Jerez tiempos pasados

Tradición de representaciones teatrales en la festividad del Corpus

  • En el siglo XVI y según una antigua tradición española, la festividad del Corpus Christi se festejaba con la representación de autos sacramentales en funciones que se escenificaban sobre tablados callejeros, sin ninguna clase de decorados.

JEREZ cuenta con una antigua y destacada tradición teatral, con motivo de la anual festividad del Corpus Christi. A finales del siglo XVI, y al igual que en otras importantes ciudades andaluzas, abundaban las representaciones de autos sacramentales, coincidiendo con la solemnidad religiosa que, en nuestra ciudad, siempre tuvo el máximo relieve, a nivel de celebración religiosa y solemne procesión eucarística por numerosas calles del casco antiguo.

Según dos históricos documentos del Archivo Municipal consultados por nosotros, y recogidos en nuestro libro 'Cinco siglos de teatro en Jerez', publicado en 1996, podemos citar el acuerdo de Cabildo de fecha 8 de junio de 1590, por el que se relacionan los puestos donde habrían de celebrarse, en dicho año, las acostumbradas representaciones teatrales del día del Corpus, para lo que se instalarían los correspondientes tablados, en los siguientes lugares:.

"El 1º, a la puerta de D. Bartolomé Dávila Sigüenza; el 2º, a la puerta del canónigo Flores; el 3º, a la puerta del Lcdo. Castillo, junto a la puerta de Farfán; el 4º, en la plazuela de la Yerba; el 5º a la puerta de la calle de los Fundidores (hoy de San Cristóbal); el 6º, a la puerta de Alonso Rodríguez, boticario en la Carpintería; el 7º, a la puerta de D. Francisco de Zurita; el 8º, en la plazuela de la Jabonería (llamada luego de Orbaneja y Carrizosa); el 9º, en la plazuela de San Juan; el 10º en la calle de Francos, a la puerta de D. Juan Alonso de Villavicencio; el 11º, en la misma calle, enfrente de la puerta de D. Baltasar de Morales; el 12º, enfrente de la casa de D. Diego Fernández de Herrera, también en la citada calle de Francos".

Y, como final de la curiosa relación, ésta concluía de la siguiente manera: " Y si a los caballeros diputados les pareciere hacer más tablados, se le remite para que hagan los que le pareciere".

Como habrá podido observar el lector, la mayoría de estos tablados deberían ser muy pequeños y sumamente estrechos, dada la angostura de algunas de las calles donde iban a instalarse, especialmente la calle Francos, si es que venía a ser tal como hoy, más o menos, la conocemos, por lo que pensamos que muy escueta y sobria debería ser la actuación de una o más personas recitantes que se limitarían a leer o declamar alguna escena o pasaje de un auto sacramental, en exaltación de la Eucaristía.

Estos tablados, como bien dice el historiador jerezano Manuel Ruiz-Lagos de Castro, en su obra 'Controversia en torno a la licitud de las comedias en la ciudad de Jerez de la Frontera' (C.E.H.J., Jerez, 1964), eran "tan pobres, que ni siquiera decoración tenían; la imaginación popular tenía que ayudar a la misma representación, o el propio autor se encargaba de dar a conocer la plasticidad, inexistente, de la escena; pobres elementos escenográficos y decorativos, en la mayor parte de las veces suplidos con la buena voluntad de los espectadores". Y el mismo historiador nos recuerda en otra obra suya, sobre los autos sacramentales de Lope de Vega, que era tal la pobreza del teatro español que en aquél caso "se contaba con unos carros móviles que servían para la mutación escénica", refiriendo no obstante que, en el caso de las representaciones del Corpus, entonces sí se contaba con tablados fijos, que se levantaban a propósito, no solo en Jerez, sino en otras regiones españolas, expresamente para estas funciones callejeras, cuyo único descendiente lo podemos encontrar en esos altares eucarísticos que aún hoy día se levantan en el itinerario oficial de la procesión que desfila por la misma carrera oficial actual, desde el año 1793.

El segundo documento que conocemos sobre los autos sacramentales de la festividad del Corpus en Jerez, corresponde igualmente al mismo año y lleva fecha de varios días después. En él se dice que reunido el Cabildo el 23 de junio de 1590, D. Baltasar de Morales Maldonado - recordemos que ante su casa se mandó montar el tablado número 11 - y dijo "que la ciudad acordó de conformidad que se hiciesen los tablados donde habrían de representar los recitantes el día de la fiesta de Corpuscriste (sic), é ha sido en los sitios que antiguamente se solían hacer, los cuales están señalados y declarados en el dicho acuerdo de la ciudad, y no se cumplió con lo acordado por la ciudad, porque en algunos sitios no se hicieron tablado ni se representó los autos; y en otros aunque se hicieron tablados, no fueron de ningún efeto (sic), porque tampoco se representó en ellos. Da cuenta a la ciudad de ello para que se mande hacer averiguación cuya fue la culpa, si fue del carpintero o del recitante, la ciudad provea y mande que no se le pague, sino respectivamente lo que hubieren trabajado".

Por lo visto, en dicho año de finales del siglo XVI parece que ni se montaron todos los tablados que se habían venido haciendo tradicionalmente, desde muy antiguo, en determinados lugares, ni tampoco se dieron las representaciones que se esperaba, ya que, como dice el diputado de cabildo, D. Baltasar de Morales, en los tablados que se prepararon éstas "no tuvieron efecto". Tampoco nos queda claro si las funciones se hacían al paso de la procesión o en otras horas del día, y si eran ejecutadas por uno o más actores o recitantes.

Lo que sí sabemos es que para evitar los rigores del calor del verano, la procesión solía llevarse a cabo por la mañana, bien temprano, por lo que nos aventuramos a pensar que las representaciones teatrales se pudieran hacer a la caída de la tarde, con la temperatura más fresca. Y, desde luego, nada de autos sacramentales de larga duración y muchos actores, al estilo de los de Calderón o Lope de Vega, sino más bien recitados de un solo actor, o muy pocos más, en funciones cortas de uno o dos actos, en exaltación del Cuerpo de Cristo, como parece que también se hacían en otras poblaciones españolas, incluso en pueblos muy pequeños, cuya fiesta mayor era la del día de Corpus.

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