Funeral en Jerez de Álvaro Domecq: “Por Álvaro, nuestro hermano”
Cientos de familiares, personalidades y amigos, así como un cortejo de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, acompañan al rejoneador, ganadero y bodeguero, fallecido en Jerez a los 85 años de edad
Imágenes del funeral de Álvaro Domecq en la catedral de Jerez
Cientos de familiares, personalidades y amigos acompañaron este miércoles en su último adiós al rejoneador, ganadero y bodeguero Álvaro Domecq Romero, fallecido el pasado martes en Jerez, a los 85 años de edad. Una misa funeral celebrada en la Catedral al que fuera Hijo Predilecto de la ciudad y Medalla de Andalucía, que estuvo precedida por un cortejo de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, en el que los jinetes, muy emocionados, portaban brazaletes negros. Una comitiva fúnebre que partió de la sede de la entidad y recorrió diversas calles del centro antes de llegar a la puerta principal del templo. Momentos estos llenos de un profundo silencio, tal como fue toda la celebración.
La ceremonia, que estuvo oficiada por el sacerdote Luis Piñero, contó con las diversas interpretaciones del Coro Capilla San Pedro Nolasco, del organista José Carlos Gutiérrez y el violín de Fernando Franco. Piñero ensalzó durante la homilía las distintas bondades humanas “de Álvaro, nuestro hermano”, palabras que repetiría en diversas ocasiones. Y también su faceta como peregrino al Rocío, “ahora, hoy, es la última peregrinación hacia las marismas eternas. Peregrinos de esperanza, que para nosotros los creyentes es Cristo”. El sacerdote animó a los presentes a seguir el ejemplo de fe y de vida de “Álvaro, nuestro hermano, sobre todo, a los más jóvenes”.
Sobrinos de Álvaro Domecq fueron los encargados de leer las peticiones, así como una emotiva carta de despedida a ‘Quico’, tal como se referían a él de forma cariñosa, al igual que ‘Quica’ a su viuda, Maribel Domecq. “Es difícil encontrar palabras que estén a la altura de una vida tan grande como la tuya, pero queremos agradecerte todo lo que nos has dado. Por tus valores firmes, esos que nunca cambiaste sin importar las circunstancias. Principalmente, el de disfrutar la vida como el que más. Gracias por tu generosidad, gracias por tu ejemplo de respeto hacia los demás, que eran tan natural en ti y que nos han enseñado a ver el mundo con dignidad y consideración. Tu vida en el mundo del toro y de la equitación, esa que a tantas personas enseñaste, era única. La viviste con pasión, con entrega, con casta y con arte. No solo fuiste parte de una tradición, la engrandeciste. Llevaste tus raíces y tu nombre con una elegancia que muy pocos pueden alcanzar... Ahora te vas con tu queridísima Poti (la ganadera Ana María Bohórquez Escribano, fallecida este pasado lunes) a la grupa, a la que tanto queríamos... Te vamos a echar muchísimo de menos. Tu ausencia ya se nota, pero tu presencia sigue viva en cada historia, en cada gesto, en cada valor que nos dejaste. Te vas, pero nos dejas un legado enorme. Con todo nuestro cariño y nuestra eterna gratitud. Tus sobrinos. Tus nietos. Gracias por tanto”.
La ceremonia concluyó con la emocionante interpretación de la Salve Rociera por parte de José María Núñez, con la guitarra de Joaquín Vallejo.
Durante el funeral del rejoneador jerezano y fundador de la Real Escuela del Arte Ecuestre se vio una corona de flores blancas enviadas por las infantas Elena y Cristina, “con todo nuestro cariño”, y del rey emérito Juan Carlos I. La relación de Álvaro Domecq con la Casa Real ha sido siempre maravillosa, y en este último adiós no han querido dejar de acompañar al ilustre jerezano.
Tras el oficio religioso, el cortejo de la Real Escuela acompañó al coche fúnebre por la calle Calzada del Arroyo, con aplausos, hasta su regreso a la Real Escuela, donde estuvo presente ‘Yute’, el último caballo de carriola de Domecq.
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