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El Rocío 2022

Las andas de la Virgen fueron el obstáculo para el encuentro

  • La Blanca Paloma regresó al santuario tras dos horas de procesión por problemas con el paso

  • Jerez se quedó sin ese momento efusivo la visita de la Blanca Paloma a la casa de hermandad

Una imagen de la Virgen del Rocío.

Una imagen de la Virgen del Rocío. / Miguel Ángel González

La procesión de la Virgen del Rocío quedó suspendida como consecuencia de la rotura del el banco delantero del paso. Todo ocurría poco después de la salida de la Virgen. A partir de la zona de los acebuchales, la Blanca Paloma comenzaba con la visita a las hermandades que tienen su casa en la plaza de Doñana. Huevar, Villamanrique, Pilas, Coria, Carrión y así hasta llegar a la hermandad de Triana. Allí quedaba el nuevo paso de estreno de la Virgen en el suelo. Nervios, preguntas al aire y una decisión que se tomaba y que no era otra que la de regresar a su santuario. Sonaba las alarmas y los almontenños, dueños de la Señora cuando la Santísima Virgen se hace a las calles, la llevaban con celeridad hasta el santuario. Así acababa la procesión de este año. Atípico. Raro desde el principio y sin respuesta lógica en una primera impresión. Era el Rocio del reencuentro y la Virgen comenzará a dar sentido a todo lo que ha venido sucediendo en esta romería ante tanta falta de entrenamiento. Ella también escribe derecho en renglones aparentemente torcidos.

A partir de ahí, el semblante de muchos romeros era de sorpresa, de asombro, quizá, y de un poco de desilusión. Son las cosas de la romería. No cabe explicación a pesar de que no hubo un rincón en toda la aldea que no buscara la solución a lo ocurrido. Algunos incluso hablaban como sentando cátedra. Como si todo esto de la romería fuera tan fácil. La Señora quedaba en su altar de nuevo y eran las hermandades las que, tras la llamada de la Matriz de Almonte, hacían presencia ante la Blanca Paloma en la ermita.

Un rosario de simpecados iban tras la llamada de la hermandad de Almonte. Todos a la búsqueda de la Virgen ya que la ilusión de verla en esa visita tradicional se hacía imposible. A las siete de la mañana ya había hermandades camino del santuario. Desde la hermandad de Jerez se hacía un llamamiento para acompañar al Simpecado a partir de las 9,15 de la mañana desde la casa de hermandad.

Era un río de rocieros jerezanos los que se alistaron a la bendita misión de ir a ver a la Reina de las Marismas. A la cabeza, el obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, monseñor José Rico Pavés. El camino se hacía lento por la cantidad de hermandades que iban por delante. Lento y caluroso ya que el sol se había hecho con el dominio de la aldea. Era un camino lento pero sin pausa. Y Jerez llegó ante la presencia de la Virgen del Rocío. Por la puerta principal. Una presencia sólida. Cargada de devoción y de romeros que hicieron que la hermandad volviera a entregar en la aldea del Rocio las credencias de que es una hermandad grande.

Los rocieros jerezanos, ante la Virgen. Los rocieros jerezanos, ante la Virgen.

Los rocieros jerezanos, ante la Virgen. / Miguel Ángel González

Justamente a las 12.20 de la tarde, el Simpecado llegaba de nuevo a la casa de hermandad. Una Salve y unos vivas que fueron pronunciados por el hermano mayor, Joaquín Vallejo, y una estancia breve de convivencia en la casa de hermandad.

Ciertamente la cara de muchos romeros era un poema. No hubo fotos de grupos porque no hubo esa alegría adherida a la presencia de la Señora de Almonte. Todo el esfuerzo desarrollado durante estos días para llegar a ver a la Virgen ante Jerez quedaba anulado por la rotura de tres barras de carga. Son las cosas del Rocío. No hay explicación alguna por mucho que todos queramos haber sacada una licenciatura en ingeniería y dar con la clave. El año que viene será si Ella lo quiere cuando se presente en su procesión ante Jerez. Habrán pasado cuatro años. Para muchos será algo parecido a un milenio por lo largo que ha sido. Pero para entender las cosas de la Virgen hay que despojarse de previsiones. De proyectos y de organización alguna. Ella escribe derecho en renglones torcidos. Y pasado el tiempo, todo rociero de buena reata sabrá traducir todos estos acontecimientos. Porque no hay movimiento que Ella haga sin su sentido y sin su lectura. Y si no, al tiempo.

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