El mejor remedio contra el invierno
Comercio
Unos meses más fríos de lo previsto rompen los esquemas de los vendedores de leña, que en el mejor de los casos cifran la subida de las ventas hasta en un 50% respecto al año pasado.
A pesar de que es el tema-recurso por excelencia, ese que cualquiera mantiene durante un silencio tenso o con un vecino no muy allegado en ese trayecto en ascensor que se hace eterno, bien es cierto que el tiempo y sus inclemencias meteorológicas son un factor clave en la vida humana. No me refiero a, evidentemente, cómo es el eje de la vida de cualquier persona sobre la tierra, sino que hay verdaderos currantes que cada estación comen gracias a esta magnitud. Una imagen mental de cualquier tarde/noche de invierno ideal (para los más caseros) es la de estar en casa con una mantita de 'guatiné' (a pesar de que la forma correcta de decirlo es 'Boatiné') y una chimenea o estufa que alivie el frío en la casa. Aquí entran en juego el papel de esas personas que hacen posible que la chimenea se encienda y eche chispas.
Un cartelito con una flecha y la palabra 'leña' sirve de indicador en la carretera Jerez-Gualcacín para indicar la empresa familiar con la que Pepe -así pide que le llamen- y sus otros tres socios calienta los hogares del Jerez urbano y rural, un buen trozo de la zona noroeste y parte de la provincia y Sevilla (hasta Lebrija y Las Cabezas, por ejemplo). Un camión de grandes dimensiones completamente vacío es el ejemplo claro que este invierno, al final, ha resultado ser mucho más frío de lo que se vaticinó en otoño por lo que las chimeneas (y por tanto, ellos) han tenido poco descanso.
Mientras llena incensante una carretilla de troncos de unos cincuenta centímetros cada uno, Pepe retrocede en voz alta hasta el invierno de 2003, "esa sí que fue una temporada buena. La última mejor que recuerdo. Lo vendimos absolutamente todo justo para empezar el nuevo año. Llegamos justitos a marzo, que es más o menos cuando empezamos a almacenar".
Aunque de que la crisis se torna como el 'primer mal' para esta y cualquier empresa, los vendedores de leña tienen que hacer frente a otro mal secundario igual de bárbaro: la competencia desleal. A pesar de que no existen muchos distribuidores de este material en Jerez o alrededores, "la verdad es que cualquiera que hoy día tenga un carrito y mucha cara puede ir vendiendo leña. Eso nos hace mucho, mucho daño". "Fíjate -continúa el empresario con seria indignación tras dejar a un lado la carretilla-, hace dos años, cuando el picudo rojo hizo los destrozos que hizo en Jerez, llegué a casa de una pareja de viejecitos y se me quejaron de que la leña que les habían vendido hace unos días no servía. Cuando toqué los troncos eran partes de palmera muy bien cortados y troceados. Daban todo el pego, ¡pero esa madera no arde! Al final, tuvimos que retirársela. Por no confiar en expertos, al final te gastas el doble".
A nivel de empresarial, este comportamiento recae en un delito, ya que como explica Pepe, "yo pago unos impuestos, un IVA, una gasolina y una seguridad social para poder sacar de este negocio cuatro sueldos que nos permitan vivir, y después esa gente lo hace sin reparos. Claro, si vas al 'estilo compare' te ahorras todo esto y sacas más tajada. ¡Hombre, eso no está bien!". Las personas que incurren en este comportamiento también se saltan las medidas medioambientales, ya que "es un perito el que decide qué palos se cortan en los terrenos acotados para ello. Por eso hay troncos que a veces vienen señalados, con un spray dicen cuáles se pueden cortar y cuáles no. Los que van con su carretilla talan lo que quieren sin discriminación ni permisos".
Respecto al tema de la crisis, la venta de leña ha disminuido desde 2007 "alrededor de un 20 o un 30%", por eso en la empresa de Pepe "también hemos bajado los precios. Un camión que podía costar hace unos años 150 euros, ahora lo tenemos a 130. El año que viene tendremos que volver a bajarlos". Por ahora, el saco pequeño de 30 o 40 kilos cuesta 7 euros. El trabajador lo tiene claro, "la leña es un gusto, no es algo de primera necesidad, entonces entendemos que se deje de consumir. Antes, yo recuerdo cuando mi padre era el que llevaba la tienda, también compraban mucho las panaderías y las granjas de pollo de engorde, pero se perdió".
Aún así, sobre la campaña actual, Pepe se muestra cauteloso a la hora de decir que ha ido mejor, "hemos notado una pequeña subida... pero lo normal -se resiste con una sonrisa-. El que se acostumbra a encender la chimenea lo hace. Lo mejor es que seguimos estables". En datos, la empresa facturó 200.000 kilos de leña el año pasado.
Juan, uno de los socios del también familiar vivero Los Cántaros (en la antigua carretera de Cortes -la conflictiva A-2003- que une el núcleo urbano con La Barca), no puede contener su entusiasmo. "Este año ha sido infinitamente mejor que el anterior. Podemos hablar de un incremento del 50% de distribución de leña respecto al invierno de 2013", cuenta mientras ordena los trozos de leña en la explanada anterior al aparcamiento, donde se ve que la clientela ha barrido un buen porcentaje días anteriores.
En términos absolutos, el vivero ha distribuido entre el núcleo urbano y rural alrededor de 20.000 kilos de leña, mientras que en la campaña del año pasado se llegó a los 10.000. "Y aún nos queda un poco de campaña -sigue contando Juan mientras rellena el maletero del coche de un cliente-. Hasta por lo menos mitad de febrero o principios de marzo se considera temporada alta, así que estamos muy esperanzados".
En Los Cántaros lo que más venden son sacas, de alrededor de 400 kilos, a un precio de 45 euros sin bolsa o 50 con ella. Juan cuenta que "llevamos solo dos años vendiendo leña, el tiempo que llevamos abiertos. Abrimos el día de Reyes de 2013. Antes era camionero y mi hermano contratista, nos encanta la naturaleza y otro hermano tiene un semillero, así que de buenas a primeras nos encontramos abriendo un vivero".
Entre las quejas del vendedor de leña vuelve a aparecer la competencia "al estilo compare". "Nos hacen mucho daño y no dan ninguna seguridad al comprador, pero bueno, al menos estamos contentos por las cifras de este año". Resume el jerezano mientras cierra el coche de su último cliente. No le da tiempo a despedirse cuando le encargan otra saca desde el otro lado del aparcamiento. "Y que siga así", sonríe.
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