El gigante agroalimentario Ebro Puleva, pulmón junto a las bodegas de un sector estratégico para la comarca hasta la venta de su negocio azucarero a la británica British Sugar, mantendrá una presencia testimonial en la ciudad a través de su planta de arroz precocinado de la avenida de Europa, el único eslabón que ha logrado conservar Jerez de su otrora fructífera relación con el grupo empresarial.

Pese a que la alcaldesa, Pilar Sánchez, anunció no hace mucho que la compañía tenía grandes proyectos para la ciudad, que vinculó al desarrollo del parque tecnológico agroindustrial (PTA de Jerez), lo cierto es que el presidente de Ebro Puleva, Antonio Hernández Callejas, dejó entrever ayer que ni la ciudad, ni la provincia, entran en los planes de la compañía a corto y medio plazo.

En el nuevo rumbo de la multinacional, de base netamente andaluza tras la enajenación del negocio azucarero -en la reestructuración previa del sector cayó la fábrica de Guadalacín, mientras que en la venta al grupo británico se incluyó la planta de El Portal-, el arroz y la leche, con sus centrales en Sevilla y Granada, serán los ejes de actuación al haberse quedado también por el camino los proyectos relacionados con los biocombustibles, entre ellos el de la planta de biodiésel de la antigua azucarera de Jédula.

Precisamente, en la conferencia que pronunció ayer en el Foro Agroalimentario de Andalucía de Sevilla, Hernández Callejas reiteró que, a pesar de la inversión de 10 millones de euros destinada al proyecto, la renuncia a la planta de biodiésel de la pedanía arcense es firme, entre otros motivos, porque el sector de las energías renovables "no es viable en estos momentos en España".

Y mientras la fábrica de Guadalcacín asiste a su desmantelamiento, el presidente de Ebro Puleva aprovechó su participación ayer en el foro agroalimentario para anunciar que la planta de Rinconada en Sevilla, la otra azucarera andaluza que cerró sus puertas junto a la de la pedanía jerezana por la reestructuración del sector, se convertirá en un centro tecnológico del cereal, en el que tendrá cabida la producción de harinas funcionales con aplicaciones en cereales de consumo humano y alimentos infantiles.

Al proyecto, que según palabras de Hernández Callejas estará en marcha en 2010 y requerirá una inversión de entre 15 y 30 millones, se une como principales novedades en los planes de la compañía la apertura de otra planta en Peñafiel (Valladolid), en este caso dedicada a la producción de ingredientes bioactivos para la mejora de problemas digestivos, cardiovasculares o de glucemia.

Otro de los proyectos paralizados 'sine die' es el traslado de la sede de la Arrocera Herba -la matriz de la planta de arroz precocinado de Jerez- de San Juan de Aznalfarache a Puebla del Río porque "ni la situación urbanística ni la inmobiliaria lo permite".

En su repaso a la situación actual del sector, Hernández Calleja comenzó su intervención con una declaración de principios: la innovación es esencial para dotar de valor añadido a la industria agroalimentaria, y el valor añadido es, hoy día, el camino hacia la rentabilidad. "El modelo tradicional se ha quedado en manos de la marca blanca. No es esperable que ninguna marca de distribución aporte un producto realmente innovador", aseguró el presidente del grupo empresarial, quien apostilló que "la aplicación de la innovación y la investigación se convierte en una necesidad estratégica para la creación de productos únicos".

El ejemplo, dentro de Ebro Puleva, es Biotech, compañía con sede en Granada que tiene la investigación como referente. A lo largo de sus treinta años de trayectoria ha obtenido diez patentes y ha desarrollado veinte alimentos funcionales, además de colaborar en la actualidad con cincuenta universidades, instituciones y hospitales, y de publicar 150 trabajos de investigación en revistas científicas.

Ebro Puleva cuenta en la actualidad con presencia en más de 20 países, mientras que el 74% de su cifra de negocio está en el extranjero. El peso del negocio se distribuye entre el área de pastas y la de arroces (40% cada uno), mientras que el negocio lácteo representa el 20% restante.

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