Los viñistas renuncian a la producción integrada de uva, sinónimo de calidad
Asevi decide abandonar el programa en el millar de hectáreas adscritas por la falta de rentabilidad de la viña y el retraso de la Junta en el pago de las ayudas
El Marco no levanta cabeza. Los viñistas independientes acogidos al programa de producción integrada de la vid están decididos a abandonar esta práctica, considerada el escalón previo a la producción ecológica y que repercute tanto en la calidad de la uva como en el respeto al entorno, pero que implica un sobrecoste al que no pueden hacer frente en la situación actual del sector.
En un momento plagado de abandonos y arranque de viñedo por su falta de rentabilidad, la Asociación de Viñistas Independientes del Marco (Asevi) que mantenía en torno a un millar de hectáreas en producción integrada ha decidido tirar la toalla para volver a producir por el método tradicional, más agresivo con la uva y con el entorno, pero menos lesivo con el bolsillo, ya que no requiere las atenciones de las prácticas más respetuosas con el medio ambiente.
Ciertamente, la producción integrada exige un técnico cualificado para el control de cada 400 hectáreas, análisis periódicos y prohíbe el uso de herbicidas y otros productos para controlar las plagas con los recursos naturales. Los requisitos exigidos se traducen en un incremento de costes para el viticultor, al que no compensan las ayudas que ofrece la Junta, muy por debajo de las que destina a los programas de producción integrada de otros cultivos como el arroz, el olivar...
El coste de las labores propias en la hectárea de viñedo ronda los 2.500 euros, a los que hay que añadir otros 75 u 80 euros de la producción integrada, mientras que la subvención de la Junta de Andalucía oscila entre los 20 y los 30 euros. El presidente de Asevi, Francisco Guerrero señala que en otros cultivos la ayuda no sólo cubre los gastos de la producción integrada, sino que incluso sobra algo para el agricultor.
Los viticultores darán el paso definitivo para la renuncia a la producción integrada en una próxima reunión, pues según Guerrero "es el momento al haber agotado un ciclo -los programas se desarrollan habitualmente por quinquenios- y si no lo hemos hecho antes es porque tendríamos que haber devuelto el dinero".
Entre las causas del abandono, el presidente de los viñistas independientes también apunta a la burocracia, es decir, a la tardanza en el pago de las ayudas por parte de la Administración autonómica. En este sentido, Guerrero asegura que la docena de viticultores adscritos al programa recibieron las subvenciones correspondientes a 2009 el pasado mes de diciembre, por lo que la Junta aún les adeuda las dos últimas anualidades, a razón de más de 30.000 euros cada una.
El abandono de la producción integrada es un paso a atrás en un sector en franco retroceso y que no encuentra la forma de frenar el arranque de viñas, que en apenas cuatro años ha reducido casi a la mitad la superficie de viñedo amparada por la denominación de origen, hasta las escasas 6.000 hectáreas actualmente inscritas en el Consejo Regulador.
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