Jerez

Y llegó Alfonso...

  • Un paseo por el Jerez del XXI con historias de la etapa medieval

Divisó el hombre, sudoroso y exhausto por la batalla, un rojizo y nuevo horizonte aquel 9 de octubre de 1264. La reconquista de la ciudad le devolvía el aliento. Tras la expulsión de los musulmanes, ahora le tocaba a Alfonso X "la tarea de repoblar con cristianos la villa y su tierra", el reparto de casas y solares a miembros de la familia real, eclesiásticos, órdenes militares, servidores de la corte y nobles castellanos que habían intervenido directamente en dicha empresa. No se hizo de cualquier manera, sino a través de una 'comisión de repartidores'. Labor que dio origen al 'Libro de Repartimiento de Casas y Heredades', aunque lo que se conserva es una copia directa del original (que se perdió) de mitad del siglo XIV, que se encuentra en el Archivo Municipal, restaurado el pasado año por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y considerado uno de los 'legajos' más importantes de la historia de Jerez, ya que en él está registrada una parte fundamental de su pasado con todo lujo de detalles. También está disponible en formato digital, para eternizarlo.

Una obra que sirve de base para hacer un recorrido por la ciudad medieval, en paralelo a la contemporánea. Para imaginar lo límites de aquellas collaciones, barrios, del XIII, y ver los que la realidad pone hoy por delante desde, por ejemplo, la azotea de la Biblioteca Municipal o desde la Torre del Homenaje del Alcázar. Unas vistas espectaculares. Desde allí se entiende mejor lo que el monarca planeaba para estas tierras: el origen del futuro, del presente.

Ya Manuel González Jiménez y Antonio González Gómez publicaron en los 80 un estudio y edición de dicho legajo. No pudieron hacer lo mismo con el 'Libro de Repartimiento Rústico' y de las zonas de extramuros, ya que desapareció.

Mezquitas que se convierten en iglesias, casas musulmanas que se derrumban..., el trazado urbano de la ciudad comienza su transformación, aunque el 'Libro de Repartimiento', a pesar de la riqueza de sus datos, no permite reconstruir el trazado de la ciudad en el momento de la repoblación, aunque da una idea de la fisonomía en torno a 1264 y 1266. Parece que Jerez pasó a manos de los castellanos sin haber sufrido demasiados destrozos de la guerra. Un abigarrado conjunto de calles y callejuelas, en las que predominaban las casas moriscas, casas de vecindario, casas grandes y bien construidas, con corrales, jardines e incluso huertas, así como edificios de carácter público, como mezquitas (17), sinagogas (2) en la zona de la Judería; una casa de beneficencia, donde se acogía a los judíos pobres, viejos o sacados de la esclavitud; fonsarios y cementerios anejos a las iglesias de San Salvador, San Mateo, San Lucas y San Juan; hornos y tahonas, establecimientos comerciales, muy numerosos por ser una ciudad rica y populosa, como las alhóndigas, tiendas del rey o de la zapatería, o el mercado de San Mateo. También están los edificios concejales como la cárcel (en San Dionisio), el baño y las carnicerías, instalaciones industriales como tenerías y mesones.

"Nuevos pobladores para una ciudad que es de realengo, propiedad del rey, que tenía una serie de privilegios que permitían una mejor actividad económica y mejor actuación agrícola y mercantiles. Una singularidad a la que se suma ser ciudad 'frontera' beligerante, en el sentido en que había muchas escapadas de un lado y del otro, de musulmanes y cristianos, y se necesitaba para evitarlo una gran cantidad de caballeros, con su caballo y armadura, para poder guerrear. Con el traslado de la frontera a la zona granadina con la Reconquista, se atenúa la carga beligerante de la ciudad de Jerez y se va aumentando el comercio y la agricultura extensiva", cuenta el director del Archivo Municipal, Manuel Barea. Fue entonces cuando se añadió 'De la Frontera' a Jerez.

Según el estudio de los González, el reparto de las casas y solares de la ciudad se hizo por collaciones y se inició en la de San Salvador, a partir de las casas situadas en las proximidades del Alcázar y en dirección al arroyo (zona conocida hoy por el mismo nombre) que salía de la ciudad por donde posteriormente se abriría la puerta llamada igual. Luego llegarían San Mateo, San Lucas, San Juan, San Marcos y San Dionisio,

La última zona repartida sería el distrito urbano de la Judería, estructurada como zona aparte y separada físicamente del resto por un muro. Hay que destacar la distinción de dos barrios: el de Francos y del Algarbe (así escrito en el 'Libro'). En el primero se ubicaban una serie de casas en San Juan, San Marcos y San Dionisio. Un sector en el que estaba el 20% de los artesanos de la ciudad, con profesiones como carniceros, maestros, asteros, pintores, pelleteros, marineros, pellejeros (el más numeroso), caldereros, correeros, maestros de ballesta, acicaladores y monteros. Una zona en la que hoy pocos son los comercios de tal carácter que se conservan. Otros tiempos, claro, y además en crisis. Un paseo por Francos pone en duda el espíritu comercial de antaño de este espacio. En el barrio del Algarbe estaban los pobladores procedentes de Portugal, quienes recibieron casas y tierras en concepto de compensación por los bienes que se habían visto obligados a abandonar en su país.

Y, ¿qué repartía Alfonso X? Pues casas buenas o grandes, medianas y pequeñas; solares y anexos de la vivienda como corrales, palomares, bodegas, almacenes, huertas, establos y molinos de aceite. Entre los beneficiarios, por poner algunos ejemplos, estaban el infante don Felipe, hermano del Rey, que se llevó una casa buena y ocho pequeñas; la Orden de Calatrava, con dos casas grande, seis pequeñas y cuatro corrales; el arzobispo de Sevilla, una casa buena y siete moriscas; Juan Díaz (escribano real), una casa buena, una casa mediana, cuatro casas pequeñas, un corral con un establo nuevo y una mezquita para bodega; Alfonso Martínez, físico del Rey, una casa buena, una huerta, un establo y dos casas pequeñas; o Simón Jufre, caballero del feudo, una casa buena, una mezquita pequeña, un corralejo y una bodega. En total se repartieron 1.634 casas medianas, 627 pequeñas, 87 buenas, 62 solares, 106 corales y almacenes, 21 bodegas, 21 establos, 9 huertas y 18 mezquitas. Hay que subrayar que ha sido imposible hallar algunas de estas casas en la fisonomía actual de la ciudad, por su complicada identificación.

La collación más poblada era la de San Salvador, seguida de la de San Marcos. La que menos, San Lucas. Se calcula que la población total rondaba los 6.900 habitantes. Castilla La Vieja y León fueron la regiones que más contribuyeron al poblamiento de Jerez, con un 45,55% del total, según el estudio de los González. El 'Libro' arroja además datos tan curiosos como los nombres más comunes de la época: Domingo, Juan, Martín, María, Marina y Domenga. Datos, simples o no, que de una forma u otra, hacen un paseo por la ciudad más enriquecedor. Engrandecen la cultura.

Y entonces, se enjuga Alfonso X el sudor con su manga. Mira arriba. Hacia abajo. Alrededor. Respira profundamente. Dura tarea la que ha de venir, aún, pensaría. No imaginaba el Sabio que su sombra era tan alargada.

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