Cómo vive una familia de cinco miembros en menos de 70 metros durante el confinamiento

Testimonio de dos familias de Jerez que explican cómo sobrellevan el confinamiento

Lidia Ahumada, Raimundo Barea y sus tres hijos, David, Antonio y Marta, en el salón de su casa.
Lidia Ahumada, Raimundo Barea y sus tres hijos, David, Antonio y Marta, en el salón de su casa.
M. Valero

05 de abril 2020 - 07:00

La vivienda no llega a 70 metros cuadrados, no tiene balcones y son cinco personas. Lejos de esas idílicas imágenes de padres e hijos jugando en el jardín, haciendo deporte bajo el sol o simplemente desayunando en una terraza, hay miles de familias que viven este confinamiento por el coronavirus en pisos pequeños. ¿Cómo lo sobrellevan? Aquí, las familia de Lidia Ahumada y Raimundo Barea, y de Rosa Alcobre y Mario Blanco, dos testimonios de vivir en menos de 70 metros.

Cada mañana en La Granja los tres hijos de Lidia y Raimundo, David (18 años), Antonio (14 años) y Marta (6 años), se levantan para prepararse su desayuno. No madrugan como cuando van al colegio, pero sí que mantienen cierta rutina en las primeras horas del día. La vivienda cuenta con tres habitaciones (los dos chicos comparten cuarto), salón, cocina y baño, “sí que es verdad que se echa de menos no tener un balconcito”, reconoce Lidia.

El matrimonio declara que sobrelleva bastante bien el confinamiento: “Por las mañanas ellos se ponen a hacer las tareas y se recoge la casa. Son niños buenos y se llevan bastante bien, juegan y se entretienen”, apunta la madre.

En la primera semana sí que tuvieron momentos más tensos, sobre todo porque David echaba de menos a su novia y porque la pequeña Marta sólo hacía mirar por la ventana a la plazoleta pidiendo bajar a jugar. “Se lo explicamos muchas veces, pero es verdad que ella siempre ha jugado mucho abajo y era cortar con una rutina de forma muy radical. La ventaja es que ella misma se daba cuenta de que abajo no había ningún niño, así que se fue acostumbrando y ya no lo pide”, declara Lidia.

La familia de Rosa y Mario vive en La Cartuja, en un piso de tres habitaciones que no superará los 65 metros cuadrados. Bajo el mismo techo vive el matrimonio junto a sus tres hijos, Manuela de 28 años, José Luis de 22 y María de 10 años. “Imagínate cómo estamos. Nosotros que estábamos acostumbrados a estar todo el día en la calle porque tenemos un bar... Aquí en casa sólo coincidíamos todos juntos a la hora de dormir, porque durante el resto del día entrábamos y salíamos. Y ahora, ahora todo junto”, relata Rosa.

A la tensión de la convivencia se le une el grave problema económico por tener el negocio cerrado, “estamos en quiebra total, toda mi casa depende del bar. Antes pagábamos 50 euros de luz, temo la factura próxima estando todos todo el día en casa”.

De aquí o salimos reforzados o chocaos. Ver una película todos juntos en el salón es imposible, no entramos, y para comer tengo que desarmar todo... La niña chica se acuesta muy tarde porque no se cansa –mientras lo comenta se escucha a María decir “hasta las cuatro de la madrugada ayer, no tenía sueño”–. Esto es una barbaridad, a ver si acaba pronto esto y volvemos a la normalidad”, pide Rosa.

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