El peligro de generalizar

ESTÁBAMOS charlando en plena plaza Plateros y un tipejo le espeta al delegado con el que departía:“¡Vete ya, vividor!” No digo yo que muchos políticos no hayan tenido parte de culpa de la degradación que hoy sufre la política y el desapego y repulsa generalizada de la ciudadanía hacia todo lo que huela a cargo público, pero generalizar siempre ha sido y será una injusta vara de medir que no conlleva a nada, salvo a la deformación más absoluta de la realidad. La política es necesaria, los políticos también. Muchos no cumplen lo que prometen, algunos no son lo suficientemente cercanos al ciudadano, una minoría entre tantos es corrupta... Recuperemos el sentido de voluntad colectiva y volvamos a creer en quienes sean creíbles. La Democracia no sobrevivirá mucho tiempo al imperio de la indiferencia. Es el peligro de generalizar, que al final todos piensan a la vez lo que no es. Porque, aunque a muchos les gustaría que fuese así, ni todos los andaluces somos vagos, ni todos los políticos son iguales.