Jerez

90 años del Villamarta

  • El coliseo jerezano, obra del arquitecto Teodoro Anasagasti, cumple hoy nueve décadas de historia, un periodo que arrancó el 11 de febrero de 1928 y que ha vivido etapas de esplendor y penurias

"En la Plaza de Romero Martínez no cabe una persona más. Fuerzas de Guardia Civil, de policía, Seguridad y guardia municipal, con sus jefes a la cabeza, procuran mantener aquella masa de público que presencia la entrada de autoridades y de cerca de tres mil personas que ocuparon las localidades en el teatro".

Así recoge el periódico El Guadalete, en su edición del 12 de febrero de 1928, la crónica de la inauguración del Teatro Villamarta, que hoy cumple oficialmente 90 años. Fue un 11 de febrero a las diez de la noche cuando el jefe de gobierno y Marqués de Estella, Miguel Primo de Rivera, acompañado por Álvaro Dávila y Ágreda, Marqués de Villamarta, uno de los impulsores del proyecto, y Federico de Isási y Dávila, entonces alcalde, daban por inaugurado el nuevo teatro jerezano.

El flamante coliseo, cuya primera piedra se había puesto el 10 de enero de 1927, llevaba la firma del arquitecto vasco Teodoro Anasagasti, encargado de dirigir la obra. Antes, el Marqués de Villamarta, "que soñaba con coronar su paso por la alcaldía con un teatro que viniese a reemplazar al vetusto Teatro Principal de la calle Mesones, tan destartalado y a todas luces, falto de las comodidades y adelantos de un teatro moderno", -escribe Juan de la Plata en la serie de artículos dedicados a Anasagasti y al Teatro en agosto de 1990 en Diario de Jerez- había tenido que descartar el proyecto del arquitecto jerezano Francisco Hernández-Rubio, al parecer, demasiado costoso.

Teodoro Anasagasti era natural de Bermeo (Vizcaya) y contaba con 46 años cuando se inauguró el teatro. Había estudiado arquitectura en Madrid con Luis Estévez, y por aquel entonces era profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid y Presidente de la Sociedad de Arquitectos Españoles.

Su elección para llevar a cabo la enmienda tenía como principal valedor al Rey Alfonso XIII, no en vano, Anasagasti realizaba en aquel tiempo las obras de restauración de la Capilla Real de Granada, enterramiento de los Reyes Católicos, de ahí que la comunicación con el monarca era constante.

Anasagasti había diseñado el nuevo coliseo en un solar de 2.273,16 metros que había sido claustro del antiguo Convento de la Vera Cruz, un convento que tras la desamortización, según recoge el escritor Antonio Mariscal en el libro 'Paseo histórico por las calles del viejo Jerez', "fue usado como bodegas y almacenes de trigo, para luego derribarse y ser destinado parte del solar a jardín y plaza pública".

El aforo del proyecto hablaba de 2.400 personas, aunque finalmente quedó reducido a 1.938.

Juan de la Plata relata en el artículo anteriormente citado, publicado el 12 de agosto de 1990, que la redacción original de Anasagasti contaría "con una puerta monumental de 13 metros de luz, cinco más de la del Real Cinema de Madrid. El vestíbulo tendría 18 metros de largo por 10 de fondo, a nivel de patio de butacas, con aforo para 1.020 espectadores".

"A un metro de altura del piso de la sala se situarían 10 palcos, con los antepalcos correspondientes, y 2 tornavoces muy espaciosos. El piso superior estaría constituido por el mayor anfiteatro de España, con una sala de espera de 27 metros de largo por 14 de fondo, en el que iría un bar. El anfiteatro tendría una capacidad para 520 butacas de preferencia 447 de general o paraíso".

A los dos lados del anfiteatro y sobre los dos palcos del patio de butacas, se proyectaron dos amplias 'cazuelas' con capacidad para unas 75 personas en total.

El soberbio escenario, tal y como lo define Juan de la Plata, tenía "una embocadura de 13 metros, contando con una anchura de 27 metros y medio y un fondo de 12 metros. Anasagasti había construido también el Teatro Fontalba, de la Gran Vía de Madrid, y este escenario del Villamarta era mucho mayor que aquel".

"Debajo del escenario se había dispuesto una gran caja de resonancia, mientras que dos escaleras comunicarían el escenario y el foso con los camerinos de los artistas, algunos de ellos, los de los coros, muy amplios, con más de cinco metros de largo y luz directa. En la planta baja se dispusieron 13 camerinos (....) y en la parte principal irían 10 camerinos, más dos grandes camerinos para los coros y figurantes".

"El proyecto se completaba con la construcción de dos casas anexas, por calle Bodegas, en el costado derecho del teatro, un bar, en la parte norte, que daba a la plaza Romero Martínez y dos comercios por calle Medina, sobre éstos dos pisos amplios destinados a la ubicación de sociedades de recreo, con accesos independientes".

Tras las intervenciones de las diferentes autoridades allí congregadas, "los fanales se apagaron y sólo quedaron encendidas las candilejas del proscenio, iluminando el riquísimo telón de boca, de terciopelo color salmón, que fue alzándose lento, majestuoso", escribe Rodrigo de Molina en Diario de Jerez en 1987.

Curiosamente, según prosigue el artículo, dicho telón "se vendió luego al Teatro Lope de Vega de Sevilla, de la Exposición de Sevilla, por mediación de Agustín Brotons, cambiándose por cortinas de terciopelo granate".

Tras la intervención de la Schola Cantorum Carmelitana, de la Capilla Ceciliana de Cádiz, se interpretó el himno nacionalm cuya letra había sido escrita "exprofeso" por el poeta José María Pemán, tan de actualidad en estos días.

La inauguración contó también con las palabras de Enrique Sánchez Olmo, portavoz de la empresa (formada por ocho hombres de confianza del Marqués de Villamarta) que se encargaría de dirigir a partir de entonces los designios del teatro.

'La viejecita', con Eugenia Zúffoli como protagonista, fue la primera obra en representarse en el coliseo jerezano. Junto a ella, el tenor José Marín, y dentro de la compañía, tal y como recoge en su artículo Rodrigo de Molina, "una bailarina jerezana de piernas monumentales (Isabelita Ruiz Campaña), que después recorriera América de punta a rabo con el famoso Carlos Gardel".

Días más tarde, los nuevos responsables de Villamarta firmaron contrato "con la empresa Julio César S.A., de Bilbao, asegurándose películas punteras como 'El Rey de Reyes', 'El negro que tenía el alma blanca' y 'La condesa María'".

Precisamente, la primera película que se proyectó en el teatro fue 'El amanecer' "el día 22 de febrero". Al ser entonces el cine mudo, la empresa "contrató a una orquesta de 19 profesores cuya dirección recaía en José Martínez Carmen, director que era de la Capilla Ceciliana, para tocar ininterrumpidamente durante la proyección de las películas".

El teatro siguió funcionando a partir de entonces, posteriormente con el mando de Francisco Riba Gabaldá, quien al igual que sus hijos (Roberto, Pancho, Arturo y Horario), siempre mostró un gran esfuerzo por mantener el edificio en las mejores condiciones, al tiempo que contrató a las compañías más destacadas de drama, comedias, zarzuela, las más famosas tonadilleras y por supuesto, flamenco.

Pero, tal y como asegura Juan de la Plata en un artículo escrito en un suplemento especial con motivo del X aniversario de la reinauguración del Villamarta, el declive del coliseo llegaría por lo que considera "el gran error delos herederos de Francisco Riba, arrendar el teatro a otras empresas, que abandonaron su cuidado, hasta el punto de que no se pintaba el local como había sido anual norma, ni se cuidaban las butacas, especialmente las de cuero, ni los uniformes de los porteros tenían ya aquella elegancia. Incluso la mayoría de estos fueron despedidos".

Pero los peores tiempos del Villamarta llegarían en la década de los ochenta. Cuenta José Manuel Trillo, en un artículo publicado en Diario de Jerez que "en mayo de 1986 la sociedad 'Andalfisa' empieza a no pagar los salarios de los once trabajadores que formaban la plantilla y el colectivo, para cobrar, decide no convocar huelga y mantener el Teatro abierto con una película que estuvo en pantalla más de tres meses, cuyo título fue 'Patricia Erótica'. La recaudación era repartida entre la plantilla".

El 1 de agosto de ese 1986, el gerente de la sociedad 'Andalfisa' Gabriel Puerto Peralta, decide cerrar el teatro tras un largo periodo de movilizaciones por parte de los 11 trabajadores que quedaban en plantilla.

Comenzó así un largo periplo que algunos catalogaron como vergonzoso, culturalmente hablando, que se prolongaría hasta noviembre de 1996, cuando se reabre el teatro.

Atrás quedó el trabajo emprendido por la llamada Coordinadora Pro Apertura del Teatro Villamarta, constituida en septiembre de 1987, que luchó por devolver este símbolo de la cultura a la ciudad. El primer paso se efectuó en octubre de ese mismo año, cuando el Ayuntamiento, gobernado por Pedro Pacheco, abona a los propietarios del teatro, la familia Riba, 130 millones de pesetas, pasando ya a manos municipales.

La remodelación del viejo Villamarta se encarga a los arquitectos José Daroca y José Antonio Carbajal, que devuelven su esplendor al espacio, aunque por el camino se perderán 738 localidades, dejando el aforo en 1.200 butacas.

A finales de noviembre, y en presencia de la Infanta Elena de Borbón y Jaime de Marichalar (Duques de Lugo) en el palco principal, el Villamarta vuelve a la vida con un concierto inaugural con el tenor Alfredo Kraus como protagonista. Le acompañará la Orquesta Filarmónica de Turingia en una noche especial e histórica para la ciudad.

Se abrirá a partir de entonces un periodo de esplendor del teatro jerezano con proyectos como el Centro Lírico del Sur y el Festival de Jerez, auténticos referentes fuera y dentro de nuestras fronteras.

En los últimos tiempos, y debido a problemas económicos, la viabilidad del teatro, volverá a ponerse en duda, tanto que durante un periodo se llega a pensar en su cierre. El mundo de la cultura de la ciudad se echará a la calle para defender su futuro, que finalmente ha quedado solventado la pasada semana gracias a la creación de la nueva fundación que regirá sus designios, Fundarte. Jerez y su gran teatro siguen caminando juntos.

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