Sin dientes y sin cartera
La corta vida de Dental Line, la clínica que prometía 'quitar el miedo al dentista' y que acabó dejando a sus clientes sin sonrisa
Todo comenzó en 2001, cuando un protésico dental y un inversor en la construcción y en energías renovables abrieron lo que hoy se conoce por Dental Line. Los granadinos José Antonio López Torreblanca y Francisco Antonio Pérez Rubio seguían los pasos del protésico uruguayo Ernesto Colman, que creó la red de franquicias Vital Dent con doscientas clínicas. Dental Line trató de copiar a Vital Dent y, ya hace tres años, aspiraba a instalar 55 clínicas y su objetivo era alcanzar otras 200 en un plazo de cinco años, todas ellas en propiedad.
Dental Line no es igual que Vital Dent, la compañía pionera en convertir las consultas unipersonales de los dentistas en un negocio franquiciado. Dental Line, a diferencia de las franquicias de Colman, apostó por una red propia, "ya que permite controles más estrechos en la gestión y en el control de la calidad". Lo decía Carlos Carrascosa, director general de la firma, un economista que se forjó en Vital Dent antes de asumir la dirección del grupo de López Torreblanca y Pérez Rubio.
Dental Line promete en su presentación "evitar el miedo y la ansiedad que acecha a lo pacientes cada vez que traspasan la puerta de un dentista en un piso". Identificaban el local, por lo general de una superficie de entre 120 y 180 metros cuadrados para unos cinco gabinetes. Mantiene Carrascosa que, "al bajar las consultas a pie de la calle, se genera un efecto de proximidad que facilita la captación de clientes". Además de ello, Dental Line mantiene que el éxito de las clínicas se debe al ajuste de precios que consiguen con los proveedores y las compras al por mayor. Hay algo más: las fórmulas de pago aplazado facilitan a los clientes acceder a los tratamientos.
Ocho años después, Dental Line había crecido como la espuma: la compañía montó un plan estratégico que le convertía en la mayor red de clínicas dentales del mundo. Sólo en 2006, esperaron cerrar una facturación de 35 millones de euros y 55 clínicas montadas que serían 200 en cinco o seis años. Y llegó la crisis y, con ella, el desplome. En 2007, Dental Line contaba con 68 locales en propiedad (a finales de este año sólo preveía unos veinte) y era la empresa con más clínicas propias en el país, pero cuando la crisis dio la cara, no hubo más remedio que reflotar el negocio. ¿De qué manera?: Dental Line vendió el pasado abril a Adeslas 28 de sus centros por un precio que no ha trascendido. Desde abril, cerraron doce centros más y se preveía que otros ocho lo hicieran a finales de año, caso del de Jerez. Uno de esos centros vendidos a Adeslas era el de Cádiz y sus pacientes desviados a Jerez. Una de las trabajadoras afectadas ha declarado que "en Jerez se acumulaban hasta 7.000 expedientes. Si no cerraba, Dental Line vendía a Adeslas y esos pacientes eran desviados a otras clínicas del grupo; a Jerez venían de Cádiz, también de Algeciras, San Fernando... Jerez era el centro neurálgico en la provincia; no había más. Venía hasta un paciente de Ronda".
Hasta el viernes, personal de Dental Line en Jerez acudía cada día a las puertas del establecimiento, en unos bajos de Madre de Dios. Son los otros afectados, un puñado de trabajadores sobre los que pesa la posibilidad de perder su empleo: el director, una recepcionista, una higienista y todo un cuadro médico (éstos cobraban según lo trabajado), que siguen dados de alta. Hace días, llevaron hasta allí al notario para levantar acta del cierre. No han cobrado aún la nómina de septiembre, pero confiesan que ya advertían movimientos extraños desde hacía tiempo: "No pagaban la nómina íntegramente en los últimos meses, había cambios de médicos..."
Tan traumático ha sido el cierre de la sede en Jerez, sin previo aviso a sus clientes, como en el resto de establecimientos clausurados por todo el país. Un centenar de afectados aguarda acabar con su tratamiento, con desembolsos financiados o no de entre 3.000 y 6.000 euros. Todos ellos tendrán que costearse ahora con otro dentista los servicios que Dental Line dejó sin acabar. Hace algunos días, Francisco Pérez, administrador de la empresa, justificó que la reestructuración realizada era fruto de veinte meses seguidos de pérdidas. La facturación, que hace tres años alcanzó los 35 millones de euros, ha bajado a 7 millones. "Las clínicas no ingresaron lo esperado". Dental Line arguye además que Adeslas no le ha abonado todo el importe de los 28 centros. "Estamos luchando por reflotar la empresa", dice Pérez, que promete "no dejar a ningún paciente con la boca a medias".
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