estando presente en el número uno de la calle Almonte, lugar por donde van llegando la mayoría de las hermandades el día de sus presentaciones ante la Blanca Paloma.

Y lo más importante, no es que se efectuara la compra. Si no que han sabido cuidar y mimar esta devoción ante la Patrona de Almonte. "Ya somos hasta cuatro generaciones aquí en el Rocío", comenta.

Jerez tiene muchas casas en Muñoz y Pabón o Bellavista. Pero todos los rocieros saben que en la calle Almonte, a unos metros de la ermita, la familia Domecq y la familia Bohórquez siguen sintiendo el Rocío. A su manera. A caballo. Con elegancia, como estas casas saben hacer siempre.

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