Recibe el diagnóstico de cáncer cérvix un año después de la citología, en Jerez: "Se podría haber evitado y ya no hay cura"

Antonia Macías, de 45 años, paga unas terribles secuelas permanentes por esta negligencia: porta una sonda, usa pañales y parches de fentanilo

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Antonia Macías, en una de sus estancias en el Hospital de Jerez.
Antonia Macías, en una de sus estancias en el Hospital de Jerez. / Cedida

En 2015 falleció su marido de cáncer de cerebro. A los dos años, le dectectaron cáncer de tiroides con metástasis en la cadena de ganglios a una de sus dos hijas. A partir de ahí, Antonia Macías, vecina de La Milagrosa (Jerez), empezó a sentirse mal, estaba muy cansada y sangraba tanto que prácticamente acudía todas las semanas a su centro de salud. "Lo achacaban todo a una supuesta depresión y a la ansiedad por lo que estaba viviendo y me derivaban a salud mental. Yo sabía que no era depresión. El sangrado que yo tenía no era de regla, olía a podrido, a malo".

Por fin, su médico de cabecera accedió a realizarle una citología en septiembre de 2019 en el Centro de Salud La Milagrosa. Como suele ser habitual, le dijeron que le informarían del resultado por teléfono sólo si encontraban alguna anomalía. Sin embargo, la llamada no se produjo y lo que es peor, un mes después, en la consulta de atención primaria su doctora describe el resultado de la prueba como "normal" y "sin hallazgos". Mientras, Antonia continuaba con sangrados y dolores.

En agosto de 2020, casi un año después, recibe una llamada de Ginecología del Hospital de Jerez cuando estaba trabajando. "Me preguntan cómo estoy. Le cuento que sigo mal, que estaba perdiendo peso, que me duele la pelvis que seguía con sangrados, y me dicen que tengo que ir al hospital porque el resultado de la citología era malo. Tengo el informe en el que pone la ginecóloga que me llama porque casualmente, casualmente -repite-, vio el resultado de la citología revisando los informes".

Repitieron la citología, le realizaron más pruebas y el resultado fue el mismo que once meses antes: cáncer de cérvix infiltrante invasivo. Le practicaron una histerectomía y, a raíz de ahí, porta una sonda vesical permanente desde hace tres años -esto es una goma fina conectada directamente a la vegiga por el vientre-, no tiene control fecal ninguno por lo que usa pañales y se medica muchísimo, entre otros fármacos, lleva parches de fentanilo que se usan para aliviar el dolor intenso y persistente en personas tolerantes (acostumbradas a los efectos del medicamento)... "Un desastre, esa es mi vida desde los 41 años". Tiene la incapacidad absoluta, un 69% de discapacidad reconocida y un grado II de Dependencia. Ésta última le ha sido concedida con relativa rapidez, aunque en su estado tuvo que pasar tres veces el tribunal.

Ese tiempo, el cáncer comió de mí. Sabía perfectamente que no estaba somatizando"

Como consecuencia del retraso en darle el diagnóstico, dice que "le he dado 11 meses de ventaja al cáncer, más el tiempo anterior en el que yo insistía en que no me encontraba bien, se ve en los documentos las veces que fui a urgencias con los mismos síntomas". "Ese tiempo, el cáncer comió de mí. Sabía perfectamente que no estaba somatizando", lamenta.

Dice que se encuentra regular. El día anterior acudió una vez más al hospital con fiebre, pues las infecciones son frecuentes debido a la sonda. ¿Alguien te ha pedido perdón?, preguntamos. Antonia, estoica durante toda la charla con Diario de Jerez, se rompe. "No, nadie. Yo quiero calidad de vida. Se podría haber evitado y ya no hay cura, todo es irreversible. Me gustaría saber qué ha pasado". Entre lágrimas, asegura que se despierta con pesadillas. "No me conozco. Yo trabajaba, estudiaba, salía a andar...", ahora está aislada de sus amigos y familiares. "No puedo ni tomarme un café... Me dicen que, al menos, estoy viva, pero ¿tengo que vivir así de mal? Quiero calidad de vida".

A pesar de lo adverso de sus circunstancias, piensa en sus hijas, una de ellas la ha hecho abuela superando el cáncer. También en ayudar a otras mujeres. Cree que Sanidad debe dar más importancia a las citologías porque esta sencilla prueba ayuda a detectar muchas enfermedades y recomienda a las usuarias que insistan para conocer los resultados de dichas pruebas. Considera que las citologías deberían realizarse con mayor frecuencia e incluso antes, ya que se practican a partir de los 25 años. Por experiencia, dice, "cuando te dicen que te llamarán si ven algo mal, no es verdad".

Negligencia médica "flagrante"

Antonia Macías, representada por el buefete Pedro J. Abogados, ha iniciado una reclamación vía judicial al SAS requiriendo que aporten la póliza de responsabilidad civil. Se han decantado por este procedimiento porque entienden que "la negligencia es clara y flagrante" y, en principio, creen que pueden perder más tiempo con la interposición de una denuncia. "El SAS nos dio la póliza de seguro y estamos finalizando un MASC, (Medios Adecuados de Solución de Controversias) un medio alternativo destinado a resolver conflictos sin necesidad de buscar la solución en un tribunal, negociando una posible vía de acuerdo conciliadora", explican desde el bufete. Tienen hasta final de mes para contestar. De no alcanzar el acuerdo, estudiarán interponer una demanda vía civil para reclamar la indemnización a la aseguradora por negligencia del SAS.

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