La Macanita: una voz para conjurar la pena
Tomasa tenía poco más de cuatro años cuando aquel primer asombro… cantando y bailando por bulerías - “Hoy torea Rafael…” en las imágenes todavía en blanco y negro que la serie de TVE Rito y Geografía del cante grabó en el barrio de Santiago. Tomasa niña, al laíto de la belleza piconera de Luisa Soto. Tomasa niña, uno de esos pequeños milagros morenos que nacen cada tanto en Jerez.
Con la flamencura y la gitanidad de un barrio que atesora los saberes, los sentires y los misterios flamencos, aquella niña rompió en artista. Y de las grandes. Formó parte del grupo España Jerez que Manuel Morao conformó con los niños que despuntaban en el cante, el toque y el baile. Y, a partir de ahí, comenzó una carrera artística que le llevaría a los más importantes festivales flamencos y a registrar numerosas grabaciones con Paco Cepero, Pepe de Lucía, Isidro Sanlúcar o Ricardo Pachón como productores.
La niña de Santiago no podría imaginar que su voz quedaría para la historia de la discografía flamenca en Tauromagia, la obra maestra de Manolo Sanlúcar. Y Tomasa fue levantando su torre cantaora sin renunciar a la esencia del cante gitano, sabedora de la responsabilidad que comporta haber nacido en Santiago y beber de la transmisión vivencial del arte.
Formó parte del Coro de Villancicos de la Cátedra de Flamencología, con el que grabaría como voz solista una veintena de discos de la serie ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’, la histórica colección discográfica dirigida por Manuel Parrilla (sin duda uno de sus maestros) que el tiempo ha situado como la obra de referencia en el repertorio de villancicos en la Navidad jerezana.
De ahí dio el salto a Madrid, al Madrid flamenco de los tablaos, donde actuó en los emblemáticos ‘Los Canasteros’ y ‘Zambra’. Y los caminos se hicieron para Tomasa: comienza a actuar por toda España: canta en los más importantes festivales flamencos de nuestro país y fuera de nuestras fronteras pero con Santiago siempre en su memoria, el barrio que venera a un Cristo moreno que “tiene la llavecita del firmamento” y al que cantó en su emocionante Plegaria al Prendimiento, que ya forma parte de la memoria sentimental de la música cofrade de Jerez.
Tomasa sobrecoge por soleá, que ella recrea con la sabiduría de quien está en el secreto. Su metal es inconfundible y su voz ya asolerada transita con sabor a bronce por las bulerías de Jerez que siempre lleva por bandera. Flamenca, pero poseedora también de otros registros cuando interpreta copla o canción melódica compuestas por Antonio Gallardo o Manuel Alejandro.
Escuchar a La Macanita emociona y reconforta: sirvan estos dos ejemplos, la canción por bulerías ‘Volver a verte’ que le escribió Fernando Terremoto (que es un canto a la felicidad que al escucharlo a uno le dan ganas de ponerse una camisa de color melocotón e irse a ronear por la Porvera) y otra composición también del añorado Fernando en la que puso música a un poema de Gerardo Diego, “Esperando la Navidad”, con la que Tomasa alcanza una de sus más altas cotas interpretativas.
Quienes han disfrutado en directo del cante y de la imponente presencia escénica de La Macanita saben que en todas sus actuaciones, como si de un mantra se tratara, sale siempre de su boca un sonoro “Viva Jerez”. Una expresión de orgullo identitario que lleva allí donde va… Y con esos ires y venires, nos guardamos muy dentro de nosotros esa voz que mitiga las duquelas, cuando necesitamos conjurar la pena y poder decir “adiós, tristeza”.
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