Jerez

El blanco que se hizo anciano en Oporto

  • La bodega Sandeman presenta su Ferreira de diez años

Un blanco, tradicionalmente, es lo que es. Esto es, un blanco. Tiene su función. Nunca adquiere protagonismo, se sirve frío, refresca y nadie le da más valor. Nadie dirá nunca de un blanco nada muy especial por digno que sea.

Bajo una temperatura senegalesa, George Sandeman, la imagen del Don, carga con elegancia la capa de su cofradía y él mismo sirve su blanco revolucionario, el que unas pocas horas más tarde presentará en una de las catas estrella de la edición de Vinoble. En rigurosa primicia saca esa media botella, que lleva el nombre de Ferreira, que marca diez años en su etiqueta y en esa misma etiequeta, bien grande, se lee ‘branco’. Y hay que leerlo porque este blanco tiene otro color, un color a trabajado, un color a existencia en su barrica, un color que tiende a cobre que promete otras cosas. Las tiene.

¿Por qué trabajar un blanco?, pregunto mientras miro el escenario a través del ámbar de la copa y me devuelve una imagen de mundo antiguo, de emulsión de años gloriosos... un color de que algún día todos seremos sepia. Vejez. Diez años. Muchos años para un blanco. “Pensamos que era un excelente material para crear un vino muy profundo”.

Probamos. Esta rareza, es cierto, da para mucho. “Notarás los frutos secos y, después, un aromático tropical. Trata de sentir cierto paladar de frambuesa y fresa y, al final, el círculo se cierra con la acidez justa, muy trabajada para completar el recorrido de sabores. Es un vino de escalas, muy completo, en el que vas pasando por varias fases”.

Probemos de nuevo.  El parque temático de sabores de este espléndido Ferreira es real. Dura un instante pero es cierto que cuenta con todos esos ‘looping’ que nos ha prometido el caballero de la cofradía del Oporto, el que nos guía. Es un vino casi total.

Se presenta en media botella porque es “el tamaño ideal para cuatro personas”. Pero mientras el oporto tiene el sambenito de gran postre, este Ferreira, al partir de una base más suave, entrega algunas posibilidades más. “Fíjate que no hay impacto de madera. Tiene el suficiente vuelo para ser un acompañante de aperitivo con el foie y con quesos muy fuertes, pero también tiene la suficiente concentración como para ser un excelente acompañante en un postre, con un helado de vainilla, pongamos por caso. Estoy muy satisfecho porque hemos conseguido un vino muy reposado, no lo movemos mucho, y con un estilo muy frutal”.

Pido a George Sandeman  que probemos ahora el Ferreira diez años, pero el tinto. “Aquí nos encontramos con la esencia del oporto”.  En cualquier cata a ciegas sería complicado fallar en el origen. Su seriedad lo encorseta en el segmento de postres. Estupendo. “Con un cabrales también da buen juego, pero su sitio es con un postr

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