El Rocío

La hermandad del Rocío inicia su vuelta hacia Jerez

  • Jornada tranquila y con buenas temperaturas en la que los romeros jerezanos avanzaron por el Coto de Doñana.

La hermandad del Rocío de Jerez inició en la jornada de ayer martes su vuelta a casa. Atrás quedan días de emociones, de camino de ida, de estancia a la vera de la Blanca Paloma y de romería rociera. Recuerdos de la ida que se agolpan a la vuelta, como la misa en el Cerro de Ánsares donde los caballos formaban un semicírculo para escoltar a Jesús Sacramentado elevado por el obispo de la Diócesis para estar más cerca que nunca del Cielo Eterno. Recuerdos de jerezanos rocieros como Luis Domecq y su esposa Paula, de Isaac Camacho con Fabiola y la familia. Todos ellos rocieros de pura cepa.

A las 9 de la mañana el Simpecado volvía a salir de la casa de hermandad de Jerez, en la calle Almonte, con sus mulas refrescadas tras el descanso de la aldea, y unos buenos ramilletes y centros de flores que decoraban la carreta. Como es tradicional, vino el momento de la despedida de los romeros jerezanos ante la Blanca Paloma que se efectuó minutos después con el rezo de la Salve a las puertas de la ermita. Instantes emotivos e íntimos para quienes reanudan la marcha.

La jornada se desarrolló con total normalidad una vez encarados los mulos hacía la zona de La Canaliega, que es el paso que separa en lo físico a las hermandades de Cádiz con la aldea del Rocío. Sin embargo, el cordón umbilical del rociero nunca deja de alimentarse de la Madre de Dios por muchos impedimentos que marquen las distancias. La comitiva hacía acto de entrada en el Coto y, sobre las doce, todo estaba preparado en la zona de 'El Lobo' para el encuentro tradicional de tres hermandades que comparten el rezo del Ángelus ante sus Simpecados: Jerez, Cádiz y Chiclana.

Hubo que pasar por el Palacio de Doñana para, más allá, encontrar 'El Sopetón', lugar en el que la hermandad hizo el rengue del almuerzo, a las frescas sombras de los pinos. Tras ese largo rato de recuento de recuerdos, los romeros continuaron hasta llegar a la zona del 'Corral de Félix', en el que se hizo el alto final para pernoctar.

Cuentan algunos rocieros que la vuelta, si cabe, es más bonita que la ida. Se comparte mucho más -que no es que en la ida no se haga porque se incumpliría la norma que marca el Rocío de la solidaridad- y sobre todo se hace más íntimo. Pues así fue esta jornada que enlaza los momentos vividos en la inmediatez del pasado con la tristeza serena de volver tras una romería más vivida.

Así es la vuelta de Jerez por las arenas. De alegría por lo vivido y de tristeza porque queda un año por delante. Mañana será otra jornada de arenas y de pinos. De recuerdos y de recuentos. Estará sembrada siempre por la belleza de la Virgen que queda grabada en el corazón de cada romero teniendo de fondo el coto de Doñana. Todo un privilegio.

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