En el nombre de la flor

Los orígenes de los floristas de la familia Olmedo se remontan a comienzos del siglo XIX

En sus dos viveros disponen de 1.000 variedades de plantas

Manuel Olmedo, rodeado de flores, sonríe a la cámara.
Manuel Olmedo, rodeado de flores, sonríe a la cámara. / Pascual
Manuel Moure

Jerez, 16 de julio 2017 - 02:06

Es una de las casas de floristas por excelencia de la ciudad. Sus orígenes, haciendo cuentas 'cortas', se remontan a los años 20 del siglo XX. No es poco. Si se retrocede un poco más en el tiempo se podrían encontrar 'olmedos' vendiendo flores allá a comienzos del siglo XIX. Es decir, cuando Napoleón hacía de las suyas por media Europa la tradición florista de los Olmedo ya existía. En el vivero de la carretera de Cartuja todo adquiere casi un tono reverencial. No en vano, es el 'sancta sanctorum' de una familia que ha estado dando color a toda una ciudad, su Jerez, y a muchas otras.

Un hecho indudable es que fue esta familia precisamente la que apostó firmemente por un negocio que depende de un vaivén de circunstancias, "tanto económicas como de gustos, en el que se mezclan las tendencias eucarísticas con las tradiciones de toda la vida". Hechos tales como el nacimiento, la comunión, la boda, la muerte... todo conlleva flores. Para poder servir disponen de mil especies vegetales en sus instalaciones donde el verde de las hojas crea un manto.

"Se trabaja mucho más para ganar lo mismo. Es lo que ha traído la crisis"

Manuel Olmedo, un jerezano amante del fútbol y familia de deportistas, cuenta con una multitud de amigos con los que llenar la tertulia del mediodía. Ha dedicado los 'primeros' 45 años de su vida a vender flores, color y alegría tanto a los hogares de Jerez como a las instituciones cofrades que pasean ese color y ese olor por la ciudad cada primavera: las cofradías.

Hay multitud de sus miembros (Manolín, Pepín...) que son historia viva de esas largas noches en las que, en la quietud de las iglesias, hay que ir dando forma a montes de claveles y a las piñas (redondas o cónicas) que se ubicarán, a los lados, en el frente o, simplemente, donde Dios quiera. Ya sea en pasos de palio o de misterio.

Los Olmedo forman parte de la idiosincrasia jerezana a la hora de poner color a la vida. Esta familia tiene viveros por los cuatro puntos cardinales de la ciudad. "Todo lo que hemos levantado ha sido gracias al esfuerzo desarrollado. Muy poco a poco". No han sido pocas las adversidades, desde las riadas del Salado en las inmediaciones de la autopista Sevilla-Cádiz a las enormes ventoleras que se han llevado los plásticos...". En la actualidad, estos artesanos de las flores disponen de lo que se denomina en el gremio como dos 'gardens centers', es decir, dos viveros donde las flores son criadas con absoluto mimo. Además disponen de tres floristerías en las que se oferta lo necesario para que el cliente pueda exponer en su casa o en su jardín aquello que haya adquirido según sus gustos. La familia Olmedo dispone en estos momentos de más de 22.000 metros cuadrados de invernaderos distribuidos entre sus dos grandes centros de jardinería.

Contra lo que pueda pensarse ha sido un sector muy golpeado por la crisis. Abastecidos desde Chipiona, su objetivo no es otro que llegar lo más lejos y al menor coste posible. No en vano, en estos años de 'postcrisis' no olvidan que en todo este tramo vital lo que han hecho ha sido "trabajar mucho más para ganar prácticamente lo mismo". Atrás parece que han quedado aquellos años en los que la decoración de una boda rentaba más al negocio que otros muchos trabajos. El 'recorte' del sector de la flor está remontando. Y lo hace con mucha dificultad tras unos años duros en los que el presupuesto se recortaba hasta para honrar a los difuntos.

Pese a todo, se trata de un sector que levanta cabeza y Manuel Olmedo recuerda, con cierto orgullo, que fueron ellos, estos vendedores de flores, los primeros del país en utilizar la 'mensajería' cuando este concepto era, simplemente, una entelequia. "Dígaselo con flores", lanzaba el mensaje con el que Interflora llenaba las floristerías de todo el país cuando la democracia apenas daba sus primeros pasos.

Si en algo hay que ponerse absolutamente de acuerdo con Manuel es en la más cierta de las afirmaciones que pueda lanzar un florista: "La reina de las flores es la rosa".

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