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  • El archivo de Bodegas Tradición redescubre las figuras de Manuel y Eduardo Pereiras

Un universo de 13.000 fotografías

Manuel Marín, con un negativo de la colección de Eduardo Pereiras. Manuel Marín, con un negativo de la colección de Eduardo Pereiras.

Manuel Marín, con un negativo de la colección de Eduardo Pereiras. / Manuel Aranda

Escrito por

Fran Pereira

Decía Eduardo Pereiras que “no hay fotografía imposible, si piensas y tienes imaginación”, un lema que viene a descubrirnos con exactitud la magnitud artística de este fotógrafo, cuyo legado, junto con el de su padre Manuel Pereiras, reposa ahora en el ingente archivo fotográfico de Bodegas Tradición.

Fue hace seis años cuando esta empresa adquirió el archivo de ambos fotógrafos a la familia, un archivo que sirvió para ampliar el extraordinario catálogo fotográfico que el desaparecido Joaquín Rivero había iniciado unos años antes y que hoy por hoy es uno de los más importantes del país e incluso de Europa.

Las fotografías documentadas de los Pereiras. Las fotografías documentadas de los Pereiras.

Las fotografías documentadas de los Pereiras. / Manuel Aranda

Cuenta Manuel Marín, documentalista de la bodega, que fue Adrián Fatou, “que tenía nuestra misma idea”, el encargado de liderar la ‘conquista’ de estos tesoros “tanto el de los Pereiras como de otras fotografías de la zona”, gracias a su conocimiento del tema y de su pasión por la fotografía.

Así llegó a Bodegas Tradición este legado de Manuel y Eduardo Pereiras, un archivo que conforman más de 12.000 fotografías, “todas con negativos originales”, insisten, de las que por el momento sólo se han digitalizado y documentado la mitad, unas  6.000.

La bodega expone estos días 132 imágenes de Semana Santa de este ingente archivo

El universo Pereiras “es amplio”, reconoce Álvaro Rivero, fotógrafo profesional y encargado de todo el trabajo de digitalización de las mismas, no en vano recoge “diferentes temáticas” que van desde los temas bodegueros, pasando por los retratos, cualquier evento de la sociedad de la época, y por supuesto la Semana Santa, donde “sólo de cristos, vírgenes, iglesias y demás, hay más de 1.000 fotografías”.

Sólo de retratos de personas puede haber unos cuatro mil. Date cuenta que por su estudio fotográfico que tenía en la Plaza del Arenal pasó casi todo Jerez”, apunta Marín.

De momento, esas 6.000 que han sido digitalizadas y han pasado a un programa informático “que tenemos y donde están asociadas a una temática a un espacio físico”.

Así, además de varios cajones repletos de originales perfectamente catalogados, “todavía tenemos estas cajas, -nos la muestra Manuel Marín-, cargada de negativos. Hay que mirarlas una a una y catalogarlas, y eso requiere un trabajo, de hecho con este archivo llevamos ya cuatro años”.

Una imagen de la Virgen de la Merced de Pereiras. Una imagen de la Virgen de la Merced de Pereiras.

Una imagen de la Virgen de la Merced de Pereiras. / Manuel Aranda

Dentro de dicho catálogo encontramos “fotografías de finales de los años treinta hasta los años 50, que llevan la firma de Manuel Pereiras”, y a partir de ahí, “los trabajos de Eduardo Pereiras que tiene fotografías hasta los años ochenta, entre ellas, -recalca Rivero, las icónicas de la Semana Santa de Jerez”.

Hay que tener en cuenta, tal y como apuntaba Adrián Fatou, en un artículo en el que recordaba a éste último en el décimo aniversario de su muerte, que “no se puede hablar de Eduardo Pereiras como fotógrafo sin antes haber conocido la obra fotográfica del padre, de quien recibió no sólo por genética su singular visión artística, sino también los esmerados conocimientos técnicos que éste ya poseía. La influencia ejercida por el padre es palpable en su obra, especialmente en los temas bodegueros, temas todos ellos en los que ambos compartieron exquisitez en la técnica y sentido compositivo de gran belleza, que el joven Eduardo aprendiera ayudando en el laboratorio a su padre”.

Para ellos, “cada día es una aventura, porque no sabes con qué foto te vas a encontrar. Es una experiencia muy bonita, la verdad”, añade Marín. De hecho, “hace poco hemos encontrado fotos de visitas de personalidades a las bodegas, como el caso de Peter O’toole, visitas del Juan Carlos I cuando era príncipe, fotos de visitas de Franco....”.

Una imagen de Juan Carlos I y la Reina Sofía. Una imagen de Juan Carlos I y la Reina Sofía.

Una imagen de Juan Carlos I y la Reina Sofía. / Manuel Aranda

El estado de conservación “es muy bueno”, asegura Rivero, y tenemos fotografías ”de 35 milímetros como las de seis por seis, o quince por veinte. Las de 35 son las más delicadas porque un pequeño rayón se ve muchísimo, pero en general tienen calidad. Además, la emulsión se ha conservado bastante bien y eso nos ha permitido recuperarlas todas”, asegura Álvaro Rivero.

Pero al margen de negativos, el legado de los Pereiras contiene placas de vidrio, que “son espectaculares y da una calidad que bajo mi punto de vista no te la da ni lo digital de ahora”.

Lo realmente llamativo para los amantes de esta afición radica “en las dificultades que antes se encontraban los fotógrafos-apunta Marín. Date cuenta que la cámara pesaba 25 kilos y además, no es como ahora que le das al botón y salen cien fotos, antes era el click y punto, y si no le dabas en su debido momento, perdías la foto, de ahí el mérito”.

Pura antropología

Estudiar el archivo de Manuel y Eduardo Pereiras es también acercarse a la antropología, es decir, adentrarse en la sociedad jerezana de une época determinada, con sus virtudes y sus defectos.

“Las fotos te muestran con detalle cómo era aquel Jerez, e incluso nos enseñan el urbanismo de la ciudad, con edificios y calles que ya no existen, la forma de vestir....”, reconoce el documentalista Manuel Marín.

La presencia de ambos, padre e hijo, en cualquier acto de la sociedad, convierte a este archivo en un legado riquísimo, “porque ya no sólo hablamos de Semana Santa, retratos o trabajos en la viña y las bodegas, que eran muchos, sino también de eventos a los que sólo tenían acceso ellos”.

“Manuel y Eduardo eran los escasos fotógrafos que entonces había, por lo que iban a los grandes acontecimientos. Hay muchas fotografías de actos sociales y van a ser ellos los narradores de la historia de lo que fue Jerez desde mediados hasta final del siglo XX”.

Una de las fotografías, hechas en placas de vidrio, de Eduardo Pereiras, tomada en una gañanía. Una de las fotografías, hechas en placas de vidrio, de Eduardo Pereiras, tomada en una gañanía.

Una de las fotografías, hechas en placas de vidrio, de Eduardo Pereiras, tomada en una gañanía. / Manuel Aranda

Dentro de ese espectro social al que se hace referencia se denotan muchos detalles, “como el hecho de que en muchas fotografías se percibe que en aquella época había pocos fotógrafos. Hay fotos en las que todo el mundo está mirando al fotógrafo, es algo muy curioso”.

Otro aspecto a tener en cuenta, según explica Marín, “son las bodas que realizan entre los años 60 y 70. Está casi todo Jerez, y es ahí donde se percibe bien cómo era la sociedad, al margen de ver cómo ha evolucionado la moda en los trajes de novia o la forma de concebir este acto”.

Evidentemente, uno de las partes más ricas de este legado, aparte de todo el contenido religioso, está en las fotografías relacionados con el sector bodeguero, donde Manuel y Eduardo eran auténticos maestros. “Es el más amplio, y encontramos fotos de todo tipo, desde cómo se cargaban las botas en la maquinilla, hasta las tareas propias de la viña, con aquellas gañanías, la vendimia, y por supuesto cualquier acto social que allí ocurriera”, apunta Manuel Marín.

De lo que hemos encontrado poco es de flamenco, sólo aquellas fiestas que se hacían en las bodegas para algunas personalidades”, comenta Rivero. En efecto, fueron estos actos, sin duda, el sustento de muchos artistas de la época, con la presencia de nombres como El Carbonero, El Chiripa, Sotito de Jerez, Canalejas, el guitarrista Sebastián Núñez e incluso una niña llamada Angelita Gómez.

Una pequeña parte del archivo, en concreto 132 fotografías de Semana Santa, se pueden observar hasta el próximo 4 de abril en las instalaciones de Bodegas Tradición, una exposición denominada ‘Pereiras, Semana Santa’ y en la que llama la atención la curiosa imaginería de la época y sobre todo de la evolución que ha tenido la Semana Mayor. “Todos son negativos originales, y todo lo que se ha escaneado está sobre el original sin tocar, hemos querido preservar todo lo que Pereiras quería mostrar”.

30.000 fotografías

Pero al margen de las imágenes de los Pereiras, el archivo fotográfico de Bodegas Tradición lo conforman más de 30.000 fotografías (en diferentes formatos, incluso daguerotipos), algunas de ellas datadas en el siglo XIX.

Joaquín Rivero comenzó a coleccionar fotografías hace años cuando vivía en París, y poco a poco se fue haciendo con un fondo documental extraordinario. Su hija Helena ha querido mantener ese ideario, y al igual que pasa con las bodegas, se ha mantenido esta misma línea”, recalca Manuel Marín.

Aún en periodo de catalogación, “porque algunas aún no sabemos ni cómo son”, el archivo cuenta con auténticas joyas, como fotografías de Jean Laurent, uno de las primeras personas en fomentar la documentación fotógrafica en España. “La mayoría son de Cádiz, algunas de ellas inéditas”, explica Rivero.

También, en un álbum perfectamente estructurado y documentado, encontramos el del arquitecto Francisco Hernández Rubio. El jerezano realizó trabajos en su ciudad natal, algunos de ellos podemos visualizarlos, afortunadamente, pero también en distintas zonas de la provincia e incluso de Andalucía.

Manuel Marín y Álvaro Rivero, en las instalaciones de Bodegas Tradición. Manuel Marín y Álvaro Rivero, en las instalaciones de Bodegas Tradición.

Manuel Marín y Álvaro Rivero, en las instalaciones de Bodegas Tradición. / Manuel Aranda

“Cogía su cámara, y hacía fotografías a los edificios en los que iba a trabajar, para ver el antes y el después, todo perfectamente detallado y con sus respectivos planos de ubicación”, destaca Manuel Marín.

En Jerez podemos verlos hoy en la Biblioteca central, en el coqueto Jockey Club de Jerez, de marcado estilo inglés, actual Depósito de Sementales o en las obras realizadas en el monasterio de La Cartuja.

Junto a ellos, colecciones fotográficas de países europeos y ciudades españolas del siglo pasado, e incluso, albumes de gran valor histórico pues además de los familiares (relacionados con familias nobles jerezanas), también encontramos algunos de tipo personal, como uno que relata experiencias ciclistas en diferentes competiciones en torno a los años 40, “e incluso uno de las carreras de caballos de Sanlúcar de principios de siglo”.

Aunque parte del fondo ha sido adquirido, otra parte importante responde a cesiones de algunas familias. “Estamos abiertos a que cualquier persona que tenga una colección importante y no sepa qué hacer, pueden contar con nosotros, lo que no queremos es que fotos antiguas se tiren”, comenta Marín.

De hecho, en los últimos meses se ha recibido “una donación del ginecólogo jerezano Servando Estrade que conforman más de 8.000 dispositivas de los años 60 y 70. Este señor, cuando cogía vacaciones, tomaba su cámara y se ponía a viajar haciendo fotos. Son diapositivas y están perfectamente documentadas”.

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