El espíritu de Don Bosco y María Mazzarello llega hasta hoy
Un centro que ha sabido evolucionar desde que llegó a esta ciudad en 1887 para seguir atendiendo las necesidades de formación cristiana de todas las clases sociales
El colegio María Auxiliadora, situado en la avenida del mismo nombre, en Montealto, abrió sus puertas en 1887 aunque entonces se encontraba en la calle Pedro Alonso 16, en un inmueble cedido a las Hijas de María Auxiliadora (salesianas) por Concepción González y Villar, con el fin especial de que en ella hubiera siempre una clase nocturna para adultas y se completara después con las otras obras de apostolado.
Posteriormente abrieron un pensionado para Señoritas, que se inició el 3 de enero de 1898, con tres internas y una de ellas llegó a ser después Hija de María Auxiliadora. En 1942 el colegio fue reconocido como tal y en 1974 se traslada definitivamente a su sede actual. Está concertado en todos sus niveles.
Según explica la directora, Manuela Barroso, que es seglar, "esta es una escuela popular libre y abierta, a todas las clases sociales, dando preferencia a los más necesitados. Nuestro colegio oferta a los alumnos una educación que se inspira en el Evangelio, en las orientaciones de la Iglesia y en la metodología preventiva de Don Bosco. Es, por lo tanto, una educación cristiana, que se arraiga en la cultura de nuestro tiempo".
En este sentido, insiste en que "hay un espíritu de familia que se hace palpable a todo el que entra aquí y que crea lazos entre alumnos y educadores, que perduran más allá de los años escolares".
Su sistema educativo está avalado además por el certificado de calidad EFQM y por otro lado trabajan la dimensión europea a través de los proyectos Célula Europa y Comenius que, según la directora "nos ayudan a crear lazos de colaboración con escuelas europeas. Este curso por ejemplo estamos realizando el proyecto 'Be heathy, be happy, be sucessfull' con colegios de Suecia, Italia, Eslovenia, Grecia y Reino Unido".
En la actualidad, sus principales necesidades son "las derivadas de la rehabilitación y mantenimiento de las instalaciones, así como la adquisición de material para poder afrontar el cambio tecnológico en el que nos vemos inmersos en la educación".
La mayoría de los alumnos procede de la zona cercana al centro y el absentismo escolar es prácticamente nulo. "La diversidad social -explica la directora- no es excesiva, ya que abundan las familias de clase media". Aunque apenas tienen alumnos de otras nacionalidades, dice que "esta realidad cada vez va creciendo más". Existen también algunos alumnos con necesidades educativas especiales, que forman parte del aula de apoyo a la integración y otros con dificultades en el aprendizaje escolar.
En cuanto al profesorado, Manuela Barroso señala que "son personas con vocación que, desde la opción por el seguimiento de Jesús, caminan con los jóvenes, participando en la misión educativa siguiendo las huellas de Don Bosco y Madre Mazzarello. Viven corresponsablemente su vocación en la formación integral de los jóvenes".
Concretamente son catorce hombres y dieciocho mujeres. La edad media es de 30 a 40 años, el ochenta por ciento está fijo y sólo dos salesianas están impartiendo clases.
La llegada al centro de Manuela Barroso fue en septiembre de 1993, aunque antes estuvo como educadora de calle en programas de prevención de delincuencia y droga y como profesora en las escuelas-taller. Desde su llegada al centro ha estado como tutora y especialista de Inglés. Desde el curso 2001 ha sido directora pedagógica de Infantil y Primaria "y este curso -explica- hemos comenzado una nueva etapa como centro. Nos ha llevado a realizar una nueva organización y soy la directora del colegio".
"Tanto la docencia como la gestión -dice-, aunque distintas, me han ofrecido momentos especiales en mi vida, sobre todo al ver los retos conseguidos, aunque siempre como maestra, me atrae más el contacto con los niños y jóvenes, en el día a día compartido. El ver el rostro de felicidad de un niño cuando descubre de lo que es capaz de hacer cuando comienza a leer es algo que no se puede olvidar y hace que todo nuestro esfuerzo merezca la pena".
No obstante reconoce que "en la gestión del centro, aunque sea un trabajo más burocrático y con más calentamiento de cabeza, sobre todo por la gestión económica, se presentan muchas oportunidades para compartir el trabajo educativo con padres, alumnos y otros agentes de la educación. Sin duda, la relación personal es lo que más me gusta de ambas tareas. Lo que hace que el trabajo diario como directora sea fácil y agradable, es el saber que es una tarea de equipo, compartida tanto con el equipo directivo, como con el claustro de profesores y la comunidad de hijas de María Auxiliadora".
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