Educación

El caso del IES Elena García Armada vuelve a destapar las carencias del sistema educativo

Alumnos del IES Elena García Armada, regresando a las aulas este viernes.

Alumnos del IES Elena García Armada, regresando a las aulas este viernes. / Miguel Ángel González

Aunque desde la Consejería de Educación y los propios centros educativos se trabaja con especial interés en erradicar el acoso escolar o bullying de las aulas, la realidad es que su presencia en institutos y colegios sigue estando presente.

El suceso ocurrido en la jornada del pasado jueves en el IES Elena García Armada ha vuelto a encender las alarmas en este sentido, sobre todo porque aunque desde la Consejería y el propio centro se habla de que no existía protocolo activo de un posible acoso, los propios alumnos reconocían tras los hechos que el menor había estado siendo acosado en los últimos días. 

¿Está realmente controlado el bullying o acoso escolar en los institutos y colegios? ¿Hay medidas suficientes como para frenar este tipo de situaciones? ¿Podemos hablar de bullying realmente? En los últimos años, la Junta ha puesto en marcha diversos protocolos en este sentido, algo en lo que los propios docentes inciden especialmente en las reuniones con las familias en este inicio de curso. Es más, profesores consultados por este medio no coinciden en algunos aspectos concretos y mientras unos aseguran que en sus respectivos centros el acoso está bastante controlado, en otros consideran que atajar esta lacra "es difícil".

"Todo el tema burocrático está muy bien, con protocolos definidos y demás, pero luego hay que estar día a día con el alumno, y ver realmente lo que hay en los centros", relata uno de los docentes consultados, que prefiere no dar su nombre por miedo a represalias. 

La realidad, como bien asegura, "es otra", una realidad que confirman los propios profesores que reconocen la "dificultad" para atajar este problema, principalmente "porque este tipo de cosas los alumnos las hacen cuando no hay nadie delante, se guardan de que no haya testigos".

"Hay veces que tenemos que hacer de policías, de médico, de enfermero y aunque intentamos estar muy atentos, en centros donde tienes a más de seiscientos alumnos, no es sencillo", asegura otro de los profesionales consultados.

"En mi centro exactamente, si vemos algo raro, rápidamente se lo comentamos al orientador para que se encargue del asunto y hable con el alumno en sí, pero ya digo que no es fácil controlarlo todo, se nos pueden escapar cosas".

Otros muchos docentes, en este caso de colegios, aseguran que el bullying o acoso escolar "debe ser una cosa reiterada en el tiempo, con faltas graves, y que afecte al estado físico, mental y psicológico del alumnado".

"Lo que sí estamos detectando desde lo ocurrido en el IES Elena García Armada es que se está utilizando la palabra bullying para todo. Que un niño puntualmente le pegue a otro, o le diga algún improperio, eso en los centros educativos puede ocurrir, pero ahí estamos nosotros para controlarlo. El problema es que se está hablando de bullying con niños de 3 años. Desde nuestro centro entendemos que debe ser muy cautos con ese término, no se puede usar para todo, ya que debe haber evidencias y un seguimiento. Pediría a los medios que utilicen el término con propiedad".

Otros casos achacan este problema a la generación actual. "Poco puede hacer la administración y nosotros mientras siga habiendo esta cultura de la violencia y sobre todo la falta de empatía en la juventud, que ve la violencia como un espectáculo y una descarga de adrenalina antes que pensar en las consecuencias. Ya sea en un acto de agresión o en esas pequeñas acciones diarias de reírse, humillar o simplemente ignorar y hacer el vacío al que es diferente, de manera que les van minando hasta que, por una mala gestión emocional y de la situación, explotan".

Eso sí, considera que "ayudaría bastante que hubiera más orientadores en el centro. Una única persona especializada para 1000 alumnos, por ejemplo, es materialmente imposible que sea efectivo".

Este último apunte nos sirve para exponer una de las carencias que el caso del Elena García Armada ha destapado en el sistema educativo andaluz. Muchos docentes y familias saben positivamente que no es algo nuevo, pues desde hace décadas tanto padres y madres como diferentes colectivos relacionados con la educación han reiterado de la imperiosa necesidad de reforzar aspectos como las Necesidades Educativas Especiales.

Algunos profesionales de la educación consultados por este medio reconocen abiertamente que uno de los grandes problemas, sobre todo en los institutos, es la falta de orientadores. "Faltan sobre todo orientadores, recursos especiales  y personas especialistas para atender correctamente al alumnado con dificultades. Por ejemplo, para tener 2 orientadores tienes que contar más de 20 unidades consolidadas de la ESO, que traducido es un orientador/a para más de 600 alumnos/as sin tener en cuenta las dificultades y diversidad que estos presenten".

Esta misma situación se refleja hoy por hoy en los denominados PTIS (Personal Técnico de Integración Social), con una carencia de horas notable en muchos centros, los profesores de Pedagogía Terapéutica (PT) y AL, profesores de Audición y Lenguaje.

Curiosamente, sobre este asunto se refirió este viernes en el Parlamento el orientador y parlamentario de Adelante Andalucía José Ignacio García, quien pidió al presidente de la Junta "un debate tranquilo y sosegado sobre la educación pública".

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