Jerez

"Las niñas de Cruz Roja me han sacado de un pozo"

María

María / Miguel Ángel González

“Vivo solita, pero feliz”, se apresura a afirmar María J. Rodríguez (Jerez, 1945), vecina del barrio de San Miguel cuando se le pregunta. Esto ha sido posible después de tocar fondo y gracias a unas personas especiales: “Las niñas de Cruz Roja me han sacado de un pozo”. Cuenta que no ha parado de trabajar en diferentes hogares desde los 10 años hasta el covid, “pero sin asegurar, ni nada”. La pandemia trabucó su vida como a muchísima gente. De la noche a la mañana se vio sola y sin nada. Desde entonces, esta ONG le proporcionó unas gafas, le facilita alimentos, la anima con talleres... “Hasta me pusieron un psicólogo, fíjate, ¡a mí!”, espeta con tono sorpresivo. “Les estoy agradecidísima. Me han dicho que hable desde el corazón y eso hago, dar las gracias, como lo siento”.

Esta jerezana asegura que sus hijos están pendientes de ella, se pasan a verla cuando pueden “porque trabajan y tienen sus cosas”. Por eso, es uno de los 700 usuarios a los que atiende el proyecto ‘Atención integral a personas mayores’. “Con él fomentamos la autonomía y la movilidad a través de talleres, acompañamiento a domicilio, salidas de ocio, visitas culturales, y la ‘estrella de las intervenciones’: la movilización con un conductor y un voluntario que les acompañan para realizar diferentes gestiones como ir al médico o tramitar papeleo”, explica Alejandra Llamas, técnica del programa de Mayores.

La ‘familia’ de la Cruz Roja en Jerez que atienden los programas destinados a los mayores y a las cuidadoras y cuidadores de dependientes posa con dos usuarias, Margarita y María. La ‘familia’ de la Cruz Roja en Jerez que atienden los programas destinados a los mayores y a las cuidadoras y cuidadores de dependientes posa con dos usuarias, Margarita y María.

La ‘familia’ de la Cruz Roja en Jerez que atienden los programas destinados a los mayores y a las cuidadoras y cuidadores de dependientes posa con dos usuarias, Margarita y María. / Miguel Ángel González

‘Siempre acompañados’

La pandemia también le cambió por completo la vida a Margarita Soto (Venezuela, 1947). Reside en Jerez desde hace cuatro años. Se encontraba visitando a uno de sus hijos, que también es ciudadano español, cuando le pilló el confinamiento y, luego decidió permanecer aquí: “Me gusta mucho España”. En su tierra natal era maestra de preescolar y enfermera, aunque aquí no le han convalidado el título, ni encuentra trabajo a su edad. Recuerda cómo llegó a la Cruz Roja: “Hace casi tres años conocí a una señora con el chaleco rojo en una parada de autobús, me dijo que me acercara a la sede y desde entonces estoy casada con la Cruz Roja, estoy todo el tiempo con ellas. Para mí ya es parte de mi vida. Las técnicas tienen mucha calidad humana, son cariñosas, muy respetuosas”. En la actualidad, se siente muy activa, bien físicamente y no quiere ser una carga para su familia.

Margarita forma parte del programa ‘Siempre acompañados’. Dice que es voluntaria y usuaria. Está al servicio de la entidad, “donde digan, yo voy”. Se considera afortunada por ello. “Hay otras personas como yo que llaman a los mayores solos y les preguntan cómo están...”. La venezolana aprecia que, en general, en Jerez los mayores están bien, pero hay una gran falta de atención: “Algunos están solos en casa con depresión, necesitan un poco más de ayuda y la Cruz Roja no puede asumirlo todo”. 

Mónica Luque, técnica del programa ‘Siempre acompañados’, explica que cada una de estas personas está rodeada de circunstancias personales diversas: unas han enviudado, otras viven procesos de jubilación “muy fuertes”, o eran cuidadoras y ya esos familiares no están. “También se dan casos de personas que viven con otras a su alrededor y, a pesar de ello, se sienten solas. La pandemia, el encierro que hemos sufrido, en cierta medida ha aislado más a los mayores por miedo a relacionarse o porque ya no saben cómo hacerlo, ahora están en auge las nuevas tecnologías cuyo uso ellos desconocen. Hay más gente que se siente sola”.

"Hay personas que viven con otras a su alrededor y, a pesar de ello, se sienten solas”

Hay estudios científicos que evidencian los efectos nocivos en la salud física y mental de los seres humanos, y concretamente de las personas de edad avanzada. Rosario Merchán también técnica de este mismo programa los menciona: “Muchos usuarios que atendemos sufren depresión o deterioro cognitivo como consecuencia de la soledad”. Para evitarlo Merchán recomienda estar activos, propone que acudan a los puntos de encuentro donde se reúnen un día a la semana, organizan actividades y salidas.

Cruz Roja cuenta con otra línea de trabajo mediante la cual trata de sensibilizar sobre la soledad. Para ello, realizan diferentes iniciativas en centros educativos, de formación, así como en cualquier espacio donde Cruz Roja esté presente. “A las personas mayores les cuesta mucho decir me siento sola, no quieren verbalizar que teniendo hijos y familia se sienten así”, insiste también Merchán. Por esto, a la hora de elaborar un plan de intervención con las personas mayores, en algunos casos, también se trabaja con los familiares.

Síndrome del cuidador quemado

“Me estaba consumiendo con ella”. En ese estado se encontraba Paco Ruiz (Jerez, 1966) hace dos años como consecuencia de cuidar a su madre Dolores, de 87 años, con demencia durante un lustro y, peor, también durante la pandemia. “¿Sabes lo que son tres meses encerrado, sin poder dormir... Creía que me volvía loco”. Este jerezano, residente en la zona sur, ha dado un giro de 180 grados a su vida gracias a técnicas y voluntarias de la Cruz Roja y al programa ‘Atención a personas cuidadoras’.

"A quienes cuidan les resulta muy difícil dejar al dependiente solo en casa"

Entró en él casi por casualidad. Acudió a pedir ayuda para unos familiares que pasaban necesidad durante el confinamiento porque no podían trabajar. “Alejandra me vio, me preguntó qué me pasaba a mí y lloré como un niño”. Entonces le habló del programa para personas cuidadoras que justo entonces estaba comenzando. “Al principio me costó porque era el único hombre, pero no puedo estar más a gusto. Lo recomiendo a las personas cuidadoras que lo necesiten porque es muy duro lo que se vive, aunque hay que hacerlo por supuesto, porque los mayores han hecho mucho por nosotros”. Se trata de un proyecto pionero con dos años de vida en la ciudad. Actualmente, trabajan con 60 personas de la ciudad. “Es bastante difícil, porque a quienes cuidan les resulta muy difícil dejar al dependiente solo en casa. Se muestran muy reticentes, están quemadas, no tienen visión de buscar recursos y les cuesta salir fuera de casa, pero intentamos que lo hagan, que tengan un poco de intimidad”. 

Paco no aparece en las fotos de este reportaje, por suerte para él. Ahora no solo cuida de su madre, también trabaja en la hostelería. Las técnicas de la Cruz Roja le recomendaron que hablara con sus hermanos para buscar herramientas y hacerlo posible. “Como me dijeron, yo estaba fuera de la sociedad. Es muy duro ser cuidador. He salido de casa llorando a 40 grados y también lloviendo. Cuando cuidamos a una persona mayor que no se encuentra bien, cambiamos nuestra vida por la de ella”.Desde Cruz Roja trabajan la des feminización del cuidado, “por desgracia está muy instaurado a nivel cultural que las mujeres cuiden de los familiares, de 60 usuarios cuidadores sólo tres son hombres”, explica Alejandra Llamas, técnica del programa De Mayores. 

Margarita, habla con personal de la Cruz Roja en las instalaciones de Jerez. Margarita, habla con personal de la Cruz Roja en las instalaciones de Jerez.

Margarita, habla con personal de la Cruz Roja en las instalaciones de Jerez. / Miguel Ángel González

En este último, intentan quitar sobrecarga a nivel informal de las personas cuidadoras, sobre todo de personas mayores de 65 años y dependientes. Capacitamos a voluntarios a nivel formativo, cuida de la persona mientras la cuidadora -la inmensa mayoría son mujeres- hace gestiones que ella necesite como ir a la cuidadora, hacer la compra, dar un paseo… “Por eso se llama respiro familiar”. También se valen de este recurso para que las personas cuidadoras asistan a los talleres en la asamblea de acompañamiento psicológico individual, grupal o terapias en grupo, en el que se les capacita a nivel laboral, física y mental. A nivel inicial se le realiza un test para evaluar el nivel de saturación del cuidado para trabajar el ‘síndrome del cuidador quemado’.

Los casos son derivados de los servicios sociales, los centros de salud, pero la mayoría a nivel local les llega a través de familiares que los conocen mediante las redes sociales, el multi canal de Cruz Roja ‘Ser cuidador’.

Paco reconoce que antes veía la Cruz Roja en la televisión o en cualquier parte y no la apreciaba como ahora. “Me aportaron pautas para dormir, alimentarme bien, ayuda psicológica, me ayudaron a hacer el currículum, todo con un trato exquisito”. Deja claro que todos debemos cuidar a los mayores, “ya hicieron mucho por nosotros”. Cree que se le olvida algo, mientras habla pendiente de la lavadora y de su madre, pero una y otra vez da las gracias a una amiga que tiene fuera, a Alejandra y al resto de personas que conforman el programa ‘Atención a personas cuidadoras’ que le devolvieron a la vida: “Me ayudaron a quitarme el pijama. ¿Sabes lo que eso significa?”, concluye.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios