"Quien hoy quiera constreñir el pregón solo para los cofrades, se equivoca"

Antonio Moure Sánchez · Pregonero Semana Santa 2015

Restan siete días para que la Semana Santa sea proclamada, este año por un cofrade que repite en el atril pregonero, esta vez el del Villamarta y no en el de San Miguel como fue en 1998.

"Quien hoy quiera constreñir el pregón solo para los cofrades, se equivoca"
"Quien hoy quiera constreñir el pregón solo para los cofrades, se equivoca"
Francisco Abuín

Jerez, 15 de marzo 2015 - 10:53

Con una mirada limpia, que delataba entusiasmo y muchas ganas, Antonio Moure sabe que su gran día está muy cerca. A una semana vista de que llegue el Domingo de Pasión, transmitía una tranquilidad tal vez concecida por la experiencia y por la seguridad de que lo que ya tiene terminado es lo que él quiere decir e, incluso, siendo atrevidos en la afirmación, lo que el público espera oír porque la expectación sobre lo que ha creado para proclamar la Semana Santa dicen que es genial. Nos cuenta que no hay revanchismo en querer hacer saltar los fusibles de los sentimientos de los cofrades el día 22, ni es respuesta a la controversia que surgió por su reelección como pregonero. Moure cumple con los medios de comunicación usando una fórmula distinta: citándolos uno a uno en un solo día para salir del obligado compromiso y así buscar tranquilidad y tiempo para desconectar. En su pregón hay unos 1.700 versos y ha tardado seis meses en crearlo. Aunque parezca insólito en él -los que lo conocen lo saben-, lo tiene terminado; un signo más de que el Antoñito de hace 17 años no es el de ahora: más maduro. Respetando el ‘protocolo’, cogemos cita y nos ponemos a charlar. En el teatro sonará Virgen de los Dolores, de Orellana, lógicamente por su hermandad; Cristo del Abandono y Desamparo, marcha dedicada a la hermandad del Cerro de Sevilla como dedicatoria a un amigo, y ‘Soleá Dame la Mano’, su himno de la Semana Santa. Detrás suya estará solo la cruz de guía de las Tres Caídas “para qué más”.

—En el 98 había unas 30 hermandades, hoy hay 43. De entonces ahora, los números han cambiado...

—Esto, evidentemente, influye en el pregón. Las he tenido a todas en cuenta. No es un pregón de hermandades pero sí contiene al titular o titulares de cada una de ellas.

— Así que las menciona a todas. ¿Podemos aventurar que será un pregón largo?

—Puede ser más largo, más corto, como se quiera en ese aspecto. Cuarenta y tres hermandades se pueden enumerar en dos folios o en ochenta. Ahí está la habilidad. Pero en todo caso, como es normal, las hay con mayor presencia por cuestiones de emotividad, cercanía, vivencias y por otras muchas cosas.

—De 1998 a esta parte hay ausencias, entre ellas la de tu querido Antonio Gallardo...

—Es un pregón que tiene un montón de cosas a las que me unen lazos invisibles. En el 98 estaba Antonio, que me regaló un pisacorbata que llevaré puesto el día 22. En mi obra hay reflejos de él sin nombrarlo pero la gente lo entenderá.

—¿En la construcción de su pregón manda la prosa sobre el verso o viceversa?

—Manda el verso. Esta vez sí. No recuerdo la otra vez cómo fue, pero ahora no tengo memorizado el número de folios que son. Sí sé que más del 70 por ciento del pregón es poético, unos 1.700 versos.

—Queda claro, pues, que ha sido un esfuerzo creativo y lo será también en la puesta en escena. ¿Tanto verso le reivindica ante los que no entendían a un ‘bipregonero’?

—Son seis meses de trabajo. En absoluto voy con segundas ni es vendetta alguna. Entiendo la pregunta pero el que me conoce sabe que no voy con doble sentido alguno. Este pregón llega como llega, como el del 98, sin esperarlo. Si hay más verso es porque en ese género es donde me encuentro más a gusto. Compongo el armazón y voy uniendo el verso con la prosa, que no es menosprecio para la prosa ni mucho menos, y me sirve para presentar el verso e hilarlo.

—El pregón, supongo, es un momento en el que no tiene que ser fácil evitar la tentación de pontificar y decir verdades absolutas, eso sí, desde la subjetividad...

—No pontifico nada. Soy un cofrade de a pie que vive en su tiempo. Hay otra líneas pregoneras que son intemporales en sus contenidos pero soy partidario de que hay que dar unas pinceladas de la actualidad, de la realidad porque lo veo como una oportunidad para compendiar la historia de las cofradías. Si todos los pregones fueran intemporales no tendríamos una referencia de qué era el mundo cofrade cuando fue tal o cual pregón.

—¿Y cómo ve esa realidad del mundo cofrade?

—Creo que las cofradías deben adecuarse a los tiempos y no digo que no lo estén, pero que estamos en los momentos de que eso debe ser de verdad. Hay quienes dicen que las hermandades deben ser lo que fueron, pero creo que no debe ser así porque hubiéramos desaparecido hace mucho. Debemos estar desde la tradición y evolucionando con unos tiempos que nos piden pasos adelante ante la realidad. Están las que lo hacen, las que no y las que no se enteran de ello.

—Caridad, culto y formación, ¿qué pata falta a esa actualización o evolución que preconiza?

—Eso es muy complicado. Es cierto que el día a día no lo vivo, pero desde los 12 años he sido niño cantor, no me perdía nada, formación, miembro de junta, diputado mayor de gobierno, etc, etc. Pero llegan los estudios, la familia… desde fuera observo a las hermandades implicadas en esa evolución, las que trabajan en formación, en la caridad, el culto... En fin, hay de todo.

—¿Quién estará junto a usted en el atril?

—Mi hijo Antonio, aunque con dos años lógicamente no estará en el teatro; y mi padre que no podrá estar para no convertirse en una plañidera.

—¿Qué habrá detrás suya en el escenario?

—La cruz de guía de mi hermandad de las Tres Caídas, que curiosamente siempre he tenido delante mía y el día 22 estará detrás.

—¿Un pregón al uso o con ‘adornos’?

—No será como el del Cristo de la Expiración. Será puramente clásico. Solo estará la banda municipal que por cierto tendrá mayor protagonismo.

—¿Cómo quiere que la gente le reciba y asimile lo que dirá en el Villamarta?

— La expectación la pulso día a día. Jerez será muy crítico a priori; gustará o no, pero el día del pregón el público está entregado, tanto que incluso premia con un aplauso la entrada del pregonero. Hay una predisposición que espero que no se apague a lo largo del pregón y que la gente se emocione y salga con ganas de Semana Santa. Quiero hacer partícipes a todos de mis claves cofrades y espero que las entiendan.

—¿Es una ventaja o un inconveniente la expectación mediática y la trascendencia que tiene el pregón más allá del ámbito cofrade?

—Desde hace tiempo me planteo que el pregón no es sólo para los cofrades. El pregón llega a mucha gente, tanta o más que la que tiene filiación cofrade. Quien hoy en día quiera constreñir el pregón al segmento cofrade de la sociedad, se equivoca. Tiene que irradiar algo más que lo puramente cofrade.

—En pocas palabras, hay que aprovechar esta circunstancia que es única y singular.

—Sí, hay que aprovecharla. No quiere decir que el pregón no sea cofrade pero quiero transmita que es de una persona que habla con el corazón, que cuenta sus sombras, sus luces y todo lo vivido a través de una fe, pequeña o dudosa muchas veces, que la ha materializado a través de una hermandad intentando apoyar su verdad; ser sincero y que los receptores lo acojan así.

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