José Luis Torres, artista gráfico

El Rebusco

Un creativo que marcó una época

Tenía el privilegio de firmar sus etiquetas

José Luis Torres ante uno de sus trabajos para Terry.
José Luis Torres ante uno de sus trabajos para Terry.

Durante más de un siglo, la ciudad fue referente nacional en la creación e impresión de etiquetas vinícolas, un patrimonio artístico apenas reconocido.

Jerez de la Frontera no solo ha sido tierra de grandes vinos, sino también de grandes artistas anónimos que dieron identidad visual a las bodegas del Marco. Desde finales del siglo XIX, las empresas litográficas e imprentas jerezanas alcanzaron un prestigio que las situó entre las más destacadas de España, convirtiendo la ciudad en un verdadero centro de creatividad vinculada al mundo del vino.

El popular anciano del Centenario Terry en un cartel publicitario.
El popular anciano del Centenario Terry en un cartel publicitario.

El auge de esta industria gráfica tuvo su punto culminante con Jerez Industrial, considerada a mediados del siglo XX la mayor empresa española en el sector de las artes gráficas. Su producción traspasó fronteras y marcó una época dorada en la historia visual de los vinos jerezanos.

Anuncio de prensa.
Anuncio de prensa.

Sin embargo, este capítulo esencial de la cultura local continúa sin recibir la atención académica que merece. Ningún estudio histórico de envergadura ha profundizado todavía en el valor artístico, económico y simbólico que la etiqueta tuvo como herramienta de promoción de los vinos del Marco. El trabajo de aquellos creativos —a menudo mal pagados y casi siempre sin firma— fue injustamente relegado al rango de oficio menor. Gran error: en sus diseños se condensaba el espíritu del vino de Jerez, su elegancia y su identidad.

Retrato de José Luis Torres Fernández.
Retrato de José Luis Torres Fernández.

Entre esos artistas sobresale José Luis Torres Fernández, activo desde los años treinta hasta finales de los cincuenta, cuya obra marcó un estilo inconfundible en el diseño de etiquetas. Junto a él, una pléyade de jerezanos aportó su talento al esplendor gráfico del vino: Carlos González Ragel, Teodoro Miciano, Manuel Muñoz Cebrián, Manuel Iglesias, Ramírez, Justo Lara “Ponito”, Sebastián Moya ‘Cachirulo’, Juan Montes Pina, Manuel Valle, Rafael Virués, Pedro Carabante “Peri”, Antonio Higuero, y Manuel Castellano, entre otros. Algunos trabajaron de forma colectiva bajo el nombre PRO-GRA-MA (Proyecto Gráfico Mamelón), ejemplo pionero de colaboración artística en el ámbito del diseño.

La reciente inauguración de The Sherry Gallery, museo ubicado en el Palacio San Dionisio, nos permite aventurar que su promotor, el empresario y bodeguero Fulgencio Meseguer Galán, tendrá proyectado una serie de actividades en torno a la recuperación de los trabajos de estos creativos jerezanos que formaron parte de una historia, la de las artes gráficas en torno a la industria vitivinícola del Marco de Jerez, que aún está por hacer.

Boceto del diseño que realizó para el reloj de columna de la Casa Domecq.
Boceto del diseño que realizó para el reloj de columna de la Casa Domecq.

A su iniciativa se debió - el pasado año - la restauración del reloj de columna ubicado en plena calle Larga, diseñado por el mismo José Luis Torres en 1934, como ya apunté en uno de mis artículos de esta sección.

De etiquetas y espejos

Hace casi dos décadas, el 14 de noviembre de 2004, publicábamos en este Diario un amplio reportaje sobre la vida y obra de José Luis Torres Fernández, del que hoy recuperamos y ampliamos algunos datos, tras el paso de los años.

Nacido en 1901 en la calle Catalanes, Torres desarrolló sus primeras habilidades artísticas en el taller de pinturas de su padre, en la calle Rosario. A comienzos de los años veinte fue llamado a quintas, con destinos en Madrid y Larache, regresando posteriormente a Jerez para casarse, con dispensa, con su prima hermana Belén Montes Torres, con quien tuvo cuatro hijos.

José Luis Torres dibujado por Adalberto.
José Luis Torres dibujado por Adalberto.

La pareja se trasladó a Madrid en busca de mejores oportunidades. Allí, José Luis perfeccionó su talento natural para la litografía, el dibujo publicitario y el diseño de carteles y etiquetas.

Tras la Guerra Civil, regresó a Jerez y abrió su taller en la plaza del Mamelón. Pronto se consolidó como uno de los más destacados diseñadores de etiquetas para vinos, muy solicitado por la mayoría de las bodegas de la región durante el último periodo de esplendor de la industria vinícola jerezana. Sus trabajos eran fácilmente reconocibles por sus orlas, blasones, escudos, armas, caballeros y motivos medievales, que se convirtieron en su sello personal.

Luna de cristal que se puede ver en el bar La Moderna, en Jerez.
Luna de cristal que se puede ver en el bar La Moderna, en Jerez.

Torres también destacó en la decoración de espejos publicitarios, con los que obtuvo premios internacionales, entre ellos en la Exposición de Dublín de 1953. Muchos recordarán aquellos grandes espejos que adornaban bares y colmados, siendo el más célebre el del venerable anciano de barba blanca con el lema: “Siempre bebí Centenario Terry”. Actualmente, la mayoría de estas piezas se conservan en colecciones privadas, mientras que algunos ejemplares sobreviven en bares y cafés de Jerez , El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz o Sevilla.

José Luis Torres visto por el caricaturista Adalberto.
José Luis Torres visto por el caricaturista Adalberto.

El 28 de agosto de 1966, Torres falleció víctima de un cáncer. Su sobrino y discípulo, Juan Montes Pina, asumió la dirección del taller y fundó poco después Proyectos Gráficos Mamelón, incorporando la tecnología más avanzada del momento. Casi todas sus creaciones salieron de imprentas de renombre como Jerez Industrial, Hurtado, Gráficas Andaluzas o J. M. Barroso.

Menú del Hotel Atlántico, 1940.
Menú del Hotel Atlántico, 1940.

De su obra, de las que hemos localizado más de medio centenar, se distingue por el uso de símbolos heráldicos, blasones, orlas y escudos, siempre firmadas con su nombre completo, a diferencia de otros artistas que trabajaban en anonimato o con iniciales, es el caso de Teodoro Miciano, que firmaba con una minúscula ‘M’ oculta en el diseño.

Esquela de Josè Luis Torres.
Esquela de Josè Luis Torres.

Lamentablemente, muchas de sus creaciones, hoy altamente valoradas, se han perdido o dispersado tras su muerte. En su necrológica, publicada en la prensa local, se le recordaba así: “Sus dotes de artista genial, en cuyo trabajo dedicó la mayor parte de su vida en el arte exquisito de las etiquetas de los vinos, le hicieron altamente popular, así como los numerosísimos trabajos de lunas y espejos magistralmente ejecutados…”.

José Luis Torres era incansable en su trabajo y así lo pintó Adalberto.
José Luis Torres era incansable en su trabajo y así lo pintó Adalberto.

José Luis Torres Fernández sigue siendo, décadas después, un referente imprescindible del diseño gráfico y la publicidad en la Jerez vinícola.

Homenaje académico

El 11 de febrero de 2013, la Academia de San Dionisio y el Club Filatélico Jerezano organizaron una sesión homenaje a la figura del artista gráfico José Luis Torres, referente de la publicidad vinatera de mediados del siglo XX. El acto incluyó una conferencia impartida por el que esto suscribe, la presentación de un valor postal conmemorativo y la inauguración de una exposición que reunía creaciones originales, recortes de prensa y fotografías relacionadas con su obra.

Homenaje que se le tributó en la Academía San Dionisio en 2013.
Homenaje que se le tributó en la Academía San Dionisio en 2013.

José Luis Torres, activo durante varias décadas, desarrolló una intensa labor como artista gráfico. Desde su taller-estudio, situado en la Plaza del Mamelón, centralizó los encargos de algunas de las bodegas más prestigiosas del Marco de Jerez, participando en la promoción de sus vinos y brandies.

Etiqueta que muestra su personal estilo.
Etiqueta que muestra su personal estilo.

Su firma -algo poco habitual en aquel tiempo- es visible en numerosas etiquetas y en los característicos espejos publicitarios que decoraban las fachadas e interiores de bares y restaurantes. Algunas de estas piezas se conservan todavía y permiten reconocer el estilo inconfundible del autor, definido por composiciones recargadas, abundantes símbolos heráldicos y elaborados lambrequines y orlas, elementos muy apreciados por las empresas de la época.Aunque por su marcado carácter y fuerte personalidad artística Torres no llegó a crear escuela, su influencia se prolongó en el tiempo. De hecho, uno de los miembros de la siguiente generación de artistas gráficos, su sobrino Juan Montes Pina, inició su trayectoria profesional como aprendiz bajo la tutela de su tío.

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