Editorial: Cigüeña de Santiago
Algo está cambiando en Santiago. De un año para acá se respira otro aire dentro y fuera del barrio. Llega la Semana del Flamenco, sus balcones se visten con letras de cante, llega la festividad de Santiago y, casi como un milagro del impulso vecinal, renace una Velá popular que llevaba dormida más de cincuenta años. Y con tan gozoso motivo, las calles Nueva y Cantarería, sin coches aparcados y con la Banda de San Juan recorriéndolas para anunciar la fiesta, emergen con un súbito esplendor. Hay vecinos que salen a los portales y niños correteando arriba y abajo y una alegría contagiosa de celebración y de reencuentro. Las calles Merced y De la Sangre también muestran sus galas: montoncillos en los balcones y tiras de guirnaldas de parte a parte.
No es milagro sino la suma de muchas voluntades las que dan vida a una Asociación que en la elección de su nombre define su objetivo principal: Unidos por Santiago. La clave es esa y ahí. En el principio de unidad, radica la capacidad que permite organizar, en poco tiempo y con solvencia, actividades culturales que van desde la presentación de un libro a una sesión de títeres para niños, un taller para enseñar cómo se construye una guitarra o un paseo íntimo por el Santiago de noche en el entramado callejero en el que todavía perviven algunos patios de vecinos. La respuesta de público desborda todas las previsiones.
Ha ocurrido y ahora el desafío es que la estela del éxito obtenido con esas iniciativas se transforme en fuerza reivindicativa para conseguir mejoras tangibles: calmado del tráfico a base de medidas contundentes en las calles troncales donde fue un sueño efímero que los conductores aceptaran circular a compás en vez de usar los viales como desaforados circuitos de velocidad.
Nombrar Santiago como enclave del Conocimiento es algo más que una voluntariosa invocación de futuro. Los Encuentros de la Ciencia han alcanzado ya dos ediciones consecutivas en el formidable espacio del Museo de la Atalaya. Han descubierto con orgullo a científicos jerezanos situados en la vanguardia de la investigación mundial contra el cáncer y el cambio climático, acercándolos a la comunidad docente afincada en el barrio, desde el Colegio Luis Vives y el Instituto Santa Isabel de Hungría a la Escuela Superior de Arte y Diseño.
Y más cosas. Ojalá algún día Calle Nueva, Cantarería, Juan de Torres y Leales, Jardinillo y Moraíto Chico terminen conformando la soñada Nueva Orleans del flamenco, pero la Asociación UXS lo está diciendo alto y claro: para andar ese camino hay que implementar mejoras tan perentorias como las de la iluminación o la decoración vegetal —ya sea con macetones como los de Merced o con el prometedor emparrado de Pozo Dulce de Antonio Gallardo—, el blanqueado de las fachadas, la preferencia de acceso a residentes como forma de evitar trasiegos indeseables. Revertir el abandono de los solares, la mayoría de titularidad municipal, en espacio público para usos tan necesarios como parques infantiles, zonas ajardinadas donde pasear a las mascotas, bancos y elementos de ejercicio al aire libre para mayores. Sin olvidar la protección de elementos del patrimonio monumental tan importantes como el paño de muralla de la calle Muro o la Torre que en su cabecera es todo un hito de bienvenida a Santiago, como bien señala Manuel Romero Bejarano.
Santiago se hace más fuerte en el reconocimiento a quienes encarnan lo mejor del patrimonio humano y cultural como Tío Manuel Morao a quien la Asociación ha otorgado el primero de los reconocimientos instaurados bajo el nombre de Cigüeña de Santiago.
Junto a la reivindicación de los legados, el imperativo es mejorar el presente del barrio y garantizar un futuro libre de los oscuros presagios que algunos difundieron en tiempo reciente. Por eso, además de la riqueza intangible que guarda la historia de Santiago, hay que hacer visibles, es decir visitables, los tesoros artísticos de las ocho Hermandades radicadas en el barrio. Y algo parecido con el patrimonio cultural de las Peñas flamencas. Y, desde luego, va siendo hora de que la propia Asociación pueda disponer de una sede para dar continuidad y profundidad a su trabajo y como punto de encuentro y de intercambio cotidiano con los vecinos.
Esperamos que este Cuaderno que estrenamos gracias a la gentileza de Diario de Jerez, sea también una herramienta para la comunicación de los avances y de las reivindicaciones, a la vez que un espacio de expresión de la maravillosa pluralidad de culturas que integra Santiago, enriqueciendo su raíz gitana, artística y ciudadana.
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