“Jerez necesita invertir en un centro de arte y no tanto en su propia cultura”
Gonzalo Torné. Pintor
El jerezano visita su ciudad camino de Málaga donde expone en el CAC obras que realizó junto a Quico Rivas
Aquí, una charla sin tapujos sobre el mundo del arte y lo que le rodea
Jerez/Gonzalo Torné (Jerez, 1949) tiene en Aranjuez su estudio y residencia desde hace décadas. Se marchó de su tierra hace mucho, pero a ella regresa cada vez más, al arropo de sus raíces. Visita sus calles ahora de camino a Málaga, donde ha inaugurado en el CAC una muestra con obras junto a Quico Rivas. Hoy, aquí, una charla sobre arte, cabezas amuebladas (o no), ciencia, nuevas tecnologías y alguna que otra bombilla fundida.
–¿Cómo ha encontrado su ciudad en esta visita?
–Bien, esquivando las tormentas. Más organizada y limpia.
–El Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga acoge la exposición ‘Socios a cuatro manos’, con obras inéditas suyas y del conquense Quico Rivas -fallecido en 2008.
–Es una exposición que ha estado guardada 11 años, está compuesta por 36 pinturas y collages en los que revelamos nuestros gustos, inquietudes y pensamientos. Era una lástima que esas obras estuvieran encerradas en una carpeta en mi estudio. La idea es hacer una donación que se quedará en parte en el CAC Málaga, otra en el Reina Sofía, en el MACBA de Barcelona y tal vez en Sevilla, porque no hay ninguna intención de comercializarla. Son trabajos que surgen de conversaciones en torno, por ejemplo, a la muerte, pero no había tragedias aunque ambos entonces no estábamos bien. Pero hay cierto optimismo y era una forma de decir que había más vida. Las obras finales las acabábamos en Grazalema como para espantar a la dama blanca de la guadaña. Éramos amigos desde los 80, muy aficionados al flamenco, porque además la madre de Quico era de Jerez. También hay obras de La Fragua del Tío Juane, que también se refugió en Benamahoma.
–Al final siempre hay algo que le hace regresar a Jerez.
–Sí, y cada vez más porque Pilar (su mujer) está enamoradísima de ella, dice que esta es su ciudad (ríe). De hecho, hace unas papas aliñás... Mi familia vive aquí. Es que esta es mi cultura, mi sitio, aunque me fui en el año 1973 y yo ya había vivido entre los 7 y los 12 en Sevilla y luego hasta los 14 en Aranjuez. Pero en mi casa siempre se ha escuchado mucho flamenco, se ha comido la cocina de aquí...
–¿Ya no es esa ciudad desangelada que usted dijo que era cuando se marchó?
–Hay una gran diferencia a cómo está ahora, sobre todo, por los medios de comunicación. Hoy estás informado. Entonces había muy poca proyección. Había un gran abismo entre lo que aquí podías hacer y lo que se podía hacer en Madrid. Ahora, ese abismo es incluso más grande que antes porque aunque Jerez ha avanzado mucho, lo otro mucho más. Mira Málaga, estaba como nosotros, y mira ahora. O Avilés, Logroño, Aranjuez que tiene un centro cultural impresionante.Hace muchos años que dije que si de las bombillas de la Feria se podía ahorrar un 3% y destinarlo a bombillas para Pescadería Vieja. Este pueblo necesita un centro de arte.
–Si estuviera en su mano...
–Recortaría bombillas (ríe). Hace falta un consenso social, es decir, ser consciente de que están pasando muchas cosas y que se nos están adelantando. Es cierto que Jerez invierte mucho en su cultura: Semana Santa, Feria, El Rocío..., pero es que la cultura del siglo XXI también existe y es de todos los jerezanos.
–¿Hay falta de inquietudes en general?
–Sí, hay mucho conformismo. Es que como Jerez es tan rico y entretenido, la vida social es amplia, siempre hay algo, pero sí hay un sector cultural que sí hablamos de esta falta. Pero está todo muy disgregado y hay una cosa: decimos mucho eso de a ver si nos traen o nos ponen; no, vamos a ponernos nosotros.
–¿Se relaciona con artistas jerezanos?
–Sí, con Fernando Toro, Juan Ángel González de la Calle... Nuestro trabajo es muy individualista, aunque en los años 70 había más solidaridad. Pero hace falta una asociación de artistas que dinamice y pida al delegado de Cultura una salida y no gastarlo todo en la Feria, El Rocío... Que el mundo sigue adelante. No creo que sea costoso porque los que nos dedicamos a esto por vocación o majaretismo, solemos ser generosos con lo que hacemos. Uno no se dedica a esto sólo para tenerlo guardado. Lo importante es que guste y se vea.
–Fuera de Andalucía, ¿cuánto cree que aportan los jóvenes al arte contemporáneo?
–Tienen más inquietudes en temas digitales, en el street art, en la dinamización de espacios que parecían inútiles, un poco al estilo de Berlín. También hay que tener en cuenta que el clima hace mucho, mientras aquí podemos estar en terrazas en enero, allí se tienen que meter en algún sitio a hacer cosas. Hay que hacer las cosas con cabeza. No creo que en Jerez seamos unos negados para el arte contemporáneo, pero sí somos muy autosuficientes en nuestra cultura, pero lo cortés no quita lo valiente. Desde los años 80, si eras español parecía que ya tenías un bagaje artístico, y es cierto, somos muy creativos.
–¿El apoyo desde la Administración es mayor fuera?
–Sí, de hecho, a mí personalmente, quien más me ha pagado ha sido The Pollock-Krasner Foundation, de Nueva York, para la creación artística con nuevas tecnologías, que ha becado mi obra dos veces, en 1986 y 1988.
–
¿Cómo ha sido su avance en las nuevas tecnologías en los últimos años?
–Pues con descubrimientos continuos. La práctica hace maestros (ríe). Yo he sido siempre muy tendente a la investigación y a las nuevas tecnologías. Soy muy amante de la ciencia, de la astrofísica, la física cuántica, la formación del universo, del bosón de Higgs ... Y mi pintura en el fondo lleva siempre estructuras geométricas por dentro, no se ven pero sí hay una estructura, un ritmo, una composición, como hacían Velázquez o Caravaggio. Desde muy niño tuve acceso a materiales de nuevas tecnologías que no llegaba a España porque mi padre trabajaba para los americanos. Soy un investigador de las artes plásticas, más que recrearme en lo que sé hacer me gusta solventar nuevos retos. Me gusta pintar en el límite. Cuando sé cómo se hace una obra, deja de interesarme. Prefiero la lucha del proceso creativo lejos de los tics de cosas ya sabidas por mí mismo. Es difícil explicarlo con la palabra, pero no con formas y colores. Tengo pendiente una exposición, que se le ha ocurrido a Pilar, con sólo dos cuadros grandes y luego todo el proceso creativo que me ha llevado hasta ellos. Eso es lo interesante.. No están ahí por casualidad.
–¿Sus técnicas han condicionado la idea original?
–No. Cuanto más herramientas y posibilidades tenga más puedo utilizar unas y otras.Las nuevas tecnologías necesitan de saberes antiguos. Puedes tener buena mano o buen ojo, pero quien pinta es la cabeza, que debe estar llena de lecturas y estudios para poder expresarte con más posibilidades. Hay una estructura mínima del pintor como homo sapiens que ha evolucionado desde hace millones de años, que se cumplen o no, pero no te deben limitar.
–¿Sigue pintando con pincel analógico?
–Sí. Para hacerlo con el digital hay que saber con el analógico si no, la lías. Tengo obras que son mixtas. ¿A ver quién descubre cuáles son los brochazos digitales y los analógicos?
–¿Le han criticado alguna vez por usar estas herramientas, porque podrían ‘quitarle valor’ a la obra?
–No. La herramienta no añade ni quita valor. La creatividad está en otra cosa, no en la técnica, que es un medio. Los que digan que están en contra de las tecnologías..., ya el óleo fue una tecnología avanzada en su momento. Todo el mundo utiliza una tecnología, o la del siglo XXI, del XX o del XV.
–¿En qué proyectos está inmerso ahora?
–Pues estoy dando un giro hacia la ciencia, que tanto me gusta. Hay tanta belleza y autenticidad en los descubrimientos que se están haciendo hoy... Realmente, la ciencia me place mucho.
–¿Podremos ver plasmada esa pasión en alguna muestra próximamente?
–Pues, en Jerez, difícil. En Cádiz, imposible, alguien me tiene vetado allí, no sé por qué, aunque la Diputación sí ha contado conmigo. Pero pasa con algunos artistas, que tratamos de valorar sólo lo que nos llega, pero lo importante es valorar lo que no te llega: ¿por qué eso es arte y yo no llego? El mundo no puede estar equivocado. El que no sabe no ve. Mirar no es ver. Una vez se me acercó una licenciada en Historia del Arte que estaba haciendo el doctorado y me dijo que no le gustaba el arte moderno, ¡cómo se puede decir eso! ¿Acaso Kandinski o Van Gogh pensaban en gustar cuando pintaban? Lo hacían porque tenían que hacerlo, y ahí están, hechos. Al margen de ellos los cuadros se van a quedar siempre. Se ha resumido demasiado la estética en estética-belleza, a lo fácil, y la actitud frente a una obra de arte debe ser activa, no encerrarse en lo que a uno le gusta y ya está. El arte contemporáneo es igual de arte en el Barroco o en el Renacimiento. Yo creo que nadie que sea profesional se mete en esto para tomar el pelo a los demás o hacerse rico, apañao iba. Es una necesidad de la misma vocación, de hacer cosas. Yo veo hoy obras mías y me digo, “hijo puta el cuadro este, ha nacido, lo he hecho yo, y va a vivir toda la vida. Y no lo hago como una satisfacción, sino como una necesidad. Hay cuadros que nos quitan vida para vivir ellos más. Los cuadros se hacen solos, yo sólo aguanto el pincel. El cuadro te dice lo que tienes que hacer cuando comienza el diálogo si sintonizas con él. Si se rompe ese diálogo, es mejor dejarlo a un lado y hacer otras cosas.
–¿Falta hoy más educación sobre arte en las aulas?
–Sí, yo he tenido muchas peloteras al respecto. De hecho, hablaré sobre procesos creativos en la Escuela de Arte de Jerez en los próximos meses. Hay que dedicarle más tiempo a la formación de la cabeza del pintor. Quien manda es el cuadro, es tu dueño. Porque la pintura es muy celosa. El espacio se va creando a medida que tú trabajas encima.
–Eso es lo que pensaba de lo que le contaban sobre arte cuando vivía en Jerez, que el mundo no podía estar equivocado.
–Sí, a mi casa llegaban revistas americanas y enciclopedias y veía a Cézanne, Picasso... y esos libros no podían estar equivocados. Con 6 ó 7 años pintaba esas cosas por la información que tenía, que me llegaba. También pasaba un poco en Jerez, que había grandes artistas que no habían pintado nunca un cuadro. Eso también me hizo irme.
–¿Le sigue embrujando Madrid?
–Sí, aunque cada vez venimos más aquí. Estamos hartos de pasar frío. Estamos muy enamorados de esta tierra. Sólo el amor y el arte nos salvará la vida.
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