El campero

Sí a los transgénicos

  • Asaja rechaza la decisión de Diputación de Cádiz de apoyar una iniciativa de IU para declarar Andalucía ‘libre de transgénicos’

Poner a la provincia de Cádiz a la cabeza de la involución es un acto de irresponsabilidad”, así de contundente se muestra el secretario general de Asaja-Cádiz, Cristóbal Cantos, sobre el apoyo de la Diputación de Cádiz a la propuesta de Izquierda Unida a favor de identificar a Andalucía como “zona libre de transgénicos”. Y lo dice porque es de “poca vista situarse fuera de una corriente imperante en los tiempos de crisis que corren, dejando en clara desventajas a los productores españoles respecto a otros países donde el uso de transgénicos está totalmente liberalizado”.

El debate no es nuevo, la diferencia reside en que un organismo público ha mostrado su adhesión, cuando la titular de Agricultura de la Junta, Clara Aguilera, ha apoyado a la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, ente en cuyos preceptos está la defensa de los transgénicos.

Pero la soledad económica y productiva que tienen medidas como la de la Diputación no sólo se quedan en Andalucía, también alejan a sector y a la provincia de los discursos que se están manejando en Europa. Ya por el año 2008, Mariann Fischer, por entonces comisaria europea de Agricultura, se mostró a favor de agilizar los trámites para la aprobación de los OGM’s y Bruselas  recogió el guante, permitiendo en 2010 el cultivo de la patata transgénica, bajo dictámenes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EPSA).

Mientras estas posturas involucionistas alejan y arrinconan al sector de lo que está por venir y del mercado, se acercan a posturas radicales como la de Eskerra Republicana, partido que en el 2008 habló en los mismos términos que ahora lo hace Izquierda Unida, presentando una propuesta no de ley para declarar España “libre de transgénicos”.

Tras este argumento, la Diputación de Cádiz debería replantearse en qué lugar prefiere estar, si en la minoría que deja en desventaja a los agricultores -que ven cómo no pueden cultivar OMG’s mientras estos mismos productos copan los mercados o entran sin trabas por las fronteras- o con la mayoría de los agricultores que consideran los transgénicos una alternativa a los cultivos cercenados por Europa.

En caso de elegir estar en el islote que quiere a Andalucía “libre de transgénicos”, sería loable que la Diputación actuara con coherencia y estableciera verdaderos controles en las fronteras para no dejar entrar a ningún cultivo modificado. Es decir, que Despeñaperros fuera una aduana y los puertos de mar otra, con el fin de eliminar el paso e incluso debería ir más lejos y reivindicar que se erradiquen de los demás países donde se están cultivando.

La postura de Asaja, en este sentido, y no es novedoso, es la defensa de los transgénicos y considera “importante estar en la línea de este tipo de cultivos con los que se puede progresar y atajar el varapalo que han significado muchas de la OCM’s para los cultivos tradicionales, en el ámbito europeo y, por supuesto, el gaditano, véase el caso de la remolacha o algodón”. A ese punto de vista social se une la ventaja agronómica y sobre todo para la salud, porque según explican desde la asociación: “los OGM’s suponen un ahorro importante en fitosanitarios o en herbicidas específicos”. Asimismo, añaden que parece ilógico mantener una postura involucionistas, sin base científica o estudios que corroboren esa tesis. “Europa se está postulando y el primer paso fue el de Fischer y después se ratificó dejando el cultivo de la patata, es ostracista que volvamos la espalda a los adelantos por un simple capricho sin tener en cuenta que la situación económica de la provincia no atraviesa por el mejor momento y ser los primeros será una ventaja importante”, finalizan desde Asaja.

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