-Un año más con la hermandad y en un lugar donde se respira de forma diferente y cuya belleza no tiene igual.

-Cierto es y además esa misa de Marismilla, donde se unen las hermandades de El Puerto y Jerez, es muy entrañable y por eso intento venir en la medida que pueda.

-Viniendo de tierras en las que la devoción a la Virgen es tan intensa, ¿es Jerez una ciudad mariana?

-Jerez es totalmente mariana, al igual que toda Andalucía. Y ahí es donde está nuestra riqueza, porque siempre en tiempos de dificultad para la Iglesia, la devoción a María ha sido la que ha garantizado que siga adelante. María siempre intercede por su Iglesia. No podemos olvidar el relato del Apocalipsis del dragón queriéndose comer al niño y a la mujer, pero esta no se deja comer.

-El Rocío que llega justo después de que hace escasos tres días se oyeran las campanas de Santiago tras diez años en silencio.

-Eso es, ya volvieron las campanas. Pensé que había que hacer ese acto que dijera a todos que el templo ya está vivo, que está dando sus primeros pasos, y estoy seguro de que este año veremos Santiago abierta.

-¿Qué recorrido le queda la obispo de Jerez en este Rocío?

-Hoy -por ayer- tengo que volver ya que tengo obligaciones de agenda ineludibles en el Seminario con los curas mayores que se encuentran con los seminaristas. Mañana -por hoy- vuelvo para decir al misa en los Ánsares, una eucaristía que comenzamos hace unos años coincidiendo con las bodas de diamante de la hermandad como algo excepcional, pero que supo a tanto que al final se ha quedado como uno de esos momentos imprescindibles del camino dignos de ser vivido. Estaré un rato con la hermandad y ya hasta el domingo, que volveré para participar en la misa de Pentecostés que convoca la hermandad Matriz en el Real del Rocío y más tarde a la misa de Jerez ante la Reina de las Marismas en su basílica. Este año gracias a Dios puedo estar bastante con los rocieros, tanto de Jerez como acercándome a las casas de Rota, Chipiona, Sanlúcar, Arcos, El puerto y las restantes de la diócesis.

-El Rocío podría decirse que, en su día a día del camino sigue un guión más o menos igual. ¿Qué debe buscar el que participa en esta manifestación de fe para que sea distinto?

-El Rocío, la peregrinación, el camino, todo lo vamos haciendo las personas y nuestra vida no es la misma que ayer. Por eso cada camino es nuevo, cada camino es único. Como decía en la homilía, María va a ver a Isabel en su vida concreta y Maria nos visita a cada rociero en nuestra vida concreta. Por eso nuestra vida hoy no tiene nada que ver con la del año pasado. Así cada Rocío es nuevo, es una peregrinación que hace alusión a nuestra vida. Lo que vivimos ya no volvemos a vivirlo, el presente es ahora y el futuro queda por venir, siempre con la esperanza de que María nunca nos abandona.

-Y todo esto sucede en un entorno inigualable donde la más rosa expresión de la naturaleza lo engloba todo. Es como el templo de Dios.

-Este templo natural es el de Dios. Podemos proclamar la grandeza de Dios por la creación que nos regala. Todo eso, evidentemente, ayuda a la eucaristía y a emocionarse con la belleza que nos rodea, con una Iglesia que está donde están sus hijos, ahora y hoy en el Rocío.

-¿Qué mensaje le deja a los que no pueden estar aquí?

-Que cuenten con mis oraciones a la Virgen del Rocío para que ella os auxilie, os acompañe y a esperar en Ella su consuelo. Muchos están sufriendo la cruz con ganas de salir corriendo, peor espera en el Señor, nos dice María, y déjate querer por esta madre que es la que puede abrirte camino de esperanza.