Luis Zarzana tiene 48 años y se dedica a la pescadería desde la adolescencia. Tanto fue así que acabó de estudiar la antigua EGB (actual Primaria) y se fue a la plaza a ayudar a su padre. Pescadero de bastina, de cuchilla, se siente jerezano por los cuatro costados. Nacido en San Marcos, se crió toda su infancia en el barrio de Santiago.

—¿Lo que más le gusta de su ciudad es...?

—Puede parecer típico pero me pirran los buenos cantes y bailes de Jerez, los caballos, la Feria, la Semana Santa... es decir, todas esas señas que hacen de Jerez una ciudad única. No es hablar por hablar, es la verdad. De lo dicho, pocos nos pueden discutir que lo tienen mejor que nosotros. También tengo debilidad por la gente buena, la gente con arte, sin dobleces...

—¿Y lo que menos?

—La ruina que tenemos en todo lo alto, pero mejor no nos metamos ahí porque nos vamos a poner tristes y además no vamos a solucionar nada...

—Un recuerdo bonito...

—Uno muy especial fue cuando se organizó el ciclo ‘Familias cantaoras jerezanas’. Lo hizo Pepito Castaño en La Asunción. Mi hermano llevó a Moraíto, El Zambo... y mi padre salió cantando la zambra por Manolo Caracol. Ese lío duró semanas. Al día siguiente no podíamos vender pescado en la plaza porque la gente rodeaba el puesto para felicitarlo. 

—Vamos que la zambra costó el dinero...

—No te puedes imaginar el río de personas que decían que hacía años no escuchaban algo tan bonito. Y esos aplausos constantes... Fue inolvidable.

—Un deseo para el futuro

—Que tiren el edificio viejo de la plaza Esteve que nos tapa y que coloquen  ya la cabecera de autobuses. Sin ese edificio la plaza saldrá para afuera y se podrá ver en todo su esplendor. No como ahora, que desde hace décadas y décadas está escondida. Creo que eso además de dar vista va a reportarle mucha vida a nuestra plaza de abastos.