Cuando los toros abrevaban junto al puente de Cartuja
Patrimonio Histórico | Quinto centenario del inicio de las obras del Puente de Cartuja

Se cumple en el presente año 2025 el quinto centenario del inicio de las obras del puente de Cartuja, el más antiguo y monumental de los que cruzan el río Guadalete. Sumándose a las numerosas y variadas actividades para la celebración de dicha efeméride, Diario de Jerez está ofreciendo a los lectores de la edición papel distintas láminas sobre la emblemática obra. La primera de ellas, publicada el pasado 22 de marzo, ofrecía una perspectiva general del puente de Cartuja y el molino realizada por el fotógrafo jerezano Enrique Butler Ortiz en 1923. En esta segunda ocasión, se ofrece de nuevo otra fotografía del mismo autor, realizada también en los primeros años de la década de 1920, en la que una manada de toros hace su aguada junto al puente.
Algunos datos del autor
Como señalábamos en los comentarios a la primera de estas fotografías, el investigador J. Luis Jiménez nos recuerda que Enrique Butler nació en Jerez en 1893 y falleció en nuestra ciudad en 1981. Su familia paterna era de origen irlandés. Su padre nació en Gibraltar y fue apoderado de la casa vinatera Fernández Gao, donde estuvo también trabajando el propio Enrique, compatibilizando sus tareas en la bodega con las colaboraciones periodísticas en la prensa local y nacional. Muchas de sus fotografías aparecen ilustrando noticias o crónicas de diarios como El Sol, El Siglo Futuro y ABC, o revistas como Mundo Gráfico o La Esfera.

La presente imagen se difundió a comienzos de los años 20 del siglo pasado como tarjeta postal, junto a otras fotografías del mismo autor relacionadas también con el entorno del puente de Cartuja. Dos de ellas se publicaron en octubre de 1925, en la Revista del Ateneo (Año II nº 15 p. 54) como ilustración de un texto sobre el río Guadalete en la sección de Miscelánea de dicha revista. Allí podía verse una imagen prácticamente igual a la que nos ocupa, mostrando el puente desde la misma posición, pero sin la manada de toros.
El vado de Medina como abrevadero
Desde antiguo, el conocido Vado de Medina, lugar en el que se construyó el puente hace cinco siglos, fue un lugar de paso para las personas y las carretas de bueyes, siendo también un paraje muy frecuentado por los ganados que, desde siempre, acudían a abrevar a las orillas del Guadalete, junto al puente. No es de extrañar por ello que, siguiendo esta tradición, en estas primeras décadas del siglo XX, fueran habituales las escenas como la reflejada en esta fotografía, ya que los ganados de las fincas, dehesas y cortijos cercanos (Zarandilla, Las Pachecas, Lomopardo, El Torno, Repastaderos...), realizaban sus aguadas en estas riberas.

En la Clasificación de Vías Pecuarias que el Ayuntamiento realizó en 1948, aún figura como uno de los abrevaderos incluidos en la Cañada Real de Lomopardo o Medina el de Puente de Cartuja. Será a partir de 1950, cuando la Orden ministerial que recoge las Vías Pecuarias de Jerez declare este abrevadero del río, junto a otros muchos de nuestro término, como “innecesario”. Ya para entonces habían dejado de verse toradas como la de la imagen que comentamos (con más de 40 reses), o los caballos, potros y yeguas, presentes también en otras fotografías de la época. Estos últimos pertenecían al servicio de Remonta y Cría Caballar, la antigua Yeguada Militar. En 1912 el marqués de Campo Real, propietario de Zarandilla, cedió parte de su finca al ejército que ya había instalado desde finales del s. XIX el Depósito de Caballos Sementales en algunas dependencias del cercano monasterio de La Cartuja.
El río, el puente y su entorno un siglo atrás
Volviendo a la imagen, uno de los aspectos más llamativos es el que ofrecen los almacenes del molino del puente, en la actualidad ocupados por la Venta de Cartuja. El molino harinero estaba alojado bajo el segundo de los arcos del puente y el edificio que se observa junto a él es el de los almacenes, que fue construido en 1592. Así se lee en la lápida que puede verse en sus muros, sobre la cubierta de la terraza trasera de la venta. El molino, que se había edificado unos años antes, en 1581, dejó de funcionar en 1895, cuando tras una gran riada del Guadalete, quedó prácticamente inutilizado y ya no fue reparado.

Otro de los aspectos curiosos que nos muestra la fotografía de E. Butler es el muro del azud del molino, esa pared horizontal que se aprecia a los pies del edificio y se prolonga hacia la palmera. Construido en el siglo XVIII, en sustitución del azud original del siglo XVI que cortaba el río de manera oblicua, este muro tenía una longitud de casi 200 m y se prolongaba, río arriba, paralelo a su orilla derecha. En la práctica, funcionaba como una gran alberca, un gran depósito de reserva que permitía derivar el agua al molino a conveniencia. Oculto casi un siglo por la acumulación de sedimentos, salió de nuevo a la luz tras la intervención arqueológica llevada a cabo en 2021. Parte de este muro puede verse en la actualidad desde el sendero habilitado junto al río en la zona trasera de la Venta de Cartuja.

Al fondo de la imagen se adivina la silueta del Cerro de Lomopardo, donde se aprecia el carril que conduce a la cantera que se abrió en su parte más elevada a finales del siglo XIX. De ella se extrajo piedra destinada a las obras del azud de La Corta y a la red de canales de riego levantada por la Sociedad Agrícola Industrial del Guadalete que edificó también la Azucarera del Guadalete, en el Portal. Fue este una iniciativa de regadío pionera en la campiña, anterior a la construcción del pantano de Guadalcacín. Con todo, no fue la primera, porque con anterioridad a ella, el ingeniero Luis Vasconi proyectó en 1893 una ampliación del muro del azud del molino. Se pretendía con ello ampliar así la capacidad de captación de su canal y derivar de él una acequia para regar los llanos situados aguas abajo del puente. Lamentablemente, esta propuesta no llegó a materializarse. Sobre el cerro, a la derecha de la imagen se aprecian también las casas del Cortijo de Lomopardo, situadas en el collado de las dos lomas gemelas que lo forman. Esta construcción fue demolida a mediados del siglo pasado.

Por último, llama también la atención el gran acúmulo de sedimentos en medio del río, que forman un pequeño montículo sobre el que descansa buena parte de la manada de toros, así como el escaso fondo de la lámina de agua del río que apenas cubre las patas de los animales. Todo este material depositado por el Guadalete en sus crecidas, constituía un auténtico obstáculo que estrechaba la sección del cauce del río y fue retirado en 2017 en el marco de los trabajos de mejora del entorno del Puente de la Cartuja que viene realizando la Consejería de Medio Ambiente desde hace años.
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