Roma: Escultura

Diego Bejarano Gueimúndez. As. Amigos Del Museo.

JEREZ, 08 de mayo 2018 - 01:31

La mirada severa y tranquila del busto de un ciudadano principal de Hasta Regia nos indica que nuestro destino estaba decidido y que toda resistencia era inútil: Roma iba a conquistar la Península Ibérica.

Los rasgos de la cara se representan con todo detalle, como corresponde a los retratos de la época Republicana, en el siglo I a. C., muy influidos por la costumbre de realizar mascarillas de cera del rostro del pariente difunto, las imagines maiorum que se conservaban en el hogar.

Pero no todo iba a ser violencia y sufrimiento. La elegancia serena que emana del busto femenino situado junto al del noble hastense nos habla de una época también de belleza y esplendor. Luce un delicado tocado de trenzas recogidas en la nuca, y su rostro idealizado nos informa de cierta evolución en el estilo, ya en los siglos I-II d. C. Nunca sabremos si pudo tratarse de una dama romana de cierto nivel social o una diosa, Diana quizás.

Pero no serán los únicos personajes de esta fascinante historia: Juno Pronuba (matrona de honor), protectora del matrimonio, parece extrañarse, por motivos evidentes, de estar compartiendo vitrina con dos representaciones de Baco, relacionado con la vid y dios del vino... Aquella está representada en bronce, mientras que éstos están realizados en mármol, y debieron situarse sobre una pilastra -herma- adosada a una pared, posiblemente en el patio o jardín de alguna de las villae de la campiña, de donde proceden, antecedentes de nuestros actuales cortijos.

No son las únicas esculturas existentes en nuestro Museo Arqueológico Municipal, en donde tenemos una buena muestra del desarrollo y perfección que se alcanzará en nuestra zona durante el Imperio Romano.

Otras piezas de gran tamaño, que por su excesivo peso han sido situadas en el patio en planta baja, provienen también de Hasta Regia y de cortijos cercanos a Jerez, o de la propia ciudad, donde fueron reaprovechadas como material de construcción en algunos edificios.

Y un claro ejemplo es la figura femenina con túnica y manto, del siglo II d. C., de la que destacan los espectaculares pliegues que la envuelven y se cruzan por debajo del pecho, y que aguarda pacientemente a que vengan a admirarla como hace casi dos mil años debieron hacerlo quienes visitaban a los dueños de la villa del ager ceretanus, donde se encontraría.

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