Sucesos

Robo de joyas a plena luz del día en la calle Larga

  • Ladrones profesionales roban una maleta de piezas de oro a un representante

Imagen de la joyería de Larga donde acaecieron los hechos.

Imagen de la joyería de Larga donde acaecieron los hechos. / Miguel Ángel González

Un representante de joyería sufrió el robo de una maleta con sus muestrarios de joyas de oro el pasado miércoles en un establecimiento en plena calle Larga mientras desarrollaba su trabajo. Se trató de una labor realizada por profesionales, los cuales se dividieron las tareas entre sí para conseguir un cuantioso botín (cuyo importe aún no hay sido calculado) sin el ejercicio de ninguna violencia. Hace años ya sucedió otro robo de joyas en un establecimiento de la calle Évora.

Todo ocurrió el pasado miércoles a las 12,15 horas en la Joyería Pozo de la calle Larga. Nada hacía presagiar nada anormal dicha mañana. Una más como tantas. El representante llegó, comenzó a mostrar sus productos de oro. Dejó la maleta en el suelo mientras fue acumulando bandejas hasta el número de 4 en el mostrador donde el responsable de la joyería, Francisco Pozo, las examinaba.

Los presuntos ladrones vestían “ropas normales, como si se tratara de turistas. Dos de ellos llevaban una especie de mochilas mientras que otro no portaba nada. Seguramente sería el encargado de interponerse entre nosotros si el plan les salía mal”.

Un bar cercano guardó las tazas donde desayunaron al despertar sospechas

En ese momento entraron los ladrones. Cada uno de ellos sabía perfectamente cuál era su papel. Se trataba de una pareja, hombre y mujer, de rasgos sudamericanos, los cuales iban acompañados de otro varón con rasgos europeos. Fue justamente éste quien demandó la atención del dueño de la joyería, en una claro afán por ‘limpiar’ la zona y evitar ser detectados cuando procedieran a la sustracción del maletín. Le requirió su atención en el punto más alejado de uno de los mostradores de la joyería.

Lo que fue el robo lo hicieron de forma rápida. Cuando el representante de joyería procedió a buscar nuevas bandejas en el interior de la maleta ésta había desaparecido del lugar junto con los tres individuos.

La maleta que portaba el representante no era la típica carpeta de piel con cremallera y de color negro que se suele usar en el gremio, ni siquiera llevaba un maletín de ejecutivo. Ni mucho menos, lo que llevaba era una pequeña maleta de corte deportivo “como la que puede llevar cualquier persona que vaya a jugar al paddle”.

Los ladrones, tras salir de la joyería, se marcharon hacia la derecha, en dirección ala Rotonda de los Casinos, aunque todo hace indicar que probablemente se desviaran a través del túnel de la calle Gravina y, de esta forma, escapar de la habitual presencial policial que hay en la zona de la Rotonda.

Uno de ellos era el encargado de despistar al personal de la joyería

Los hechos han sido puestos en conocimiento de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta del la comisaría de Jerez que ya investiga los hechos. Las grabaciones de la empresa de alarmas que custodia la referida joyería ya han sido puestas a disposición de las fuerzas del orden, además de una prueba que puede tener un enorme valor.

Se da la circunstancia de que antes de dar el golpe los ladrones tomaron café en un bar cercano donde, por cierto, levantaron muchas sospechas. Fue por ello que uno de los camareros tuvo la feliz idea de retirar con cuidado las tazas y no enviarlas directamente al lavavajillas pues temía que algo estaban tramando. Dichas tazas, que contienen tanto huellas dactilares como rastros de ADN, pueden erigirse en firmes pruebas para la detención de los ladrones.

Francisco Pozo, joyero, tiene la más absoluta certeza de que el representante fue objeto de un seguimiento que finalmente se concretó con el referido robo en las instalaciones que él gestiona. Que se trata de un robo llevado a cabo por profesionales no lo pone nadie en duda ya que fue ejecutado con una habilidad y una tranquilidad pasmosas.

Tras el robo, el representante pidió que se le acompañara hasta donde tenía aparcado su coche pues no se fiaba de que le estuvieran esperando.

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