Malos

Lectores sin remedio

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Malos
Ramón Clavijo Provencio y José López Romero

14 de noviembre 2025 - 06:30

Después de su primera novela, que fue todo un éxito, un tanto inesperado, todo hay que decirlo, se fue poco a poco acomodando. Quería disfrutar de los pingües beneficios que le reportaban sus obras y que iban engrosando su cuenta corriente a la misma velocidad que sus novelas aparecían en los escaparates de las librerías. Y aunque no quería reconocerlo, en su fuero interno no podía engañarse. Había descubierto el método, y a la sombra de su exitosa irrupción en el panorama literario nacional, las novelas siguientes habían tenido una buena acogida, aunque ninguna llegara a tener el favor unánime de la crítica. Es más, cuando se publicó la cuarta, aquellos críticos que habían visto en él “una de las voces más prometedoras de la narrativa”, “un autor que pronto será considerado un referente de la narrativa actual”, ahora le discutían el mérito y hasta se quejaban del cansancio de un método que olía a la legua a agotamiento.

Criticaban que uno tras otro relato vieran desfilar un grupo de personajes yuxtapuestos, sin la menor conexión, que contaban sus vidas a través de una serie de acontecimientos tan absurdos que terminaban por hacer insípida la narración y toda la novela. ¿Realmente eran tan malas? Él seguía teniendo un nombre entre los escritores de su generación, notaba el respeto que aún infundía y, sobre todo, la prueba más palpable de ello: su editorial de toda la vida literaria no le había discutido nunca una obra y seguía manteniendo la misma relación comercial con ella.

Aunque bien pensado, ahora que se ponía a recordar, estaban en el tiempo en que las editoriales preparaban sus lanzamientos de temporada y nadie lo había llamado para pedirle una nueva novela, como hacían todos los años. ¡Bah!, ahuyentó fantasmas, en unos días seguro que llamarán. Inquieto porque no recibía aquella llamada, una mañana decidió pasarse por una librería y comprobar que seguía teniendo su público devoto. Y el azar quiso poner en su camino a un joven que con una de sus novelas en las manos le comentaba a la que sin duda era su novia: “… se dice que no hay libro tan malo que no tenga algo bueno, e incluso he oído que hay que leer libros malos porque en la comparación se aprecian más y mejor los buenos; yo, cariño, pienso que hay tanta y tan buena literatura por ahí que no merece la pena perder ni un minuto con una mala novela. Porque son los buenos libros los que aficionan a la lectura. Este autor, con toda su fama, ya podría ser más consciente de lo que escribe y publica. Y esta novela es muy mala”. ¡Niñatos!, pensó con irritación. Pero algo se le removió en la conciencia y notó un sabor amargo en la boca. José López Romero

Diplomacia y Cultura

Después de la polémica que no por esperada deja de levantar revuelo todos los años por estas fechas, como es la concesión del Premio Planeta y sobre la que ya nos detuvimos días atrás, ahora nos topamos con otra de perfil distinto, sí, pero que igualmente es otro ejemplo de la contaminación de ciertos reconocimientos literarios por circunstancias ajenas a la propia literatura. Nos referimos en este caso a la concesión del Cervantes de literatura, quizás el galardón de mayor prestigio de la literatura en castellano, al escritor mejicano Gonzalo Celorio.

Pero no me entiendan mal, en este caso el mencionado escritor tiene a sus espaldas una obra excelente y que ha ido recogiendo merecidos reconocimientos a la vez que lectores a lo largo de los años (Tusquets, en su colección Andanzas, tiene editada varias de sus novelas); sin embargo, esta concesión del Cervantes llega cuando, y como en cascada, han ido produciéndose una serie de gestos culturales entre México y España (cuyas relaciones diplomáticas no pasaban por su mejor momento desde la petición del anterior presidente mejicano López Obrador a nuestro país de pedir “perdón por la conquista”), entre los que se pueden enumerar la espléndida exposición “La mitad del mundo: la mujer en el México indígena” inaugurada en Madrid (Museo Arqueológico Nacional) con más de 400 piezas procedentes del país mejicano, la concesión de los premios Princesa de Asturias de las artes a Graciela Iturbide y de la Concordia al Museo Nacional de Antropología de México, y ahora, finalmente, esta concesión del Cervantes a Celorio. Todo lo que decimos no puede ser fruto de la casualidad, y aunque todos estos galardones concedidos y, por supuesto, el Cervantes, sean más que merecidos, quizás la intervención de la política haya precipitado los tiempos y propiciado esta inusual coincidencia en tan corto espacio temporal, de la concesión de tantos prestigiosos premios a tan significativo número de ciudadanos mejicanos. Ramón Clavijo Provencio

Reseñas

Guadalupe Nettel

Anagrama, 2020

Ya reseñamos aquí su novela ‘Después del invierno’, y la segunda lectura de esta escritora mexicana nos ratifica en lo que ya muchos han escrito antes que nosotros: una de las mejores narradoras actuales hispanoamericanas; y esto es decir mucho y bueno de Nettel. Laura no tiene instinto maternal; es más, se reúne de amigas que ven en la maternidad una opresión social más contra las mujeres. Sin embargo, las historias de Alina y su recién nacida Inés, y la de su vecina Doris y su hijo Nicolás, le harán ver la maternidad desde otra perspectiva y ella misma descubrirá sentimientos que tenía ocultos. Una novela llena de sensibilidad, de reflexiones sobre el comportamiento de padres, madres e hijos. Muy recomendable. J.L.R.

'La hija única'.
'La hija única'.

Las ignorancias

Javier Velaza. Visor, 2025

El XXXVII Premio Loewe (2025) es un poemario deslumbrante. Partiendo de los principios filosóficos de Gorgias (poema introductor), el libro se distribuye en las tres partes marcadas por aquellos. Poemas en los que se celebran las ignorancias, ya sean científicas y cómo estas se convierten en metáforas del ser humano (“Problemas algebraicos”, “Fotónica”), o las lenguas, pues Javier Velaza no puede prescindir de su vocación filológica (“Lenguas antiguas”, “Idioma”). Pero la variedad temática va más allá. Algunos insisten en la ignorancia como esencia humana, de ahí el título del poemario (“De todas las maneras de ignorar”, “Coalemo”); y otros, como “Único”, son excelentes poemas de amor. Para degustar la poesía. J.L.R.

'Las ignorancias'.
'Las ignorancias'.

Los mentideros de la memoria

Gonzalo Celorio. Tusquets, 2022

No es Celorio un desconocido para los lectores españoles y su alabada trilogía sobre la historia contemporánea de su país a través de una saga familiar, la suya, y que se inicia con la llegada de un lejano antepasado asturiano a México, es prueba de ello (‘Tres lindas cubanas’, ‘El metal y la escoria’ y ‘Los apóstatas’). En ‘Los mentideros de la memoria’ el autor se interna en su rica “memoria literaria” para rescatar de ella personajes que le dejaron huella y hoy, además, son parte de la historia literaria universal. Esos recuerdos, algunos hilarantes, otros teñidos de melancolía y muchos mostrándonos facetas poco conocidas de los aquí retratados como Borges, Monterroso, Cortázar, Octavio Paz, Rulfo o Umberto Eco, entre otros, los ha ido ensamblando Celorio con encanto y habilidad y el resultado no puede ser más satisfactorio para el buen lector. R.C.P.

'Mentideros de la memoria'.
'Mentideros de la memoria'.

Mort Cinder

Alberto Breccia/Héctor G. Oesterheld. Astiberri, 2025

Estupenda noticia la reedición de esta olvidada historia publicada por vez primera a comienzos de los años sesenta en Argentina y que surgió de la colaboración de dos maestros, el escritor Oesterheld (también autor de la alabada ‘El Ethernauta’), y el gran artista y referente del cómic Alberto Breccia. En un esplendoroso blanco y negro de tintes cinematográficos, esta historia gráfica nos trae ecos del ‘El escarabajo’ de Mujica Lainez, solo que aquí en vez de un talismán es un “inmortal”, Mort Cinder, el que al visitar la tienda del anticuario londinense Ezra Wiston, comienza a revivir los sucesos que ha vivido a lo largo de la historia. Mítica novela gráfica que ahora podemos disfrutar gracias a la muy cuidada edición de Astiberri que se abre con un excelente prólogo de Juan Díaz Canales. R.C.P.

'Mort cinder'.
'Mort cinder'.
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