A pesar de que el día amaneció con lluvias, estas se fueron disipando conforme iba avanzando la mañana. Muchos devotos, cofrades con ganas de Cuaresma y jerezanos en general acudieron a las iglesias para recibir la imposición de la ceniza. Comienza el tiempo de Cuaresma con una conciencia clara de la conversión y de enmienda.

Tiempo de penitencia y de recogimiento en una jornada en la que había siete importantes citas con los diferentes besamanos que en la ciudad estaban abiertos para todo el pueblo fiel.

Antonio Jaén Pacheco, cofrade de la Mortaja, comentaba al cronista que “hace tan sólo unos años éramos dos cofradías las que vimos este día idóneo para poner a las imágenes en función de besamanos. Ahora ya tenemos hasta siete”. Y así es. A lo bueno muchos se desean apuntarse. Y pocos días pueden ser más idóneos para marcarlo en el calendario que este del Miércoles de Ceniza que ayer se celebraba. A pesar de ser una jornada laboral.

Y es que en el convento de Divina Pastora estaba el Señor de la Sagrada Mortaja junto a su Madre de la Caridad en solemne besamanos. Sobrio. Con las voces de los monjes cantando gregoriano de fondo. Un iglesia conventual que tuvo ese ‘chorreo’ de gente incesante a la búsqueda de la mano del Señor que va a ser amortajado.

En la iglesia de la Victoria estaba el Señor de los Trabajos. Una advocación que no puede estar más actualizada al día a día de muchos jerezanos que buscan incesantemente esa dedicación que le ofrezca la seguridad necesaria para la vida. En el centro del altar mayor, bajo la mirada de su Madre y Señora de la Soledad.

Intramuros, en la zona histórica del Jerez más auténtico, el Santísimo Cristo de la Salud. Crucificado sobre un madero bellísimo diseñado ese material alegórico tan cofrade como es el carey. Maravillosamente centrado en el santuario diocesano de San Lucas. Titular que el pasado año tuvo su protagonismo al ser el primero en el que la cofradía de las Tres Caídas lo sacaba en sus andas. Por tanto, por San Lucas, aires de Miércoles Santo.

Y de Salud a Salud que suena con toda la fuerza expresiva del barroco andaluz en San Miguel. Santo Crucifijo de la Salud que en la nave del Evangelio reina clavado en la cruz. Aunque se eche de menos al Señor en la monumentalidad de la capilla sacramental de la iglesia parroquial.

Y el Señor... Vía Crucis y prodigio de elegancia. Todo un mar de devotos que ayer se acercaron hasta San Francisco para ver el rostro sereno del Señor. El que carga con la cruz mansamente. Dulcemente. Y que ayer volvió a lucir con toda su majestad. Su bendita mano donde, ayer, Jerez ayer depositó su beso y encomendó su espíritu. Qué lugar puede ser mejor para dejarse llevar.