Ecucación | Cerebros en toneles

Ese destello que rompe e ilumina

Ese destello que rompe e ilumnina

Ese destello que rompe e ilumnina

La Unidad de Formación y Sensibilización de la Delegación municipal de Igualdad y Salud ha convocado la segunda edición del Certamen de Poemas y Cartas de amor en buen trato, que “pretende promover la creatividad personal y social de los/as jóvenes escolares de Jerez para que a través de la expresión literaria reflejen, visibilicen y difundan nuevos modelos de relaciones afectivas en buen trato”. El plazo de admisión de trabajos termina el 14 de marzo de 2019 a las 24:00 h. Las bases han llegado a todos los institutos. Todavía estamos a tiempo de enviar algún escrito.

La participación en este tipo de concursos literarios no suele ser muy alta. La información llega a todo el mundo, tanto en papel como por las redes sociales, pero si el profesorado no se implica en el proceso, es muy difícil que los alumnos se animen a escribir. Además, cuando lo proponemos como una actividad en las clases de Lengua o Filosofía nos topamos con el problema de cómo estimular la creatividad. El primer obstáculo tiene que ver con la autoestima: No tengo imaginación. El segundo, con la vergüenza: No lea lo que he escrito. Y el tercero, el más enrevesado, con la creatividad en sí misma: No se me ocurre nada, profesor.

¿Se puede enseñar y aprender la creatividad? Existen dos posiciones filosóficas. Una sostiene que todos tenemos imaginación, y que se puede aprender a ser creativo. Ken Robinson, por ejemplo, dice que cada persona debe encontrar su elemento, ese terreno en el que nos movemos con soltura y pasión. Luego tenemos que trabajar con disciplina, es decir, controlar ese elemento con la técnica. Y, por último, necesitamos arriesgarnos. Sin riesgo, sin valentía, no hay innovación. Por lo tanto, se puede enseñar a ser más creativo en cualquier ámbito de la experiencia. La otra posición es más escéptica, sobre todo si nos centramos en la las artes. Todos poseemos imaginación y sentimos pasión por algo, pero ser creativo de verdad es mucho más complejo. Quizás no se pueda enseñar a ser original, a encontrar un estilo propio ni a escribir literatura de buena calidad. Las técnicas de escritura solo ayudan a mejorar ese algo que ya se posee y que no se puede transmitir ni aprender. Los más radicales creen que “el talento se tiene o no se tiene”.

Cuando el alumno te pregunta cómo empezar a escribir un poema o una carta de amor, uno no sabe muy bien qué decir… A veces nos reprochan que no les hemos enseñado a escribir, que solo les pedimos que nos repitan lo que dice el libro o lo que contamos nosotros. Nos echan en cara que les enseñamos mucha Historia de la Literatura o de la Filosofía, pero nada sobre cómo escribir bien. A pesar de todo, hay alumnos que leen y escriben por su cuenta, sin que nadie les haya obligado. Guardan un cuaderno con poemas, reflexiones, incluso con relatos y novelas.

A lo mejor no podemos enseñar a ser originales, sin embargo sí que está en nuestras manos generar las condiciones necesarias para que surja ese chispazo creativo. En el caso de la literatura, lo esencial es leer. Todo lo que se pueda, en todos los géneros, y a los mejores escritores. Luego hay que observar y pensar. Sin pensamiento no hay escritura. Pensar significa conectar ideas, imágenes, sentimientos, experiencias. Pensar conlleva dar vueltas a los asuntos que nos interesan y nos conmueven. El proceso de escritura no es algo secundario. Hay que manosear las palabras, con bolígrafo o con teclado. Se trata de escribir y reescribir hasta el infinito. Y casi nunca estar contento cuando lo vuelves a leer…

Gracias a la flexibilidad mental somos capaces de establecer analogías, trasladar estructuras de un campo a otro de la experiencia. El pensamiento creativo es interdisciplinar: transgredir fronteras nos aporta nuevas ideas. Y es obsesivo. Debemos pedirles a nuestros alumnos que se asombren ante lo que les rodea o les ocurre en su interior. Dice la escritora María Sánchez en su reciente libro Tierra de mujeres: “Sí que podría escribir sobre lo que hace que termine escribiendo. Esos elementos que de repente se vuelven protagonistas, acaparan la luz y la atención y no hay nada más. A veces aparecen y te acompañan durante horas, días, incluso meses, hasta convertirse en palabra. A mí me gusta verlos como un destello. Algo que irrumpe e ilumina, que cambia el curso de las cosas.”

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