"El jerez no llegó a Asia en 1519 porque se agotaron las existencias"
Carmen Borrego Plá abordará esta tarde las relaciones del vino de Jerez con el continente asiático
Jerez/“Plasmar una visión global de un hecho global”. Esa será la principal intención de la profesora universitaria, investigadora y copropietaria de Bodegas El Maestro Sierra, María del Carmen Borrego Plá, en la conferencia que ella misma protagonizará esta tarde, a las 20:30 horas, en la Bodega San Ginés, situada en el propio Consejo Regulador.
Con una entrada totalmente gratuita, hasta completar aforo, Carmen tratará, mayormente, la expedición fallida de Fernando de Magallanes y de Juan Sebastián Elcano en el año 1519, cuyo fin no era otro que buscar una nueva ruta comercial con Asia en la que los vinos tendrían un papel fundamental. Y aunque la conferencia se titula “El jerez de 1519. A las puertas de un laberinto oceánico de especies, porcelana y seda”, Carmen Borrego tratará de ir más allá, “de no quedarme en esta expedición, sino en toda la consecuencia que trajo que es mucho más importante”, explica.
La conferencia, enmarcada en las actividades programadas para las Fiestas de la Vendimia, comenzará por el inicio de la famosa expedición, “que fue la que abrió la veda para que posteriormente en la mitad del siglo XVI y a través de México, el vino de jerez llegara a Filipinas por primera vez y se comenzara a comercializar con él”.
Borrego hace especial hincapié en que la expedición de Magallanes y Elcano fue “la primera parte”, pero hubo “una segunda como consecuencia de esa primera que fue clave para que los vinos jerezanos llegaran al continente asiático”. El problema que hubo en la primera expedición, avanza Borrego, es que “las previsiones se acabaron en el primer año de travesía por el mar. Al salir, se llevaban vinos, pescados y ganado vivo, pero se quedaron sin abastecimiento en el Estrecho de Magallanes y el jerez nunca llegó a Asia con esa expedición”, cuenta. Un viaje que seguía la ruta por México hasta llegar a las Islas Molucas (Indonesia), pero que fracasó en la intención de buscar esa nueva ruta para el vino. Llegaron a las Molucas, sí, pero sin existencias. “Tuvieron que sobrevivir como pudieron”, relata la ponente. Por tanto, la expedición dio la vuelta al mundo habiendo conocido la ruta pero sin poder comercializar con sus vinos.
Sería en una segunda parte cuando el vino de Jerez pisaría tierras asiáticas de la mano de los mexicanos. “México, un gran amante de los vinos jerezanos, enviaba un galeón al año con productos españoles y mexicanos a Filipinas. Entre esos productos se encontraban los vinos de Jerez”, avanza Carmen Borrego.
Carmen explicará, incluso, los maridajes que se realizaban en estas expediciones. “Se maridaba con aceite, vinagre, carne del ganado que portaban y algunos pescados, entre otros productos”. Y no sólo con productos y alimentos, sino que se marida con formas de vida. Eso sí, Borrego asegura que “el vino de Jerez siempre viajará en esas expediciones a Asia, aunque en menor proporción que otros por su elevadísimo precio”.
A raíz de ahí, cuenta Carmen, la seda tuvo gran importancia en este tema. “Este material fue un hilo muy sutil que unió la parte del Este Asiático con el Oeste Europeo”. Un hecho, “cuanto menos curioso”, al que Carmen también dedicará parte de su tiempo, porque “la seda tiene mucho que ver con el vino. Ambos, junto al tabaco, fueron importantes en el comercio de la época”.
Lo que no es posible saber a ciencia cierta es qué tipo de jerez es el primero que pisó Asia. “En documentos se especifica que es un vino añejo -así lo llamaban en la época- y que tenía una crianza. Además, aseguraban que cuanto más tiempo permanecía en el barco, más bueno estaba”.
La increíble y desconocida historia de estos viajes, además de muchos más detalles de interés, será expuesta por una especialista en el tema, que tiene intención de hacer ver “la rueda en la que se ha convertido este comercio del jerez, en el que antes íbamos nosotros a venderlo a Asia y ahora son ellos los que invierten aquí”. Una rueda que ha girado cinco siglos después.
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