En esta casa nació...

Reconocimiento

Alonso del Puerto culmina su trilogía de jerezanos ilustres con Juan Manuel Durán y Francisco Javier Salas. Vidas que merecen ser contadas.

Felipe Alonso del Puerto, junto a su nuevo libro, días atrás en el Diario tras la entrevista.
Felipe Alonso del Puerto, junto a su nuevo libro, días atrás en el Diario tras la entrevista. / Vanesa Lobo
A. Cala

21 de noviembre 2016 - 02:09

"Son lo suficientemente interesante como para que al menos se conozcan". Una desgastada placa en el número 12 de la calle Honda recuerda un nombre. Allí nació alguien, un jerezano hazañoso que se merece unos minutos de atención de sus paisanos. En el 38 de Porvera por alguna razón otra piedra habla de quien habitó la casa. Juan Manuel Durán y Francisco Javier Salas fueron egregios. Como tal se merecieron reposar por siempre en el panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Junto a ellos descansan otros tres destacados jerezanos marinos de guerra, Tomás Geraldino, Francisco Riquelme Ponce de León y José Luis Díez. Los cinco han conformado una trilogía de libros sobre sus ejemplares vidas profesionales a cargo del investigador y coronel Felipe Alonso del Puerto, que concluye ahora con Durán y Salas y 'Dos marinos de Jerez en la cultura y 'más allá' (Editorial Tésera).

Juan Manuel Durán González es quizás el más popular por su monumento en la plaza de las Angustias. Nació en la calle Honda 12 (antigua Marqués de Mochales), que durante un tiempo también se denominó calle Aviador Durán González. En realidad el muchacho no era aviador, sino marino, pero hizo un curso de piloto en la misma Marina, que antes era obligatorio hacer en el Ejército de Tierra. Durán fue uno de los cuatro tripulantes del primer vuelo transatlántico de la historia entre España (Palos) y América (Buenos Aires), realizado con el avión 'Plus Ultra' a principios de 1926. Tuvo que desembarcar en Praia (Cabo Verde), segunda escala del vuelo fuera de España, para aligerar de peso al avión. Unos portugueses ya habían realizado este viaje, pero cambiando de avión en cada etapa. El comandante Ramón Franco, el capitán Julio Ruiz de Alda, el teniente de navío Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada conformaron la tripulación.

Todo eran medallas, homenajes e incluso hubo una petición a nivel nacional para gratificarles con dinero. Era febrero de 1926. En esa ola de entusiasmo, el 19 de julio, Durán fallece en unas maniobras aeronavales en el puerto de Barcelona, donde estaba destinado en la Escuela de Aeronáutica. Tenía tan sólo 27 años. "Un hombre de carácter abierto, cariñoso, que pudo al menos realizar esta hazaña. Siempre muy animoso, se apuntaba a cualquier novedad en la Marina, de hecho, cuando acabó la Escuela Naval en San Fernando, con 20 años, pidió ser profesor de piloto. También intervino en la Guerra de África", cuenta Alonso.

Una corta pero intensa vida que ha dejado una importante huella. Fue admirado por muchos, hasta uno de sus hermanos, Miguel, le siguió en la carrera de Marina. "Jerez debe recordarlo por sus gestas. Y aquí somos muy especiales. Cuando Durán ya era reconocido en muchas partes, dos años antes que en su tierra natal, Barcelona ya le hizo un monumento. Ante eso, la prensa jerezana inició una campaña para rendirle un homenaje que organizó el Ateneo de Jerez", añade.

La obra cuenta con una amplia documentación detrás que tiene como fuentes las hojas de servicio de los dos protagonistas, así como legajos del Archivo Municipal y del Diocesano.

Francisco Javier Salas nació en la Porvera, 38, en 1832. Tuvo dos hijos marinos. Destinado a Cuba cuando sale de la Escuela, sufre allí una dolencia crónica que ponía fin a su carrera activa como oficial, aunque podría haber escalado a los puestos más altos de la Armada. Tenía 28 años. Pasó a la reserva a un destino burocrático. Regresa a Jerez y se dedica a la investigación, labor de la que nació el libro 'Marina española en la Edad Media' por la que fue nombrado académico por la Real Academia de la Historia. Asimismo, participó en la Comisión del Almirantazgo para la recepción del nuevo Rey, Amadeo I, en la que, entre otras tareas, escribía los discursos. Asimismo, fue invitado a exposiciones internacionales, tan de moda en la época. Fallece el 4 de abril de 1890.

Alonso del Puerto, que está preparando ahora una historia sobre el cuartel del Tempul, le rinde así un homenaje a estos ciudadanos. Un paseo por sus vidas que, aunque se recuerdan en piedra en distintos puntos de la ciudad, permanecen algo olvidadas en el corazón de sus contemporáneos. Una relectura de sus biografías que aviva así la llama de sus hazañas.

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