Un emblema del Zoo y la ciudad y un símbolo para muchos niños

Corría el año 1987 cuando se conocía que el Zoo de Jerez, el conocido Tempul, acogería en sus instalaciones, por primera vez en su historia, un elefante africano. Buba llegaba a Jerez el 11 de marzo de 1988 y contaba por entonces con cinco años. Llegó cuatro meses después de lo planeado debido a la burocracia impuesta entonces tras la aparición de la epidemia de la peste equina, que aumentó las exigencias aduaneras para la importación de animales, con unos severos requisitos zoosanitarios. La elefanta llegó del Zoo de Lisboa procedente del Parque Nacional de Etosha, en Namibia (África), donde se iba a hacer una caza selectiva de 14 crías debido a las limitadas dimensiones del parque.

Cuando el Zoo conoció esto, se puso manos a la obra para salvar a una de estas crías y traerla a Jerez. De esta manera, el Zoo y el propio Ayuntamiento trabajaron para encontrar patrocinadores que sufragaran su llegada. Fueron 23 las empresas que lo hicieron posible, entre ellas la extinta Caja de Ahorros de Jerez, el recordado y también desaparecido bar La Venencia o las bodegas González Byass, Real Tesoro y Garvey, algo que aún ayer se podía recordar en un cartel instalado junto a la instalación de Buba.

Pero los niños también tuvieron mucho que decir en esta llegada de la elefanta a Jerez. En aquella fecha, destacó el acto generoso de la niña Helga Manzano, que no dudó en romper su hucha para ayudar a que Buba llegara a la ciudad. Una vez en el Zoo, los niños eligieron su nombre a través de un concurso.

Ahora, Buba disfrutará en un parque, el Sóstó húngaro, de 35 hectáreas y que cuenta con una importante reserva de elefantes. En Jerez, la instalación que la albergaba hasta ayer se reformará un poco para acoger a los bisontes europeos, ya que en el futuro el espacio reservado para los elefantes irá ubicado enfrente, una vez se ejecute la ampliación del parque.